“En general, existen dos clases de oposiciones a la producción de hidrocarburos: la del ambientalismo, que brega por exigir a la industria mayores resguardos ambientales; y la del negacionismo, que directamente se opone a la búsqueda y producción de hidrocarburos”.
La afirmación proviene del Ministerio de Economía, cuando expresó su posición respecto de la explotación de hidrocarburos, al iniciarse en mayo el proceso de Consulta Temprana sobre el pozo exploratorio Argerich, a ejecutarse en el mar argentino, a 300 km de la costa de Mar del Plata. Pero no es una posición consensuada, al contrario: provocó un estruendo en la discusión ambiental y social.
El 30 de diciembre de 2021, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible aprobó la realización del proyecto de adquisición sísmica, presentado por Equinor Argentina, “con los alcances que surgen de esas actuaciones de evaluación de impacto ambiental”. Equinor llegó al país en 2017 con la lupa en proyectos de exploración, en Vaca Muerta, y con un 50% de participación en un parque solar de San Juan.
En esta ocasión, se trata de una exploración offshore, es decir, “frente a la costa”. Una exploración de hidrocarburos, en este caso sobre agua, se define como “la actividad o conjunto de actividades que se valen de métodos directos e indirectos, con la finalidad de identificar, descubrir y evaluar las estructuras geológicas capaces de contener hidrocarburos en el subsuelo”. La razón de su intervención tiene que ver con la tecnología especial que requiere la actividad, que no es nueva en el mundo, pero sí en el país. Es por eso que YPF se asoció con operadoras de alto nivel tecnológico, como la empresa estatal noruega. Equinor actuará también con Shell.
Respecto a la exploración en el mar argentino, de 1979 a la fecha se han realizado más de 400 mil kilómetros de líneas sísmicas en el lecho marino; y se perforaron 187 pozos de los cuales 36 son productivos. En 50 años de actividad, afirman desde el Palacio de Hacienda, “no hubo ningún reporte comprobado de daños a la fauna marina, ni ningún derrame que haya generado un daño irreparable en nuestras costas”.
“La exploración de petróleo en el norte del Mar Argentino, representa una gran oportunidad para el sector y para el país”, afirma Nicolás Barcos, politólogo especializado en energía y miembro de la revista Misión Productiva. Los argumentos se rigen en términos económicos: la exploración requiere de cuantiosas inversiones (U$S 720 millones sólo para la exploración de 18 áreas), que, de ser exitosa, habilitaría a la producción de petróleo hacia finales de la década. “Esta producción implicaría varios miles de millones de dólares de inversiones, generación de empleo de calidad y aumento de los ingresos fiscales, además de la tracción de proveedores locales y cierto desarrollo tecnológico. Solo una zona de la Cuenca Argentina Norte podría permitir la producción de unos 600 mil barriles de petróleo por día”, asegura.
Ecoconciencia
Sin embargo, reconoce que este tipo de iniciativas deben amoldarse al período de transición ecológica actual, y agrega: “Argentina tiene una matriz energética mucho menos contaminante que la media mundial. (La media global es de 28% mientras que en nuestra matriz representa el 1%). En el camino de transición, el mundo seguirá demandando hidrocarburos para sus economías, debido a que China e India van a ir reemplazando el uso del carbón por gas y petróleo”.
Además, resalta que la guerra entre Rusia y Ucrania dejó plasmada la importancia de la seguridad energética y lo nociva que es la falta de suministro de energía para una economía “por ser un insumo clave en toda la estructura productiva”.
De todos modos, la crisis climática y ecológica ya está decretada, por lo cual es trascendental pensar en proyectos energéticos en clave ambiental. Según la activista, periodista y Climate Reality Leader, Tais Gadea Lara, el proyecto aprobado va en contra de lo que la Agencia Internacional de Energía (IEA) estableció como obligaciones para que el sector de la energía alcance la neutralidad en carbono a 2050. Una de las metas era que en 2021 no se aprobaran nuevos desarrollos de petróleo y gas, justo lo que sucedió en el Mar Argentino.
“Estamos en una carrera descontrolada hacia el colapso de los ecosistemas. En esta década vamos a superar los 1,5 grados que nos lleva a los puntos de inflexión sobre la desertificación del 75% de la tierra”, advierte a Tiempo la especialista en relaciones internacionales, política ambiental y desarrollo regenerativo, Flavia Broffoni.
Es por eso que, entiende la especialista, las primeras preguntas antes de avanzar en este tipo de proyectos son políticas: “¿Para qué y cuánta energía vamos a necesitar en este contexto de transición energética? ¿Qué industrias la utilizan y a qué sectores se subsidiará a tal fin? Necesitamos repensar las prioridades en un contexto de escasez. No se trata solamente del autoabastecimiento ni de reemplazar importaciones”, reflexiona.
Por Nazarena Lomagno (@NazaLomagno) para Tiempo Argentino