Hidrógeno, una oportunidad en la transición energética

Uno de los sectores de nuestra economía que más potencial tiene es indudablemente el del hidrógeno bajo en carbono, apalancado en una extraordinaria dotación de recursos renovables que permitirían obtener precios muy competitivos para este vector de energía, clave para avanzar en la descarbonización de la economía global.

hidrogeno

Mientras la pandemia comienza a ceder, todos deseamos volver a las antiguas rutinas que nos devuelvan aquella vieja normalidad. Sin embargo, en este proceso debemos rescatar algunas importantes lecciones que la crisis sanitaria nos dejó: 1) sistemáticamente subestimamos riesgos y desafíos de escala global que ponen en riesgo nuestra propia salud y seguridad, y 2) los costos de actuar tardíamente suelen ser muy elevados. 

Es muy difícil no trazar un paralelismo entre esta crisis y la emergencia climática que enfrenta la humanidad, la cual probablemente sea el mayor desafío que debe afrontar la civilización desde la última glaciación. Contaminamos tanto nuestro ambiente que enfrentamos riesgos que resultan extremadamente difíciles de conmensurar y que impactarán en la vida de miles de millones de personas, fundamentalmente en la de aquellas que enfrentan mayores carencias socioeconómicas.

No debemos subestimar la agenda climática a nivel local. Debemos hacer un adecuado balance de las fortalezas y debilidades que nuestro país tiene para enfrentarse a una nueva estructura económica a nivel global -que por lo cierto hoy ya se está configurando- atravesada por una compleja puja de poder entre sectores económicos y políticos, tradicionales y emergentes, signada por la relevancia cada vez mayor de la transición energética.

El hecho de que algunos de los sectores más dinámicos de nuestra economía se basan en la explotación de recursos naturales nos obliga a ser muy razonables y proactivos en el desarrollo de nuevas oportunidades, ya que muchas de las ventajas naturales competitivas con las que contamos son cada vez más frágiles por el deterioro del capital natural, pero al mismo tiempo nuestros recursos tienen una inmensa demanda y en muchos casos son la fuente para el despegue de nuevas actividades y sectores.

Hidrógeno y descarbonización

Uno de los sectores de nuestra economía que más potencial tiene es indudablemente el del hidrógeno bajo en carbono, apalancado en una extraordinaria dotación de recursos renovables que permitirían obtener precios muy competitivos para este vector de energía, clave para avanzar en la descarbonización de la economía global.

Actualmente, la producción mundial de hidrógeno -unas 70 toneladas anuales- es destinada principalmente a la generación de fertilizantes, combustibles y lubricantes, aunque también tiene diversas aplicaciones que van desde el procesamiento de alimentos hasta la industria metalúrgica y siderúrgica, e incluso la electrónica, aunque su difusión es aún muy restringida. Un mayor peso del hidrógeno como fuente de combustible podría multiplicar notablemente su demanda en las próximas décadas.

Como la combustión del hidrógeno no genera emisiones, su uso como sustituto de los hidrocarburos fósiles se destaca particularmente en aquellos procesos en los cuales la electrificación no parece factible o conveniente, como podría ser el caso de medios de transporte que requieren alta autonomía -vehículos de carga, buques, trenes e incluso aviones- o procesos industriales con gran demanda de calor. Adicionalmente, también podría tener usos domésticos o comerciales, como parte de los sistemas de calefacción, en la inyección en gas de redes para reducir su componente fósil, o bien, como medio para el almacenaje para la generación de energía.  

El debate entre gris, azul y verde

Bajo este escenario, el crecimiento de la demanda no puede ser abastecido con los métodos actuales de producción de hidrógeno. Más del 90% de la demanda mundial del hidrógeno es cubierta con el denominado hidrógeno gris, que se genera a partir del reformado de gas natural con vapor, un proceso que resulta muy intensivo en combustibles fósiles y que genera emisiones equiparables a las generadas por el Reino Unido e Indonesia combinados. Es allí donde cobran alta relevancia las alternativas de hidrógeno bajo en carbono.

Estos tipos de hidrógeno se basan en procesos productivos que tienen reducido o nulo nivel de emisiones, entre los cuales se destacan los llamados hidrógeno azul y verde. El primero consiste en lograr, a partir de métodos físicos y químicos, la captura de las emisiones de carbono generadas en el proceso productivo tradicional del hidrógeno azul, para transportarlas y almacenarlas impidiendo su liberación a la atmósfera. El hidrógeno verde, por su parte, es aquel obtenido a partir de un proceso nulo en emisiones de carbono, como el de la electrólisis del agua alimentada por energía eléctrica de fuente eólica o solar que no contamina ni en el proceso de producción de hidrógeno ni en la generación de energía utilizada para su obtención. Si bien la electrólisis no es el único método, actualmente es el que suscita más interés en el mercado. 

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Fuente: Gasunie en theworldofhydrogen.com

El impuso al hidrógeno azul requiere de diversos factores, entre ellos la disponibilidad de tecnología madura y asequible de producción y la existencia de una vasta infraestructura gasífera en vastas regiones del mundo que facilite su rápido crecimiento. Indudablemente, no puede soslayarse también la presión de la industria hidrocarburífera, dado los crecientes riesgos subyacentes de que las reservas de petróleo y gas se transformen antes de lo previsto en stranded assets, o activos obsoletos, lo que aumenta la probabilidad de que la explotación de estos recursos se vuelva irrealizable tanto por su elevado costo económico como por la inviabilidad de liberar a la atmósfera el nivel de emisiones que implica su aprovechamiento. 

El valor del hidrógeno verde, por su parte, viene siendo traccionado por la estrepitosa caída que tuvo el costo de la generación de energías renovables, especialmente la eólica y la solar.  En la última década, de acuerdo con IRENA, el costo de la energía solar fotovoltaica se redujo un 85%, en tanto que la energía eólica onshore lo hizo en un 56%. En igual período, la capacidad instalada de generación de energía solar fotovoltaica se multiplicó por 17 y la eólica por 4. En este sentido, la generación de energía vía fuentes renovables ya se convirtió en la más económica para la incorporación de nueva capacidad de generación, resultando incluso más accesible que el carbón. 

Tomando esto en consideración, la agenda política internacional y el posicionamiento corporativo de grandes grupos económicos -incluso del sector de la energía- parecen indicar que el horizonte está en el hidrógeno verde. No sólo por su impacto en términos ambientales sino también por las proliferantes restricciones de toda índole que se empiezan a cernir sobre la industria de los combustibles fósiles, los subsidios a la producción -especialmente a los no convencionales- y el acceso al financiamiento privado, público y multilateral cada vez más restrictivo para dicha industria.  

Oportunidades para Argentina 

Indudablemente este escenario de transición energética, con el hidrógeno creciendo como alternativa, abre un abanico de oportunidades muy interesantes para nuestro país. Si hablamos de hidrógeno azul,  tenemos el enorme potencial de Vaca Muerta para generar gas suficiente y a precio competitivo. En lo que refiere a hidrógeno verde, tenemos recursos eólicos excepcionales en la Patagonia, pero también en la Provincia de Buenos Aires, y el NOA. Esta última región y Cuyo son también zonas con niveles de radiación que permiten tener generación solar muy eficiente. Esto nos permite acceder a energía renovable altamente competitiva para producir hidrógeno verde tanto para autoabastecimiento como para exportación.  Además, contamos con capital humano experimentado y know how en industrias conexas que nos dan una perspectiva positiva para lo que podría ser el desarrollo del sector a nivel doméstico. 

En la actualidad, grandes potenciales demandantes de hidrógeno verde tienen la atención puesta en diversos polos de producción en todo el mundo que podrían ser altamente competitivos en su producción y exportación a los grandes centros de consumo como la Unión Europea, Japón, Corea o China. Entre estos polos identificados, se destaca América del Sur, y particularmente Argentina y Chile, por su riqueza en energía eólica y solar.

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con la industria del gas y petróleo, con larga tradición en nuestro país, debe ponerse mucha atención a las condiciones de mercado que hacen que la energía renovable -y en consecuencia el hidrógeno verde- sea asequible y competitiva. La producción de energía renovable es una actividad capital intensiva con costo marginal prácticamente cero. La producción del hidrógeno verde, por su parte, repite el patrón de ser una actividad intensiva en capital, y su costo será casi exclusivamente el de la generación de energía asociada a su producción.

La experiencia internacional y local indica que, por su forma de financiamiento, los proyectos de energía renovable son muy sensibles a los riesgos percibidos en un mercado, vinculados con la estabilidad macroeconómica, la madurez del mercado de energía, el marco regulatorio, entre otros, lo cual afecta el costo del capital y en consecuencia el precio final de la energía. 

Es arriesgado extrapolar totalmente este escenario a los proyectos de producción de hidrógeno por sus características diferenciales, ya que podríamos pensar que la generación de energía renovable asociada a estos proyectos no depende de la existencia de un mercado doméstico de energía consolidado ni está expuesta directamente a impactos de la política pública como sí sucede con el resto de los mercados energéticos pero queda claro que el costo del capital será el factor más determinante para la competitividad de esta industria.

Sortear este escollo es uno de los grandes desafíos para convertir al hidrógeno verde en una alternativa viable en el mediano plazo y mejorar su competitividad relativa frente al hidrógeno azul. Superarlo es también la llave para que podamos ser un jugador relevante en este mercado a nivel internacional, y así atraer inversiones, divisas, y generación de empleos.

La velocidad de avance de la descarbonización a nivel global le marcará el ritmo al crecimiento del hidrógeno bajo en carbono y la abundancia de fondos para financiar esta transición. Nuestra dotación de recursos renovables nos coloca en una inmejorable posición para garantizar la factibilidad técnica de los proyectos. Resta consensuar y coordinar las bases para lograr que el paulatino despegue de esta industria se afiance definitivamente en el mediano plazo.