El invitado de esta edición fue Gustavo Gándara, Arquitecto especializado en administración de la educación, actual Director Ejecutivo de la Fundación UOCRA y del Observatorio Educación Trabajo de la UBA, con quien conversamos sobre el rol que tiene el sindicato en la formación de sus trabajadores, contándonos los temas puntuales que lleva la fundación tanto en inserción como en innovación. A la par, dialogamos sobre las perspectivas del mercado laboral del sector de la construcción a través de los avances tecnológicos de la industria, y sobre el rol del Estado y el sector privado en el acompañamiento del proceso de capacitación.
Misión Productiva: Primero y principal, queremos consultarte sobre la Fundación UOCRA, ¿Cómo nace, cuál era el objetivo original y cómo se fue transformando con el tiempo, si es que se transformó?
Gustavo Gándara: La Fundación UOCRA nace en 1993 y el año que viene cumplimos 30 años.
La Fundación nace cuando Gerardo Martínez asume la Secretaría General de la UOCRA entre finales del 89 y principios de los 90. Él tenía un modelo sindical en la cabeza, quería, como él lo definía en ese momento, la construcción de una “red social”, que entienda que el trabajador, la trabajadora y su familia necesitan un colectivo de respuestas. No solamente la respuesta que el sindicato históricamente da y que tiene que ver con el salario y las condiciones laborales sino que pueda satisfacer otras demandas. En el caso de la Fundación, se crea para satisfacer la demanda educativa de los trabajadores.
Nuestro objetivo principal era entender culturalmente que para poder tener un trabajo con protección social asegurada, con salario digno y con proyección, cada trabajador requiere acceder a un nivel de calificación a través del proceso de formación. Sino se van a insertar de manera precaria, sin garantías en términos de los derechos que cualquier trabajo tiene que tener.
En un primer momento, en los noventa con todo el proceso de privatizaciones, lo que antes hacían las propias empresas, se empieza a tercerizar en empresas constructoras. Entonces, las cloacas, los tendidos de fibra de conectividad y las redes de gas lo pasó a hacer una empresa constructora con trabajadores nuestros y nuevas tecnologías. Todo eso implicó un salto tecnológico y ahí es donde la Fundación nace, en un período donde tuvimos que ocupar un espacio que el Estado dejó vacante.
Ahí empezamos a montar una estructura para satisfacer esas demandas. Hoy la Fundación incluye 36 escuelas en todo el país con 54 servicios educativos y cerca de 30 mil vacantes disponibles para los trabajadores, de forma gratuita anualmente en diferentes ofertas que van desde las terminalidades, la formación profesional, institutos terciarios, acuerdos con universidades, programas de becas y procesos de formación continua en escuelas y empresas con certificación de competencias.
Con el tiempo hemos sumado la actividad cultural, tenemos un teatro y un programa bastante amplio. Tenemos medios de comunicación, como un canal en la televisión abierta y una revista. También tenemos dos institutos de investigación -uno propio y uno asociado con la Universidad de Buenos Aires- y unidades móviles de capacitación que recorren el país con una serie de actividades bastantes grandes y dinamizadas en el país. En cada obra de construcción que vean, nosotros estamos antes y durante.
MP: En un momento dijiste que desde la fundación vienen a cumplir un rol que el Estado dejó ausente y después hablaste acerca de la vinculación con el Estado, ¿hoy cómo ves esa coordinación con el Estado nacional?
GG: Si bien hay una ausencia por parte del Estado en algunos aspectos de la formación también hay un crecimiento de esta cultura en donde los sindicatos se hacen cargo del proceso formativo de sus propios trabajadores. Estos dos caminos en algún momento se cruzan y diría que hoy lo que hay es una política de Estado que empieza a entender la importancia de la formación y que incentiva la participación de las organizaciones sociales y, particularmente, sindicales en estos procesos de calificación.
Nosotros somos constructores de política, la discutimos y generamos espacios donde sentarnos y ser parte. Por eso somos conscientes que las políticas públicas, en términos generales, se piensan desde un marco nacional, general y global, pero tienen que ser sectoriales. Es decir, hay una parte de la discusión donde se piensa una política de promoción específica pero después necesitas una discusión sectorial para adaptarla ya que no es lo mismo el sector de la construcción, el textil o el marítimo.
MP: Recién comentabas un diagnóstico: la política lo empieza a entender. ¿Por qué crees que la formación no tiene el rol político que amerita que tenga?
GG: Creo que esto está cambiando y hoy hay cierta conciencia de la política en construir una postura sobre esta temática. Lo que pasa es que aún no está lo suficientemente arraigado en los líderes de la política que el futuro de las naciones está ligado claramente al nivel de calificación o instrucción de su población.
Cuando miras los países desarrollados, el diferencial más claro es el educativo. El nivel de inversión que hay que tener implica una decisión política que necesita tiempo. Hoy en Argentina tenemos 12 millones de personas que están afuera del sistema educativo y laboral. Adultos que hoy deberían ser parte de la población laboralmente activa, generando productividad y competitividad para el país, hoy están afuera.
MP: ¿Y cómo crees que se podría atacar está problemática?
GG: Hay políticas de formación continua y políticas de empleo en las que hay que invertir. En principio, hay que dejar de subsidiar el desempleo para subsidiar el empleo; si bien parece un juego de palabras, hay un abismo entre una cosa y la otra. Para eso vos necesitas la calificación, hay programas y metodologías de formación rápida y efectiva, que te permiten dotar a la gente de esa calificación e insertarse laboralmente en 3 meses. En el sector de la construcción hoy tenemos pleno empleo, con alta demanda de trabajadores, pero sigue habiendo 12 millones de personas afuera. Todo eso hay que construirlo. Hay metodologías, hay programas, hay posibilidades. Creo que hay recursos, el tema es que el Estado no articula.
MP: Otro actor con el que ustedes tienen que vincularse permanentemente es el sector privado, ¿Cómo es ese vínculo? ¿Cuáles son las capacidades que necesita este sector?
GG: Tenemos un vínculo estratégico con el sector empresario, con un diálogo y una idea común. Hay confianza y esto se logra a lo largo de los años. El tema de la calificación siempre está presente porque permanentemente, hora tras hora, una empresa está tomando gente y necesita asegurar que haya un trabajador que le garantice la calidad de trabajo.
Fuimos logrando con pequeñas experiencias y convenios sucesivos ir ratificando un sistema. Eso da mucho impulso. La verdad es que hay una muy buena relación y nos permite ir teniendo todos los años unas perspectivas de la demanda potencial e inclusive de las cuestiones de innovación tecnológica; esto nos permite que podamos estar siempre un paso adelante para ir pensando qué cosas se vienen y trabajarlas. De hecho, hace un par de años estamos trabajando los temas de realidad virtual e inteligencia artificial. La ciudad nos aprobó una tecnicatura de inteligencia artificial y empieza en marzo del año que viene.
MP: Mencionaste el tema de los avances tecnológicos y el impacto sobre la mano de obra en el sector de la construcción, ¿Cómo te imaginas el futuro del trabajo y qué perspectiva tienen desde la fundación?
GG: Acá tenemos una postura muy clara: el tema de la base tecnológica para nosotros es una oportunidad para mejorar la calificación de los trabajadores, mejorar los salarios y las condiciones de trabajo. Lo vemos como una oportunidad.
Primero hay un contexto, el avance tecnológico en la construcción existe, Hay lugar para tecnología de punta y hay lugar para poner seis albañiles, donde se necesitan tres. En el corto plazo no observamos un tema de suplantar trabajadores sino de incorporación tecnológica. En Argentina necesitas bastante previsibilidad y más en la industria de la construcción para hacer una inversión, entonces ahí hay una dificultad.
La formación no se trata de trabajadores nuevos que reemplazan a viejos, son los mismos trabajadores que hay que calificarlos para que tengan una perspectiva de desarrollo mucho más amplia de la que tienen hoy. Entonces, te manejan una tecnología tradicional, pero tienen la posibilidad de un proceso de trabajo no tradicional que les permite abrir su aspecto laboral.
La última gran innovación del sector para la Argentina, no para el mundo, fue la construcción industrializada o en seco de las viviendas. Ahí hay una innovación tecnológica y de proceso de trabajo y de materiales. De alguna manera vemos que esas pequeñas innovaciones tecnológicas mejoran las condiciones de trabajo porque requieren menos esfuerzo. Están en un lugar más saludable, en un ambiente con menos residuos, trabajan más rápido y con menos esfuerzo.
MP: Yendo a la estructura del sector de la construcción, sabemos que es un sector masculinizado donde la participación femenina es muy baja ¿Cuáles son las políticas que la Fundación puede desplegar para cambiar eso?
GG: La inclusión de mayor cantidad de mujeres en el sector de la construcción es un eje fundamental para UOCRA. El año pasado, firmamos un acuerdo entre la Cámara Argentina de la Construcción (COMARCO) y el sindicato generando la primera política de género y diversidad en la industria de construcción con un plan de acción que tiene tres componentes: difusión e información, formación e impacto.
La idea es tratar de generar una política con el Ministerio de Obra Pública, junto con los actores del sector, para fortalecer el ingreso de la mujer y los colectivos a la industria de la construcción. Inclusive, ahí se están elaborando algunos ejemplos de qué modificaciones hay en los pliegos licitatorios para mejorar la inclusión. Todo esto es muy complicado ya que lo que se tiene que generar es un cambio cultural.
Si bien hay un montón de cosas para resolver, lo que hay es una decisión política del sector y el Estado de decir: construyamos una política de inclusión para ir resolviendo estos temas y generar un cambio cultural en las empresas. Eso existe como decisión política e institucional a partir de acuerdos firmados.
Hicimos un par de Investigaciones de por qué hay tan pocas mujeres en este sector y se observa que la mayoría piensa que la construcción no es un lugar para insertarse cuando en realidad hay un montón de oficios y de posiciones que pueden ejercer. Desde la fundación lo que venimos haciendo es incentivar a que ingresen en los procesos formativos, pero eso no garantiza que quieran insertarse en la industria y este es el otro punto a trabajar. Pasamos de tener históricamente 1500 mujeres en el sector a tener 4000 mujeres que trabajan en la construcción manejando máquinas y soldadoras.
También logramos incentivos económicos para la inserción de la mujer en la industria, junto al Ministerio de Trabajo, quienes acaban de sacar un programa donde financian espacios de cuidado. De hecho, ahora estamos planteando con el Ministerio de Obras Públicas una red de escuelas con espacios de cuidado que garanticen que la mujer jefa de hogar pueda formarse.
Tenemos que generar los incentivos, programas formativos e información para que tomen la decisión de decir “es una industria como cualquier otra con su particularidad, pero puedo ir, participar y me puedo desarrollar”.
MP: Hablamos, en términos de desafíos, de empleo frente a las nuevas tecnologías, de la masculinización del sector y mencionaste el factor ambiental, ¿qué otros desafíos aparece en la agenda como planes a abordar desde la fundación?
GG: Nosotros tenemos tres temas principales que identificamos como los desafíos prioritarios a abordar.
En primer lugar, el tema ambiental. Estamos trabajando mucho el uso del agua en las obras, la deposición de los residuos y el uso de materiales sustentables para la construcción. Armamos varios programas, todas experiencias piloto, para comprender y saber qué hacer. Para esto tenemos un área específica que trabaja el tema del cuidado ambiental.
El segundo tema de agenda, que diría es de los más importantes ya que está dentro del marco de la salud y la seguridad, es las adicciones en el mundo de la construcción. Es un problema claro y grave. Llevamos un trabajo muy fuerte con los delegados de sensibilización para atender la problemática, no estigmatizar y darle una oportunidad a todos los compañeros.
El tercer tema es la transición de la informalidad a la formalidad. En este punto hay que meter mucha cabeza para pensar cómo generamos trabajo digno. Nosotros seguimos insistiendo en que la salida es una sociedad asalariada, con derechos, igualdad de oportunidades y la posibilidad de desarrollarse. Creo que acá el tema formativo es crucial y es importante trabajar fuertemente con los incentivos o subsidios del empleo.
También estamos trabajando para garantizar los derechos laborales en los cooperativistas que están en la industria. Hicimos una investigación y tenemos unas 1.500 cooperativas detectadas que trabajan en la industria de la construcción y, obviamente, no garantizan, en términos generales, los derechos de un mismo trabajador.
MP: Vimos que tienen un programa de formación en contextos de encierro, ¿Cómo hacen ese rol de inserción social post salida del sistema penitenciario?
GG: Buenas pregunta. A partir de este programa con el sistema penitenciario, donde recorremos cárceles tanto de hombres como de mujeres y reformatorios de menores, formamos a los compañeros y compañeras seis meses antes de cumplir su pena, con la idea de que puedan salir y rápidamente insertarse en el mercado laboral.
A cada uno que complete la formación, les damos la tarjeta SoyConstructor para que salgan con una experiencia corroborable. En esta tarjeta está la historia laboral y educativa de cada uno de los trabajadores de la construcción, y es lo que le pide la empresa para incorporarlo naturalmente.
MP: Comenzaste reflexionando sobre esta idea de “red social” que inicia el sindicato, y cerraste con la afirmación que sostienen acerca de la relación asalariada como forma de estructuración de la sociedad y de las cuestiones laborales, ¿por qué crees que está más vigente que nunca cuando uno ve que hay muchas presiones hacia otro tipo de relaciones laborales?
GG: Es un punto bastante filosófico. El cambio social en términos de las relaciones laborales, como la individualización de la relación laboral, no es más que una estrategia del capitalismo para mejorar sus ingresos o sus probabilidades. Todo es parte de un proceso de individualización donde nos encerramos en un mundo cada vez más pequeño y donde se pierde el concepto solidario, el concepto del proyecto colectivo y la mística de la causa común.
La lógica de la inclusión como colectivo desfavorecido es absolutamente funcional a ese modelo económico que te dificulta la construcción de un proyecto solidario mucho más importante, un proyecto de Nación, un proyecto de región y de sociedad.
Nosotros abogamos por una sociedad salarial porque queremos construir una sociedad de clase media que tenga un proyecto común de nación social. Creo que una sociedad salarial con organizaciones fuertes garantiza un proceso de diálogo social y de negociación con ciertos estándares que perduran en el tiempo. Todos queremos derechos pero después ¿Quién los financia? En algún momento hay que plantear derechos y hay que plantear cómo financiamos que la gente acceda a esos mejores derechos.
Por Martín Alfie y Paloma Varona.