El estancamiento del empleo formal

Existe un consenso amplio en torno a la idea de que la pobre performance macroeconómica es la principal responsable, sin embargo, existe menos certeza respecto a qué velocidad se espera que se dé este proceso, o sobre cuáles son los sectores productivos que lo traccionarían.

El estancamiento del empleo formal

El estancamiento del empleo formal es uno de los problemas más graves que la economía argentina ha sufrido en la última década. Entre 2012 y 2020, el empleo asalariado registrado expresado como proporción de la población total cayó un 2%, es decir, la creación de puestos de trabajo formales ni siquiera fue suficiente para compensar el crecimiento poblacional. Existe un consenso amplio en torno a la idea de que la pobre performance macroeconómica es la principal responsable: en el mismo período, el producto per cápita cayó un 6,2%. En consecuencia, el crecimiento económico resulta una condición necesaria para la recuperación sostenida del empleo formal.

empleo argentina

Fuente: elaboración propia en base a datos de SIPA

Sin embargo, existe menos certeza respecto a qué velocidad se espera que se dé este proceso, o sobre cuáles son los sectores productivos que lo traccionarían. Por otro lado, ciertos enfoques teóricos vinculan esta cuestión a la evolución del tipo de cambio real (una característica central, aunque no exclusiva, del enfoque estructuralista), que tiene un efecto importante sobre la asignación de recursos en la economía. En particular, la apreciación cambiaria incentiva la expansión de sectores no transables, lo cual suele aparecer asociado a problemas de balance de pagos.

El Documento de Trabajo “Ciclo económico, empleo formal y estructura productiva” del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) ofrece resultados que buscan contribuir a este debate. En el trabajo calculamos lo que se conoce como la elasticidad empleo-producto, una medida del aumento relativo en los puestos de trabajo ante cada aumento porcentual en el producto bruto, para el período 2007-2019. El principal resultado obtenido es que la sensibilidad del empleo formal al producto es pequeña en el corto plazo pero considerable en el largo. De hecho, en el largo plazo, el empleo se vuelve considerablemente procíclico: un aumento de 1% en el valor agregado está asociado a una suba de 0,75% en la cantidad de puestos de trabajo. 

Pero lo que es más interesante aún es que esta elasticidad varía considerablemente entre sectores productivos. En otras palabras, ciertas actividades económicas tienen mayor probabilidad que otras de traccionar la recuperación del empleo en un escenario de crecimiento económico, al menos dada la dinámica actual. La industria manufacturera aparece (quizás, previsiblemente) como el sector más procíclico, pero la enseñanza y algunos servicios calificados registran valores similares. La minería y la construcción también exhiben elasticidades considerables; en cambio, la salud, el sector energético y el agro son sectores que no demandan trabajadores en cantidades tan importantes cuando aumenta el producto bruto.

empleo argentina

Fuente: elaboración propia en base a SIPA

En cuanto al tipo de cambio, la elasticidad del empleo es negativa pero muy pequeña en el largo plazo, y estadísticamente no distinta de cero en el corto plazo. Sin embargo, al desagregar sectorialmente la estimación, se encuentra que cambios en el TCR se asocian a aumentos en el empleo formal en ciertos sectores específicos. En información y comunicaciones y en el agro, las depreciaciones reales aparecen asociadas a la expansión del empleo; en cambio, lo contrario ocurre por ejemplo en electricidad y gas y en la industria. Al aumentar el grado de desagregación, se observa con mayor claridad que la sensibilidad al TCR adopta valores relevantes en sectores cuya inserción productiva los hace típicamente exportadores (como ocurre en elaboración de bebidas, agro, silvicultura y pesca) o importadores netos (como es el caso de indumentaria, textiles, caucho y plástico, edición y fabricación de aparatos de uso doméstico). En líneas generales, los sectores exportadores suelen responder positivamente a las depreciaciones cambiarias, mientras que lo contrario sucede con los sectores importadores.

Investigamos la posibilidad de que puedan existir diferencias entre las elasticidades del empleo femenino y del masculino. Si bien la industria manufacturera es el sector más elástico para ambos géneros, los siguientes puestos en el ranking difieren: en el empleo masculino, construcción, transporte y servicios calificados son las ramas con mayor dinamismo laboral; en cambio, en el empleo femenino, destacan agua y saneamiento, finanzas y minas y canteras. El sector energético y el sector de asociaciones aparecen con elasticidades empleo-producto cercanas a cero para ambos géneros.

Analizando al interior del empleo industrial, encontramos sectores en que este es particularmente procíclico, incluyendo algunos con elasticidades mucho mayores que uno: bebidas, tabaco, química, equipos electrónicos, equipos de transporte y maquinaria. En estos sectores, el empleo reacciona muy fuertemente a expansiones en el producto. En cambio, otras ramas industriales muestran una sensibilidad al ciclo económico mucho más baja, como es el caso de textiles, indumentaria, alimentos, papel y vidrio. También es interesante el caso de la reparación de maquinaria, sector que exhibe una elasticidad negativa, es decir que el empleo en este rubro industrial es anticíclico. 

Otro hallazgo relevante es la existencia de asimetrías en la elasticidad empleo-producto de largo plazo, que es de 0,66 en las expansiones, pero de 1 en las recesiones. En otras palabras, la creación de empleo inducida por las fases de expansión económica es menor a la destrucción de puestos de trabajo que se produce en las fases recesivas. Esto señala la importancia de la estabilidad macro en la recuperación del empleo: destruirlo es más fácil que crearlo. Un dato particularmente importante para el diseño de políticas públicas en un país que pasó 21 de los últimos 45 años en recesión.

En nuestro país, las empresas grandes constituyen una proporción muy pequeña del total de empleadores, pero generan el 37% del empleo total. Nuestros resultados sugieren que hay otra razón por la cual estas unidades económicas tienen protagonismo en la creación de empleo: su elasticidad respecto del producto es mayor a la observada en empresas pequeñas y medianas. Esto quiere decir que se espera que sean las empresas grandes las que lideren la contratación de nuevos trabajadores en un escenario de crecimiento económico.

Por último, analizamos también la prociclicidad de la creación de nuevas empresas. En estos ejercicios encontramos una elasticidad considerablemente menor: aumentos de 1% en el producto están asociados a incrementos de 0,5% en la cantidad de firmas en el mercado local. Es interesante notar que el patrón sectorial es aquí marcadamente diferente: son el transporte, la construcción y el agro los sectores con mayores elasticidades firma-producto, mientras que lo contrario se observa en comercio, salud y enseñanza (donde esta elasticidad es virtualmente cero).

Estos hallazgos ofrecen algunas lecciones relevantes para la política pública. En primer lugar, una economía sólida capaz de asegurar un sendero de crecimiento sostenido resulta fundamental para alcanzar el objetivo de expandir el empleo formal, mientras que las recesiones son especialmente nocivas (un consenso casi trivial entre economistas pero que por momentos parece encontrar dificultades para permear el discurso más general). Por otra parte, un tipo de cambio real alto incentiva la expansión de sectores exportadores capaces de generar divisas, con las consiguientes ganancias en términos de alivio de restricción externa. Finalmente, que la prociclicidad del empleo sea mayor en las empresas grandes que en las pequeñas, y que la creación de empresas nuevas sea un proceso más lento que la generación de puestos de trabajo, señala un objetivo esencial de la política productiva: promover el crecimiento de las unidades productivas locales, la vía más segura a un incremento sostenido del empleo de calidad.

En definitiva, definir un sendero virtuoso para la estructura productiva local es una necesidad de primer orden para atender objetivos sociales tales como la reducción de la pobreza y la desigualdad, y el aumento de la cobertura de derechos sociales y laborales. Al mismo tiempo, queda claro que estas metas requieren como punto de partida el mantenimiento de estabilidad macroeconómica en una trayectoria de crecimiento sostenible.