Cadena de Valor | ¿Cómo afecta la inflación a la producción?

En el #CadenadeValor de hoy, vamos a enfocarnos en los impactos que tiene la inflación y la estabilización en la actividad y en la economía real, en particular desde el lado de la producción. Y también, a lo largo del newsletter vamos a ir pasando desde algunas cuestiones teóricas o académicas hacia aspectos más concretos de la economía argentina del hoy.

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Miércoles 29 de Junio

¡Buen día! ¿Cómo les va? Yo muy bien, esta semana no me tocó viajar así que les escribo desde Buenos Aires.­

“La guerra contra la inflación”

El miércoles pasado me tocó dictar la clase sobre planes de estabilización que hace tres años doy en Estructura Económica Argentina en la UBA. Es una clase que invita a la reflexión y se presta al debate, considerando el panorama macroeconómico actual de nuestro país. Y esto se vuelve más fundamental aún en el marco de la aceleración inflacionaria que atravesamos en los últimos meses y de la “guerra” que transitamos, como la calificó el Presidente hace unas semanas.

Me quedaron bastantes cosas dando vueltas por la cabeza sobre el tema y voy aprovechar este espacio para compartirlas. Pero vale hacer una aclaración primero: desde Misión Productiva nos enfocamos en poner el eje de la discusión sobre el desarrollo de nuestro país en la parte productiva. En ese sentido, me voy a tomar una licencia para hablar de macroeconomía, pero va a ser una licencia a medias. En el #CadenadeValor de hoy, vamos a enfocarnos en los impactos que tiene la inflación y la estabilización en la actividad y en la economía real, en particular desde el lado de la producción. Y también, a lo largo del newsletter vamos a ir pasando desde algunas cuestiones teóricas o académicas hacia aspectos más concretos de la economía argentina del hoy. Arranquemos…­

Y arrancamos desde lo más básico: ¿incide la inflación en el nivel de actividad de la economía? Esta puede parecer una pregunta “tonta”, pero a nivel teórico este debate existe hace mucho tiempo en nuestra disciplina. Algunas corrientes monetaristas han postulado la neutralidad o “superneutralidad” del dinero, según la cual la expansión de la base monetaria (y la consiguiente suba de la inflación por los mecanismos planteados por esta teoría) no afectan a la economía real sino que meramente modifican su nominalidad. Por otro lado, otras corrientes plantean que la inflación tendría una correlación positiva con el nivel de actividad, tal como refleja la Curva de Phillips. Y de hecho, esta discusión puede ser razonable y válida en un contexto de inflaciones bajas. Sin embargo, esto tiene un límite para inflaciones más altas, tal como reflejan los análisis empíricos. De acuerdo a un estudio de Maia, Pierri y Trajtenberg para la economía argentina, la inflación empieza a tener efectos nocivos sobre la actividad en nuestro país a partir de un 12,9% anual. Y otros papers a nivel internacional encuentran umbrales similares e incluso más bajos para los países industrializados.

Ahora bien, ¿cómo es que la inflación tiene este efecto sobre la producción? Podríamos enumerar varios aspectos a través de los cuales la inestabilidad de precios afecta a las decisiones de consumo y de inversión, así como a la economía real en su conjunto. Vamos a enfocarnos en tres aspectos distintos, enfocándonos en el costado productivo:

En primer lugar, la inflación viene acompañada de una creciente inestabilidad macroeconómica. Esta dificulta la planificación, al no tener un horizonte claro sobre la dirección de la economía y de los precios producto de la volatilidad, acelerando el ciclo económico y generando crisis más recurrentes, y por ende desalentando las inversiones de largo plazo. Estas son justamente las inversiones productivas, que requieren un mayor tiempo de ejecución y tienen retornos en plazos mayores, por lo que la situación desalienta el crecimiento de la oferta de la economía. Las expectativas relevadas por el Banco Central señalan que se espera que el año cierre con una inflación de entre 55% y 81% (como se ve en el gráfico de abajo), una brecha de más de 25 puntos –para 2023 esta brecha supera los 40 puntos–, lo que refleja la dificultad para proyectar que existe hoy incluso para el corto plazo. Esto genera que estemos entrando en un régimen de alta inflación, con contratos cada vez más cortos e indexados, generando que la proyección a largo plazo sea cada vez más difícil.

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Por otro lado, esta situación de volatilidad afecta también en gran medida los precios relativos. Durante los procesos inflacionarios, no todos los precios suben en igual magnitud o a la misma velocidad. Estos cambios constantes en los precios relativos dificultan entender qué actividades resultan más o menos rentables y a su vez afectan constantemente las estructuras de costos y de rentabilidad de las empresas.

La tercera pata tiene que ver con el efecto nocivo sobre el mercado de crédito. Todos los puntos mencionados anteriormente conllevan una mayor dificultad para analizar el riesgo de los distintos proyectos productivos y prospectos de préstamos por parte de los bancos, que prefieren recurrir a activos más seguros. En ese sentido, la inflación también conduce a una contracción del crédito privado, lo que limita el financiamiento productivo tanto de corto plazo (para capital de trabajo) como de largo plazo (para proyectos de inversión).

Y todo esto tiene su dinámica de retroalimentación. Entre otros precios relativos que afecta, la inflación incrementa la volatilidad cambiaria (uno de los principales precios de la economía). En este marco, dificulta la inserción exportadora y la planificación de proyectos de inversión para abastecer mercados externos, por todos los efectos mencionados anteriormente. Esto erosiona aún más el frente externo, lo que incrementa las presiones cambiarias y por ende las inflacionarias también, generando un círculo vicioso.

­De todas estas formas es que la inflación tiene un impacto negativo sobre la actividad desde el lado de la producción, y a esto habría que sumarle los efectos que genera por el lado del consumo o la política pública. Así, la estabilidad macroeconómica se vuelve fundamental también para lograr un mayor impacto de la política productiva, cuyo alcance y repercusión se ve limitado por los efectos de la inflación, generando los desafíos que bien destacaba Martín Alfie en este artículo que publicamos hace unos meses (allí va el Autobombo #1).

El problema entonces es, ¿cómo se resuelve una situación así? Ahí es donde entran los planes de estabilización, que están cobrando creciente relevancia en la discusión económica cotidiana. El objetivo de un plan de estabilización es generar un contexto de mayor previsibilidad para la economía, no solo bajando la inflación sino además reduciendo la volatilidad, de forma tal de poder tomar mejores decisiones y a mayores plazos. De esta forma, genera un escenario de mayor certidumbre para la inversión y el desarrollo productivo. Pero este no es el único efecto positivo que tiene sobre la producción. Conversando con Joaquín Waldman, integrante de Misión Productiva que está haciendo un doctorado sobre este tema en CEDES-CONICET, me remarcaba que “las estabilizaciones exitosas también suelen ser expansivas por el lado de la demanda, incrementando el consumo y el salario real, además de la producción”.

La mala noticia es que hoy no contamos con las condiciones necesarias para encarar un plan de estabilización, según Waldman: “mirando las experiencias históricas de nuestro país y del mundo, reducir la inflación de forma sostenible requiere determinados puntos de partida que hoy no están presentes en Argentina, como mejores resultados fiscales y externos”. En este contexto, Waldman considera que es difícil que la economía “logre un crecimiento sostenido”.­

Este diagnóstico pareciera ser compartido, de mínima, por las autoridades del Banco Central, que el lunes impuso nuevas medidas de restricciones al giro de divisas para las importaciones. Medidas como esta tienen un efecto inflacionario y recesivo que acompaña todo lo que dijimos anteriormente: encarece el acceso a productos e insumos importados sin afectar de forma directa los exportables (aunque sí los pueda impactar de forma indirecta), alterando los precios relativos de la economía y aportando a la inflación en su conjunto, además de tener un efecto negativo sobre la actividad económica y la producción. El contrafáctico, vale aclarar, podría ser incluso peor: dado el contexto externo endeble, la alternativa sería necesariamente devaluatoria y probablemente tendría impactos recesivos más directos.

En este sentido, el BCRA pareciera “elegir” el ajuste recesivo por sobre una estabilidad hipotética para la que no estarían dadas las condiciones. Esto forma parte de un ajuste recesivo “por goteo” que se viene implementando hace tiempo, en pos de sostener la estabilidad cambiaria en el mercado oficial, pero que lejos está de resolver los problemas estructurales de la economía de nuestro país.

El desafío de política está en lograr dar ese “salto” desde el ajuste “recesivo” hacia el ajuste “estructural”, que permita expandir la producción, la oferta y las exportaciones. Esta es la forma virtuosa de resolver los problemas estructurales que enfrentamos permanentemente como país, algo sobre lo que escribí algunas líneas en Ámbito hace unos meses (Autobombo #2). El aporte de la estabilidad macroeconómica es clave para sentar las condiciones que permitan encarar ese ajuste o cambio estructural que tanto necesitamos para que el crecimiento pueda ser al mismo tiempo social y económicamente sostenible. En esto, macro y microeconomistas tenemos que trabajar en conjunto.

Si querés saber más del tema, te dejo algunas cositas que te pueden llegar a interesar:

En primer lugar, les recomiendo escuchar lo que tienen para decir Rapetti, Palazzo y Waldman sobre las posibilidades que existen de encarar una estabilización inflacionaria, en un panel que organiza mañana a las 11 horas la Universidad Nacional del Sur.

Por otro lado, les voy a dejar link al paper de cabecera que uso para dictar la clase en UBA, escrito por Daniel Heymann, a mi consideración uno de los mejores macroeconomistas de nuestro país.

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Otros temas para seguir de cerca:

Hace dos semanas se concretó la primera exportación de trucha arcoíris criada a partir de la piscicultura de nuestro país. La misma fue realizada por Newsan Food, la división alimentaria del conglomerado industrial Grupo Newsan. La actividad se está realizando en la cuenca del Río Limay, en Neuquén, con autorización de SENASA sobre los estándares sanitarios y ambientales del proceso productivo. Esto es un gran paso para el desarrollo de la actividad acuícola para el país, que presenta un gran potencial de desarrollo tanto exportador como de la cadena de valor, por su demanda de servicios actividades intensivas en conocimiento. Algunos de estos potenciales los pueden encontrar en el Diálogo Productivo que tuvimos hace poco con el Director Nacional de Acuicultura, Guillermo Abdala Bertiche (Autobombo #3).

Por otro lado, ayer se conoció que la FDA (órgano regulatorio estadounidense en materia alimentaria) opinó favorablemente sobre el uso del trigo HB4 desarrollado por Bioceres, al considerar que se trata de un producto seguro para el consumo. Aún resta la aprobación en cuanto a su comercialización, que depende del Departamento de Agricultura. Este hito se suma a la aprobación de la soja HB4 en China que abordamos en #CadenadeValor hace unas semanas (Autobombo #4) y va posicionando a Argentina como referente a nivel internacional en lo que respecta a biotecnología agrícola de tolerancia a la sequía, fundamental para enfrentar los desafíos vinculados a la seguridad alimentaria en el marco del cambio climático.

Autobombo #5: la semana de Misión Productiva.

Para el caso que no lo hayan leído, la semana pasada publicamos una nueva edición de Diálogos Productivos, en la que conversamos con Julio Fazio, dirigente de la Unión Industrial Joven de Salta y director de la empresa Cerámica Salteña. En esta entrevista, nos cuenta tanto sobre la historia y el desarrollo de la empresa como también las perspectivas que existen para el desarrollo de la industria en el Norte Grande, particularmente a partir de la actividad minera.

Un abrazo y nos leemos en dos semanas.

Pablo

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