Diálogo Productivo con Elio Del Re

Diálogo Productivo con Elio Del Re
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MISIÓN PRODUCTIVA: ¿Querés comenzar presentándote y contando cómo llegaste a ser presidente de ADIMRA?

ELIO DEL RE: Comencé a participar en ADIMRA en el año 2005. Con la empresa estábamos en un proceso de búsqueda de mercados internacionales y fui en una misión comercial a México. Ahí conocí a gente de la asociación y me alentaron a participar en la Comisión de Comercio Exterior. Al tiempo que presidía esta comisión, fui parte del primer armado de ADIMRA Joven, de la cual fui vicepresidente y luego presidente. Esto me permitió conocer toda la lógica de las cámaras del interior de ADIMRA, viajaba mucho y conocí a mucha gente que hoy en día me acompaña; aunque me especialicé más en la Comisión de Comercio Exterior, que era lo que a mí me interesaba. Después, por muchos años, fui representante de ADIMRA en la Comisión de Comercio de la Unión Industrial Argentina (UIA), fui también consejero, pasé por todos los estadios hasta que hace poco más de un año asumí este nuevo mandato como presidente de ADIMRA. En todo este ir y venir participé en un montón de entes vinculados con la asociación. Fui uno de los creadores y también presidente de una cámara de electrodomésticos, y además participé –hace ya bastante tiempo– en la Unión Industrial de General San Martín, que es el partido donde tenemos la empresa.

MP: ¿Cómo se estructura ADIMRA? ¿Cuántas empresas la componen y cuáles son sus características? 

EDR: ADIMRA representa a más de 20.000 empresas metalúrgicas en sus diferentes ramas, que emplean a su vez a unas 300.000 personas en forma directa y a más de un millón de manera indirecta. Junto con la industria de la alimentación, la metalúrgica es la más importante de Argentina; dependiendo del momento, una y otra industria cambian el orden de importancia, pero mantienen su prevalencia. El 95% de estas empresas son pymes y de capital nacional. No conozco otra industria con tanto predominio de pymes, y esto delinea la manera de actuar de la entidad.

Por otro lado, ADIMRA es una cámara de segundo grado. Por encima, en tercer grado, está la UIA, y en primer grado están las cámaras. Hay 60 cámaras en total: 40 sectoriales (cada una en representación de un tipo de actividad) y 20 regionales. Las provincias que tienen un entramado industrial más grande, más rico, tienen más de una cámara, mientras que el resto quizás tiene una sola.

MP: ¿Cuál es el impacto de la industria metalúrgica en la macro argentina, en términos de valor agregado, exportaciones, generación o ahorro de divisas, o desarrollo de proveedores?

EDR: Aproximadamente un cuarto de toda la actividad industrial argentina es metalúrgica. Creo que esto marca la importancia del sector. Además, no hay país desarrollado que no tenga una industria metalúrgica fuerte, que no sólo suma puestos de trabajo sino que es muy virtuosa en toda su cadena de valor a la hora de proveer tecnología a otros sectores. 

Hace una década, los metalúrgicos exportábamos más de USD 8.000 millones. Hoy estamos cerca de los USD 5.000 millones y exportamos a más de 155 países, no sé si hay muchas industrias que puedan decir eso. Esto es gracias a su tejido pyme y la diversidad de sus productos. Ninguno de los sectores que componen la industria metalúrgica exporta a un solo lugar; todos se adaptan a los productos del exterior, todos tienen esa complejidad. Y, en momentos como este, seguir exportando a 155 países, aunque seguramente no con la misma intensidad que antes, habla de la virtuosidad de la cadena.

MP: ¿Cuáles son los servicios, acciones o ejes de trabajo que destacás de ADIMRA? ¿Se relacionan con algún ente público para este tipo de acciones?

EDR: Todas las cámaras, de manera convencional, brindan asesoramiento laboral, impositivo, en comercio exterior, en medio ambiente, y habilitan la negociación de paritarias con el gremio, entre otras cosas. A esto ADIMRA suma dos acciones: una relacionada con la capacitación y otra con los centros tecnológicos. 

En cuanto a la capacitación, tenemos el Instituto de Actualización Empresarial (IAEA), que por ejemplo el año pasado –cuando además cumplió 20 años– formó a 6.000 personas, entre operarios y mandos medios y superiores, a lo largo de todo el país, con presencia federal. Generalmente se pone mayor énfasis en los cursos de oficio (soldadura, tornería CNC, fresado), porque la persona que los hace puede salir a trabajar. Ahí es donde se pone el mayor músculo porque necesitás un taller, un centro de capacitación que provea los elementos necesarios para poder dar ese curso; entonces coordinamos con las cámaras sectoriales. 

Hasta el año pasado teníamos vinculaciones para capacitación con el Ministerio de Trabajo, que brindaba sistemas de financiación con los gremios y con las cámaras empresarias. ADIMRA era una de las instituciones que habían elegido. El sistema era interesante porque, más allá de capacitar a los metalúrgicos, podíamos preparar a quienes no tenían trabajo. Lamentablemente hoy no contamos más con esto. 

Con respecto a los centros tecnológicos, ADIMRA tiene 20 distribuidos en todo el país, donde se hace actividad metalúrgica. La idea es que estos centros funcionen como un departamento de I+D para las pymes. Muchas veces estas empresas no pueden comprar los equipamientos que tenemos en los centros tecnológicos. Entonces las asistimos con esos elementos, con esas capacidades. Los centros tienen capacidades que no se superponen entre sí, no son repetitivos, sino que trabajan en red. 

Y no damos servicio solamente a metalúrgicos, sino también a otras actividades de la industria. Por ejemplo, en los centros se diseña toda la ingeniería de una línea de placas electrónicas: hay equipos que hacen la placa, que le colocan los componentes, que los sueldan. Otro ejemplo: tenemos una cámara semianecoica –hay tres en todo el país–, que llevó una inversión de un millón y medio de dólares, que sirve para poner los equipos adentro y ver si varía su funcionamiento al darles interferencia electromagnética. Esto se usa mucho en los equipamientos médicos. 

Tratamos de trabajar con las habilidades de cada centro y de complementarlas con las universidades. Tenemos convenios con la de San Martín (UNSAM), la Arturo Jauretche (UNAJ), la de Hurlingham (UNAHUR), la de Lanús (UNLa), la de Avellaneda (UNDAV), la de General Sarmiento (UNGS); y en el interior del país articulamos con universidades de Santa Fe, Mendoza, Córdoba. Creemos fervientemente en esta coordinación tripartita: lo privado, lo público y la universidad.

MP: ¿De qué manera se relacionan las empresas metalúrgicas con los rubros que hoy se consideran estratégicos para el desarrollo del país, como minería, petróleo y gas, y energía en general?

EDR: Elaboramos un plan estratégico, que presentamos a ocho gobernadores, en el cual planteamos cuatro palancas del desarrollo futuro de la industria metalúrgica: el sector minero, el de petróleo y gas, la agroindustria y la movilidad. Todo esto cortado transversalmente por la industria 4.0 y por las exportaciones. Esa es la base del plan. 

El 50% de las compras industriales de la minería son metalúrgicas; para petróleo y gas esta proporción es del 70%. Después entendemos que la agroindustria es lo más tangible que tenemos: al lado del recurso natural se genera la industria. Y en cuanto a la movilidad, vemos que hay un cambio estructural en el mundo y que, si nos adaptamos como industria a ese cambio, vamos a poder ser parte de juego. Los vehículos van a cambiar, no hay forma de que no cambien. No sé si en Argentina van a ser todos eléctricos, quizás sean híbridos, habrá que discutir esas cosas. Seguramente los europeos van a apuntar de lleno a la movilidad eléctrica por las condiciones de su matriz energética. Pero creo, a modo personal, que sería una locura tener sólo eléctricos en Argentina, considerando que producimos energía eléctrica a través del gas. Además, seguramente en muchos países van a seguir funcionando por un tiempo largo los motores a combustión, y alguien va a tener que abastecerlos. Creo que hay que pensar las cosas en forma integral y no siguiendo modas o conveniencias de los países centrales.

Por otro lado, entendemos que hacia el futuro la industria tiene que abrazarse con la sostenibilidad, o no va a haber espacio para las dos cosas. En este sentido, estamos trabajando con GIZ [Sociedad Alemana de Cooperación Internacional para el desarrollo sostenible] en algunos temas primordiales. Por ejemplo, hay empresas que quieren empezar a medir su huella de carbono. Tenemos un departamento que trabaja muy bien el tema. 

MP: ¿Pensás que la industria metalúrgica en Argentina está lista para afrontar esos cambios de paradigma o creés que les falta algo que quizás se pueda proponer a partir de algún tipo de política?

EDR: Yo creo que nunca estás listo porque todo el tiempo hay cambios. El problema es a qué distancia te parás del cambio. La clave es estar cerca y dispuesto a cambiar siempre, y eso tiene que ver con la velocidad a la que lo puedas hacer. El industrial argentino cambia rápido, se mueve a una velocidad de locos. Pero, cuando la distancia es muy larga y faltan los recursos, es muchísimo más difícil. La única manera de resolver eso es con más industria, con más política. 

MP: ¿Cómo ves el panorama este año para la industria metalúrgica argentina? ¿Qué está pasando en términos de empleo? ¿Qué dificultades adicionales enfrentan las pymes del sector en relación con las de las empresas grandes?

EDR: Vemos que hay una caída muy fuerte del consumo, que según nuestro último relevamiento fue del 19% con respecto a un año atrás. Estamos hablando de niveles de consumo de la salida de la pandemia. En términos de empleo, la caída es de 3 puntos. Este descenso no se condice con el de la actividad, y creo que esto tiene que ver con nuestra lógica pyme. La pyme no recurre a los despidos como su primer recurso, no manda a la gente enseguida a la casa, porque la formó, sabe el nombre y apellido de cada trabajador. Y en una industria tan federal es más difícil. Muchos pueblos se mantienen a partir de alguna fábrica, entonces el dueño y el laburante se encuentran en el almacén; eso hace más difícil tener que mandar una carta documento. Pero, si estas tendencias se siguen sosteniendo, a la larga el desempleo va a empezar a subir. Todavía no sucedió porque se atrasan las decisiones, pero no hay forma de que no suceda, lamentablemente.

MP: ¿Creés que hay posibilidades de cambiar este rumbo? En ese caso, ¿qué medidas habría que tomar para que eso pasara?

EDR: Hasta ahora el Gobierno nacional hizo mucha macroeconomía. Había algunos desajustes muy importantes. Ahora creo que es momento de empezar a trabajar en la economía real: en levantar el consumo, mejorar el nivel de vida de la gente. Si se ponen a trabajar en estas medidas podemos cambiar el rumbo. Ahora, si esas medidas empiezan a surtir efecto también hay que hacer una modificación de la macro, porque si no el repunte se puede trasladar a los productos importados. Es un juego de retroalimentación: hay que empezar a hacer micro pero al mismo tiempo, cuando eso empieza a funcionar, modificar la macro. Porque tenemos problemas fuertes de competitividad: hace cinco meses las provincias que limitaban con otros países estaban llenas de gente que venía a comprar y hoy somos los argentinos los que vamos a comprar a otro país. No puede haberse modificado la estructura productiva de un país en cuatro meses, ahí me parece que es donde hay que empezar a trabajar.

Creo que la industria es la solución del problema, no es el problema. Si la industria argentina crece, va a haber más gente con trabajo y con trabajo de calidad, y menos necesidad de divisas externas; van a funcionar mejor la comunidad científico-tecnológica, las universidades, todo lo que queremos como país. Yo me imagino que todo el mundo desea un país así, con más industria, más empleo, menos restricciones. Tenemos que salir de esta dinámica polarizada, de péndulo. Estoy absolutamente convencido de que la solución para el rumbo de Argentina es más industria y no menos. 

Por Mercedes Menga y Sofía Milani