Diálogo productivo con Román Guajardo

En un nuevo Diálogo Productivo conversamos con Román Guajardo, industrial y empresario PyME quien nos contó la historia de su empresa familia y nos mostró su mirada sobre la juventud industrial y el rol de la organización desde su experiencia y trayectoria en la UIA Joven y la Federación Industrial de Santa Fe.

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En un nuevo Diálogo Productivo conversamos con Román Guajardo (@RomanGuajardoOk), industrial y empresario PyME quien nos contó la historia de su empresa familia y nos mostró su mirada sobre la juventud industrial y el rol de la organización desde su experiencia y trayectoria en la UIA Joven y la Federación Industrial de Santa Fe.

Misión Productiva: Antes que nada nos interesa conocer la historia de tu empresa familiar JMG. ¿Cuáles fueron sus orígenes y cuál es la mirada que tienen hoy? 

Román Guajardo: Nuestra empresa cumplió 26 años en febrero de este año y me toca ser la segunda generación de esta empresa. Nuestro mercado son las ferreterías y pinturerías, nosotros fabricamos los diluyentes y removedores para pinturas, más comúnmente conocidos como thinner y aguarrás, además de diluyentes especiales como epoxi, poliuretanos, tricapas.

Gracias a JMG pude ver el progreso de una familia de mucho trabajo y de orígenes muy humildes. Mi papá pasó de ser empleado en el mostrador de una pinturería a ser viajante de negocios en el rubro de pinturerías y ferreterías. Fuimos progresando en la familia en distintos ámbitos, desde el lugar de vivienda hasta la educación, sin olvidar nuestros orígenes. 

JMG arranca como una distribuidora de compra-venta. En el ‘96, la firma en la que mi papá trabajaba quebró y se quedó sin trabajo con cuatro hijos. Sin embargo, él siempre dice que a partir de una crisis aparecen oportunidades y es ahí que surge la idea de armar la empresa. Al poco tiempo JMG ya se había formado, él tomaba la parte comercial aunque tiraba el córner y cabeceaba: era vendedor, cobrador y se relacionaba con los proveedores; mientras que mi mamá se encargaba de los papeles, de todo lo administrativo. Era un trabajo con una lógica de espalda contra espalda. 

En ese momento, mi padre vendió su auto con el que viajaba para la distribuidora y le alcanzó para comprarse una camioneta Isuzu cabina simple. Más tarde, se compró un camión y, de hecho, nuestro primer cero kilómetro fue otro camión, por lo que en la familia estuvimos mucho tiempo sin auto. Toda esta estructura de la empresa era mucho más chica que la actual y estaba instalada en Rosario. Conforme nos pudimos ir insertando en distintos niveles de mercado, durante el crecimiento económico del 2003, 2004 y 2005 surgió la necesidad de empezar a comprar a granel, de fraccionar y vender a mayor escala y nos trasladamos a la ciudad de Roldán. En 2006 se compra el predio donde actualmente estamos emplazados y en 2009 nos mudamos para allá. 

Mientras la empresa iba creciendo y los mercados también, el primer proceso fabril que tuvimos fue el de fabricar nuestros propios envases de plástico para no depender de terceros y, de paso, bajar costos. Así que montamos nuestra planta de envases, un gran desafío que pudimos cumplir y significó una transformación para la empresa que nos entusiasmó para encarar más procesos fabriles. 

Esta fue una prueba positiva aunque también tuvimos una prueba negativa, de las tristes, porque en 2014 y 2015 tuvimos dos incendios y nos quedamos sin nada. Pero pudimos levantarnos, nos permitió resurgir de las cenizas, constituyendo nuestro logo que es un ave fénix: de tener casi todo resuelto a quedarnos sin nada. Perdimos máquinas, autoelevadores, galpones, oficinas, pisos, pero pudimos levantarnos y, sumado a la fabricación de los envases, cada vez veíamos con mejores ojos convertirnos en una fábrica al cien por ciento. 

Este proceso de transformación total arrancó el 3 de marzo de 2020 y a los siete o diez días se dio el inicio de la pandemia, pero no nos achicamos: nos convertimos en fábrica haciendo todas las inversiones necesarias, que siguieron hasta hoy. Actualmente con un gran orgullo fabricamos la totalidad de los productos que utilizamos.

MP: ¿Cuándo diste el paso al mundo gremial industrial?

RG: Yo me incorporo a la empresa cuando aún era una fraccionadora, luego de recibirme de Contador siendo muy joven. En ese entonces todos nuestros proyectos estaban impedidos porque en el parque industrial de Roldán no teníamos luz, calle, escrituras, seguridad ni gas. 

Entonces, mi primera incorporación fue justamente en la cámara local de Roldán, porque nos unía una necesidad. Nos juntamos en una reunión los más de veinte propietarios de lotes del parque, ya que en ese momento sólo había dos fábricas. Había distintas mociones, desde algunas más reactivas y contestatarias, hasta algunas más moderadas como la mía, que fue la que prevaleció. Dijimos “dejemos de lado lo que pasó”. 

Había que empezar a dialogar y acercarnos al ejecutivo municipal para ver qué había pasado en ese tiempo, qué se podía gestionar y ponernos a disposición porque soy un convencido de que siempre un grupo tira más cuando hay un interés colectivo. En segundo lugar, porque creo que el aporte del privado es necesario. En ese momento la municipalidad era justicialista, el gobierno provincial socialista y en el gobierno nacional estaba Mauricio Macri. Es decir, cada uno de distinto color. Dijimos que si nosotros no interveníamos difícilmente alguien fuera a conseguir algo por nosotros. Nos pusimos a disposición, armamos una agenda de trabajo y literalmente en dos años conseguimos las cinco cosas: luz, gas, seguridad, calles y papeles.

En este proceso hubo muy buena disposición de los tres poderes ejecutivos, independientemente del signo político, para que en dos años consiguiéramos por lo menos esas cosas, lo que  significó que en el parque industrial de Roldán pasáramos de ser dos a más de veinte empresas instaladas en la actualidad. Porque en la necesidad de crecimiento de los industriales pymes no hay especulación. Ahí nos dimos cuenta de que cuando solucionamos nuestras cuestiones, después de mucho trabajo, solamente si nos quedábamos limitados al parque de Roldan no íbamos a ningún lado y así dijimos de fundar la Unión de Empresarios Industriales de Roldán. 

Roldán tiene más de sesenta fábricas y era fundamental empezar a vincularnos con las entidades que tienen peso en la toma de decisiones a nivel nacional y provincial porque no tiene sentido duplicar el trabajo que ya se hace y que toman dirigentes con mucha trayectoria. Ahí fue que nos vinculamos a la regional Rosario -UNIRR-, a la Federación Industrial de Santa Fe –FISFE- y luego a la Unión Industrial Argentina -UIA-, que se dio desde 2015, con años muy malos para la industria y otros mejores como 2021 y 2022. 

Particularmente, me tocó arrancar en un proceso donde los indicadores de actividad industrial eran muy complejos, veíamos cómo nos iba repercutiendo la recesión, principalmente entre 2017 y 2019 , la pandemia del 2020, fueron años muy difíciles. No obstante, uno siempre tiene que trabajar en las cosas más estructurales y menos en las coyunturales porque la vocación de trabajar para lo colectivo tiene que ver también con que el país va a salir adelante con un proyecto sostenido de industrialización.

MP: Desde tu rol en FISFE -Federación Industrial de Santa Fe- ¿cuál crees que es la importancia de las entidades empresariales para el desarrollo industrial?

RG: Soy un convencido del rol que juegan las instituciones intermedias en la sociedad que le permiten a las comunidades sostener distintas políticas que trascienden incluso a quienes estamos al frente de las instituciones. 

Por eso, es muy importante el aporte que hacemos cada uno al colectivo para tratar de transformar las realidades desde adentro, desde donde realmente se toman las decisiones. Por otro lado, no podemos pensar que nos vamos a salvar cada uno individualmente. Acá hay que trabajar de manera solidaria, mancomunada, entendiendo nuestras limitaciones y dificultades, pero siendo muy optimista para adelante con lo que podemos hacer si trabajamos en sostener un modelo de desarrollo nacional con inclusión basado en la industrialización.

MP: Últimamente se han podido ver una gran cantidad de iniciativas llevadas a cabo entre FISFE y UIA, especialmente UIA Joven, espacio del que también formas parte, ¿Cómo se da esa articulación y qué valor le das? ¿Qué aportes nuevos traen a la militancia industrial?

RG: Con respecto a la militancia joven, creo que ha tenido un crecimiento muy importante, por la fuerza de los jóvenes y por el respaldo de los mayores. Yo me incorporé en 2019, en ese entonces no eran más de treinta las personas que participaban. Hoy somos más de cien miembros en la junta joven de UIA. 

Este crecimiento que vemos se da por distintas cuestiones. En primer lugar porque hay una estrategia, un orden y un rumbo hacia donde estamos yendo. La conducción de Tomi Karagozian es histórica. El principal hilo conductor que nos une es el de trabajar en pos del desarrollo industrial, incluso siendo también transversales a los sectores que componen la matriz productiva argentina. No es solo haciendo hincapié en un sector u otro, entendiendo que no nos sobra nada, sino defendiéndonos entre todos. Muchas veces sabemos que tenemos que llegar a la gente de a pie, para realmente comunicar lo importante que somos como sector y cuánto colaboramos para mejorarle la vida a cada una de las personas de nuestro país. 

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Hace unos meses tuvimos una actividad con la Sociedad Rural Argentina, tenemos buen diálogo con la Cámara Argentina de Construcción y con las entidades financieras, obviamente sabiendo que hay diferencias naturales entre cada uno de nosotros pero buscando trabajar en los puntos de coincidencia, sabiendo que si no logramos un acuerdo que nos permita a todos llegar a un mejor destino va a ser muy difícil. 

La militancia joven tiene que ver con conocer nuestra matriz industrial. No se puede defender lo que no se conoce. Trabajamos en distintos temas que son estructurales como educación, ciencia y tecnología, temas legislativos y de vinculación, ambientales y de comercio exterior, que son muy importantes. Esto tiene que ver con la militancia joven que se irradia para las bases, con muchos más chicos participando ya que hay más de 600 chicos y chicas industriales en todo el país.

En FISFE Joven tuvimos una etapa previa de un grupo y luego, con toda esta estructura y motivación que se generó desde el 2019 en UIA Joven, se fueron motorizando muchos grupos jóvenes en todo el país, tanto regionales como el caso de FISFE en Santa Fe, como sectoriales. Por ejemplo, plásticos, maderas, gráficos y artículos de librería han crecido muchísimos grupos jóvenes para las bases, que obviamente hacen que se creen más raíces y capilaridad, que son las que le dan fuerza al movimiento.

MP: ¿Qué ejemplos de logros podés enumerar de esta actividad gremial industrial?

RG: A mi me toca ser presidente de FISFE Joven y protesorero de la comisión directiva de UIA Joven. Así que tengo varios logros para contar. 

En cuanto a FISFE Joven se me vienen a la cabeza tres hitos concretos, en primer lugar posicionar la creación del grupo que antes no existía. Esto se llevó a cabo en la pandemia, buscamos una figura convocante que fue la del gobernador Omar Perotti, de Santa Fe, porque muchos chicos en sus entidades locales no tienen acceso a una figura tan convocante, así que armamos una reunión por zoom en julio de 2020 y logramos convocar ochenta chicos y chicas conectados desde más de veinte localidades de la provincia. A partir de esa base que nos quedó fuimos convocando a distintas actividades para darle masa crítica al grupo. 

En 2021 elevamos una propuesta al comité ejecutivo de FISFE con las líneas de trabajo de FISFE Joven, ya con una organización distinta, y logramos consolidar el grupo y hacerlo crecer. Este 2022 fue una continuación de lo hecho en 2021 ya con otro posicionamiento totalmente distinto. Hoy somos más de ochenta jóvenes trabajando con representación de norte a sur y este a oeste en Santa Fe y grupos jóvenes que se han conformado aguas abajo, como el centro industrial joven de Armstrong o Rafaela.

En segundo lugar, fundar junto a un grupo de amigos industriales y presidir la Unión Industrial de Roldán siendo joven, no por diferencias etarias sino por propuesta de mis compañeros y colegas, que con gusto acepté. Esto me llevó a entrar al consejo directivo de FISFE. En ese momento de todo el consejo yo era el único sub 40. El segundo gran hito, el del 2021, es el que llevó a que en la actualidad haya más de diez chicos en este consejo directivo. Con lo cual no se da esto de que no se abren los espacios, sino que antes tal vez no había jóvenes participando. En esto hay que ser autocrítico, lo que hay que buscar es generar participación, sumar masa crítica para que los lugares empiecen a aparecer. FISFE fue un ejemplo de eso. Los mayores nos alentaron a formar parte de la conducción activa de la entidad.

El tercer hito es todo lo que venimos conociendo del entramado productivo industrial provincial y nacional. Ir conociendo nuestro territorio  es lo que nos hace mejores dirigentes, estamos en la edad justa para hacerlo. Conocer toda nuestra matriz productiva, con lo rica e imponente que es, resulta fundamental en nuestra etapa formativa. Con muchisímo orgullo, quiero recordar que en Santa Fe, fuimos sede de las dos mayores movilizaciones jóvenes de la historia: Santa Fe 2021, con 130 jóvenes y Rafaela-Esperanza 2022, con más de 200 jóvenes de todo el país. 

En cuanto a UIA Joven, en primer lugar destaco el crecimiento del grupo, hoy somos más de cien miembros de junta joven y llegar a más de 600 chicos es uno de nuestros mayores logros, así como el crecimiento dentro de la institución. Hoy si vos vas al comité ejecutivo tenés a Agustina Schcolnik que viene de un recorrido de UIA Joven o Miguel Zonnaras, por ejemplo. 

Otro de nuestros grandes logros como generación es la comunicación y pensar cómo los industriales logramos llegar a la gente de a pie, cómo logramos que esa gente entienda lo importante que es la industria en el día a día. Para eso fuimos llevando a cabo distintas acciones y el mayor caso de éxito que tenemos y que conocerán es puntualmente “Che Alta Industria” . Nosotros estamos trabajando mucho la cuestión de comunicar, a tal punto que llegamos a mostrar en este 2022 en el prime time de Telefé procesos productivos con un especial llamado «Así se hace». Eso tiene que ver con agenda positiva, la gente muchas veces no tiene idea como se fabrica un elemento que usa día a día. No conozco a nadie, que vaya a recorrer una fábrica y no quiera ir a recorrer otras más.

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El tercer hito tiene que ver, justamente, con la participación en la agenda de los departamentos de la UIA que a nosotros nos viene dando mucha satisfacción. Para nosotros como jóvenes es fundamental trabajar en esta agenda, en la del mediano y largo plazo. Por otra parte, sin duplicar esfuerzos generando estructuras apartes, si las entidades tienen ya las suyas. Hoy hay jóvenes industriales en todos los departamentos trabajando y empujando. Es fundamental el concepto de vincular mundos, la educación, el sector público, la academia científica-tecnológica, la sostenibilidad ambiental, y todos ellos con la industria. 

MP: Para mejorar el nivel de conocimiento de la realidad productiva de la provincia, ¿creés que hace falta algún trabajo adicional de recolección de información y datos?

RG: Respecto a la información que nosotros disponemos, desde el punto de vista institucional, desde FISFE hace mucho tiempo se elabora un informe de actividad que va recabando información de todos los sectores y regiones de la provincia. 

Para nosotros ese informe nos aporta mucha información. Santa Fe es una provincia muy grande y muy rica en cuanto a lo industrial, 6000 fábricas aproximadamente y con 220 localidades que tienen al menos un establecimiento industrial. Siempre hay mucho por hacer pero también con esto de ir militando, recorriendo y trabajando técnicamente para acompañar esta realidad y la información  que podemos utilizar para ser mejores dirigentes y tomar mejores decisiones para la provincia. Estamos en ese camino y esa es la idea.

MP: En junio se llevó a cabo el encuentro “Industria Inspira” en la ciudad de Rosario ¿nos comentás de qué se trata y cómo surgió esta iniciativa? 

RG: Industria Inspira surge de la participación en departamentos de la UIA. Cuando vimos distintas cuestiones que tienen que ver con la educación y formación profesional nos pareció una buena idea poder vincularnos justamente con la comunidad educativa pero teníamos que ver de qué manera.

La iniciativa tiene que ver con la forma en la que podemos acercar a los chicos y chicas al mundo industrial al abrir nuestras fábricas y generar empatía con la sociedad. Pensando en cómo poder acercar estos dos mundos surge Industria Inspira que consta de dos ejes: primero, un ciclo de charlas motivacionales para que vean por dónde viene la industria y para ver por donde vienen los chicos. Para nosotros es muy rico tener ese acercamiento con los estudiantes, docentes y ministerios, para ver cómo nuestras regionales se van relacionando y qué realidades van encontrando. 

Diálogo productivo con Román Guajardo

La otra acción es un concurso innovador y con impacto positivo en sus localidades. El año pasado lo ganó una escuela de Tucumán y este año una escuela de Santiago del Estero. Como verán, el programa tiene una impronta federal y no queda circunscripto a los centros urbanos más grandes del país.

Si me pedís que haga un balance, es completamente positivo. En este 2022 no solamente se consolidó, sino que creció muchísimo en repercusión y en la cantidad de proyectos que se recibieron. En Rosario 800 estudiantes, en San Juan 1600 y con visualizaciones en el canal de Youtube en puntos inéditos. Hay una gran conducción de Gonzalo Loza y ese equipo joven de educación.

MP: En los últimos años vimos una fuerte recuperación del empleo industrial, que ya alcanzó valores mayores a los de la pre-pandemia, ¿Cuál fue el incentivo que llevó a que el sector productivo vuelva a tomar masivamente personal? ¿Cómo puede aportar la industria para mejorar la distribución del ingreso?

RG: En primer lugar quiero marcar algo importante. La FISFE viene elaborando el informe que comenté, que es muy importante, porque nos da un manto de objetividad y racionalidad a la hora de opinar, para no hablar desde percepciones personales sino a partir de datos estadísticos de un trabajo que se realiza desde hace mucho tiempo. 

Hace un tiempo vemos que saliendo de la etapa más dura de la pandemia, Santa Fe viene siendo una de las principales provincias en cuanto a la recuperación, con niveles de actividad que vienen creciendo mes a mes. Lamentablemente, este mes de octubre muestra una caída con respecto al mismo mes del año anterior, pero no obstante estamos por arriba de los niveles del 208 y 2019, sin pandemia ni guerra.

Otra cosa a destacar es que no es un sólo sector, tenemos entre el 75% y el 80% de los sectores de Santa Fe que vienen mostrando esa tendencia que también impacta en la recuperación del empleo. Esto se debió a que hay política industrial y nosotros entendemos que, más allá del contexto, necesitamos la generación de políticas enfocadas al agregado de valor. 

Hubo muchas herramientas de asistencia y líneas de financiamiento para inversión, capital de trabajo o  parques industriales. Cuando vos volcás todos esos recursos al desarrollo industrial se dan cuestiones que, en un proceso global muy complejo donde primero estuvo la pandemia y luego la guerra, demuestran lo importante que es tener un tejido industrial productivo ya otorga soberanía.

La industria nacional respondió en los momentos más duros de la pandemia fabricando alcohol en gel, insumos, máscaras e incluso vacunas y respiradores. Fue una oportunidad para mostrar lo importante y estratégico que es tener un entramado industrial que te provea de estos productos. Eso para mi es una expresión de soberanía.

MP: ¿En qué nivel de gobierno observas que se dan mayormente estas políticas industriales?

RG: En primer lugar tengo que decir algo importante, la política industrial se puede hacer desde cualquier nivel, no depende solamente de uno de los niveles del Estado.

Roldán tiene un parque industrial porque hubo una política de promoción municipal que lo hizo posible. Desde el punto de vista municipal, así sea vendiendo una parcela de tierra más barata para que ahí se erradique una industria o con algún beneficio fiscal por sobre otro o fomentando la formación de un polo científico tecnológico que permita la radicación de un clúster entre otras medidas. 

La Provincia y la nación también tienen sus herramientas que vuelven posible el desarrollo industrial. En la actualidad, desde el punto de vista provincial y nacional, hay políticas en beneficio del crecimiento industrial que se vienen dando. A nivel provincial por ejemplo, con aportes para el desarrollo de parques industriales, con subsidio de tasa para el sector industrial, con gestiones permanentes para que las industrias no tengan problema como lo fue en la pandemia donde fuimos la provincia que prácticamente más rápido arrancó a trabajar con su sector industrial a las pocas semanas de la cuarentena más dura. 

Eso es política industrial, no sólo la elaboración de programas sino entender que es un sector estratégico, entender que muchas veces lo que importa son las gestiones.

MP: Desde Misión Productiva entendemos que hay falsas dicotomías que sería conveniente superar, entre ellas la de industria versus campo. Como industriales ¿qué mirada tienen al respecto? Pensando en casos como maquinaria agrícola o Bioceres

RG: En UIA Joven uno de nuestros ejes era justamente trabajar en las falsas antinomias entre empresas grandes y chicas, sustitución de importaciones o generación de exportaciones, campo e industria. Permanentemente trabajamos en la agenda de la “y”. 

Este año tuvimos una actividad muy interesante en Sunchales, Santa Fe, con el Instituto de Diálogo Interreligioso, un sacerdote católico, un musulmán y un judío. Obviamente no iban a convencer al otro sobre su religión, sino que era para trabajar cuestiones en común. Fue muy enriquecedor y motivador intentar trabajar en los puntos que tenemos en común. 

Desde esa lógica venimos entablando relaciones entendiendo que, por ejemplo, el campo tiene sus cuestiones y nosotros las nuestras, pero en las cosas que tenemos en común, la de querer un país que crezca y genere riqueza y valor, nos une. Si tenemos la suerte de tener los suelos y la tecnología que tenemos, hay que aprovecharlo en virtud del desarrollo nacional y el agregado de valor. El campo no tendría sentido sin la industria y muchas industrias tendrían razón de ser sin el campo.

Estas dicotomías no se dan en los lugares por fuera de las zonas urbanas más importantes. Si vos te vas a cualquier localidad donde haya campo, industria o ciencia y tecnología como Santa Fe, eso no pasa. Nuestro mejor ensayo de laboratorio son las comunidades rurales industriales, como lo son Las Parejas, Armstrong, San Carlos, Franck, Esperanza o Rafaela. Son casos de éxito. Ahí no existe esta grieta, el campo es importante en el aporte que le da a la comunidad y eso convive con industrias de primer nivel a nivel nacional, regional o, por ejemplo, Crucianelli a nivel mundial. Ahí mismo encontrás centros científicos y tecnológicos que les permiten generar avances en la producción. Ahí la vinculación entre la educación y el mundo de la producción se da de forma natural por la necesidad de recursos del sector productivo para mejorar y levantar más ese umbral productivo tecnológico, ves también que los chicos se quieren quedar en su ciudad y se genera un sentido de pertenencia importante. Eso permite el progreso. 

Esos son los ejemplos, acá cerquita, de éxito. Si se escalan a nivel nacional veríamos resultados distintos. 

MP: Santa Fe cuenta con un amplio entramado científico tecnológico conformado por universidades y centros de investigación de alta complejidad entre otros, ¿qué aporte realizan al aparato productivo? ¿qué experiencias virtuosas podés recoger como ejemplo?

RG: Desde el punto de vista nacional uno de los ejes estratégicos en nuestra formación tiene que ver con la CyT. 

Estamos llevando adelante un ciclo de charlas disruptivas porque, más allá de que todos sabemos que hay métodos para evaluar nuestro acoplamiento a la tecnología 4.0, muchas veces con ese diagnóstico no nos alcanza. Necesitamos ver quién lo implementó, cómo y qué beneficios le trajo. 

Lo que hicimos desde el bloque joven de CyT UIA, con la conducción de Juanfer Torresi, a nivel nacional fue un ciclo de charlas de industriales para industriales. El ejemplo de la industria 4.0 es una mega automotriz que, obviamente, no cuenta con los mismos recursos que por ejemplo JMG, por eso buscamos ejemplos más concretos y mundanos que con distintas aplicaciones han podido cambiarle la vida a esas compañías. Para nosotros eso es muy motivador e importante, nos permite ver cómo estamos y hacia dónde ir.

Desde el punto de vista provincial, tenemos una relación muy aceitada con la Secretaría de Ciencia y Tecnología y Marina Baima – Secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación de Santa Fe-. Desde el 2020 se viene llevando adelante el programa de CyT Santa Fe 2030 (buscar ljnk) que implicó sumar a toda la comunidad científica, tecnológica y productiva en distintas mesas de trabajo para plasmar ideas. 

El 2021 nos sirvió para trabajar en ciertos puntos de dolor que pudimos relevar para ver hacia dónde van esos objetivos. Este año se está trabajando en redes de innovación local en distintos puntos del territorio con centros científicos, tecnológicos y la capacidad instalada de la provincia de Santa Fe para evitar duplicar gastos en equipos, herramientas y procesos de investigación y así potenciar las que tenemos para que verdaderamente sirva. 

También la vinculación con las universidades e institutos claves como el INTI, INTA, CONICET o la Dirección de Asistencia Técnica, nos permite estar interactuando y aprovechar las capacidades científicas tecnológicas que posee nuestra provincia para estar en la agenda que hoy nos imponen las tendencias globales.

Por Augusto Caviglia (@augustocaviglia), Gonzalo Brizuela (@Gonzabrizuela9) y Juan Chemez (@juansch_)