El desarrollo productivo será federal o no será

Argentina es uno de los países con mayores niveles de desigualdad territorial. La diferencia del ingreso per cápita entre las provincias más ricas (CABA, Tierra del Fuego) y las más rezagadas (NOA, NEA) llega a 6 veces. Para tomar como referencia, en Italia, un ejemplo de país desigual del primer mundo, la brecha es de apenas dos veces. Asimismo, los datos de empresas y empleos registrados per cápita del país muestran enormes heterogeneidades territoriales.

El desarrollo productivo será federal o no será

Argentina tiene numerosos problemas ligados a su subdesarrollo económico. La desigualdad territorial y el pobre desempeño exportador son dos de los principales déficits de nuestra estructura económica. La buena noticia es que ambos tienen una posible salida en común: la apuesta a sectores exportadores con potencial aún subexplotado. Los hidrocarburos, la minería, la agroindustria, el sector foresto-industrial, el hidrógeno verde, los servicios basados en el conocimiento y la acuicultura son los sectores que, con los incentivos correctos, pueden atacar simultáneamente ambos déficits estructurales de nuestra economía.

Argentina es uno de los países con mayores niveles de desigualdad territorial. La diferencia del ingreso per cápita entre las provincias más ricas (CABA, Tierra del Fuego) y las más rezagadas (NOA, NEA) llega a 6 veces. Para tomar como referencia, en Italia, un ejemplo de país desigual del primer mundo, la brecha es de apenas dos veces. Asimismo, los datos de empresas y empleos registrados per cápita del país muestran enormes heterogeneidades territoriales.

empleo

Además, la excesiva concentración territorial en el AMBA (que rompe récords a niveles internacionales) genera no solo problemas de ingresos, sino de calidad de vida, acceso a la vivienda, infraestructura básica, logística, entre otras. Reducir la desigualdad territorial y potenciar la creación de empleo fuera del AMBA debe ser una misión prioritaria de la política productiva.

Otra de las misiones clave para mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad es el aumento de las exportaciones. La pobre performance exportadora es una de las principales causas del mal desempeño económico de nuestro país. Por lo tanto, desarrollar sectores exportadores es una de las condiciones necesarias (junto a la consistencia macroeconómica) para evitar las crisis recurrentes de balance de pagos que atraviesa nuestro país.

Potencial exportador y federal de los sectores productivos

El desarrollo de los sectores mencionados en el primer párrafo contribuiría sustancialmente a la solución de ambos problemas, dado que pueden generar un salto macroeconómicamente relevante en materia de exportaciones y, a su vez, impulsar la creación de empleo fuera del AMBA. 

El sector con mayor potencial para lograr un aumento exponencial en materia de exportaciones en la próxima década es hidrocarburos. El excelente rendimiento de los pozos de Vaca Muerta, tanto en gas como en petróleo, como los cambios geopolíticos producto de la guerra en Ucrania, abren una escenario promisorio en materia de exportación (Arceo et. al, 2002). Como es de público conocimiento, existen algunos limitantes, a raíz del elevado “costo financiero argentino” para financiar proyectos intensivos en capital y a largo plazo (gasoductos, planta de GNL), que abren interrogantes acerca de los tiempos. Sin embargo, todo indica que, tarde o temprano, Argentina será un jugador importante en el mercado global de hidrocarburos. Si bien hay distintos tipos de escenarios y proyecciones, podría alcanzarse los US$ 15.000 millones anuales de exportaciones hacia el final de la década.

El impacto directo y, sobre todo, indirecto en el empleo del sector hidrocarburífero es muy relevante. Según estimaciones del CEP XXI, es la rama con más generación de empleo indirecto de la estructura económica: se crean 5 puestos de trabajo indirectos por cada 1 directo. Esto se debe a que existe una gran gama de bienes y servicios (válvulas, caños, equipos, reparación, mantenimiento, transporte, logística, etc.) que se generan en torno a la explotación hidrocarburífera. En efecto, Neuquén ha sido, gracias a Vaca Muerta, la provincia con mayor creación de empleo registrado del país. Otro ejemplo de ciudad pujante en torno a la explotación hidrocarburífera es Comodoro Rivadavia.

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Desarrollar todo el potencial de Vaca Muerta consolidaría a Neuquén como una provincia generadora de empleo de calidad fuera del AMBA. En el mismo sentido, el desarrollo de las explotaciones off-shore frente a la Provincia de Buenos Aires podría generar oportunidades de empleo en una de las ciudades con mayor desempleo del país, Mar del Plata.

El caso de la minería es similar al de los hidrocarburos. El potencial exportador de los proyectos con avances para los próximos años puede llevar las ventas al exterior de los US$ 3.000 millones actuales a cerca de US$ 10.000 millones para finales de la década. Diversos motivos, sobre todo la falta de previsibilidad acerca del acceso a las divisas, vienen limitando el desarrollo del sector, aunque en los últimos dos años se anunciaron inversiones en nuevos yacimientos, destacándose el proyecto Josemaría en San Juan.

San Juan es un ejemplo del impacto positivo que genera la minería y sus actividades vinculadas en el empleo local. Esta provincia fue la de mayor creación de empleo y reducción de la pobreza de la zona Cuyo, explicado principalmente por el impulso de la minería. En el mismo sentido, los proyectos de litio que están desarrollándose en el NOA, sobre todo en Salta y Jujuy, están generando empleos de calidad y bien pagos en zonas remotas, especialmente en comunidades de la Puna, que generalmente no cuentan con otras oportunidades económicas relevantes.

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Dentro de la agroindustria, existen enormes oportunidades en materia de exportación y empleo federal, sobre todo en las economías regionales y, en menor medida, carne porcina. Las economías regionales, salvo contadas excepciones, tienen un desarrollo muy por debajo de su potencial. Son varios los motivos: inestabilidad macroeconómica; falta de acceso al crédito para inversiones en tecnología, infraestructura o genética; problemas logísticos; dificultades para acceder en mercados externos por barreras arancelarias o para-arancelarias; entre otros.

Su potencial exportador también es alto. Para muestra basta un botón: Chile exporta US$ 1.500 millones de dólares al año de cerezas, mientras que Argentina apenas US$ 30 millones, con condiciones agroecológicas similares. Dicho análisis podría multiplicarse a varios productos, como manzanas, peras, porotos, frutos secos (nueces, almendras, pistachos), oliva, arándanos, miel, etc. En el caso del sector porcino, Argentina, siendo el principal exportador de maíz a nivel global (insumo básico para la industria porcina), prácticamente no registra exportaciones de carne porcina, mientras que en Brasil el monto asciende a US$ 2.000 millones.

A diferencia de los cultivos extensivos (trigo, maíz, soja), la necesidad de mano de obra por hectárea es alta en las economías regionales. Se calcula, por ejemplo, que la producción de manzanas y peras, cuyo foco es el Alto Valle de Río Negro, generó 100.000 ocupados en 2017 (Morra y Lodola, 2018). Cada producto es traccionador de empleo en su región: cerezas en Chubut, Río Negro y Santa Cruz, porotos en Salta y Jujuy, frutos secos en Cuyo y NOA, oliva en Cuyo y NOA, arándanos en Tucumán, Entre Ríos, entre otros. Desde ya, es importante apuntar a mejorar las condiciones y niveles de ingreso de los trabajos vinculados a estos sectores, pero sin dudas son de vital importancia para dichas provincias.

Respecto a la cadena foresto-industrial, también existe una enorme oportunidad. Argentina cuenta con 1,3 millones de hectáreas de bosques cultivados y un gran potencial para aumentarlo. La variedad de climas y la gran extensión de territorio permiten posicionar a Argentina como un gran jugador a nivel global en la industria forestal. Asimismo, el país cuenta con condiciones naturales destacables que permiten una mayor productividad. En particular, la Mesopotamia tiene alta productividad forestal, con turnos de talado de 10 años en promedio y suelos que no compiten con agricultura ni bosques nativos. A forma de comparación, en los países nórdicos los turnos de corte son de 30 a 45 años.

El gran desafío para el sector es la instalación de una nueva planta de celulosa en el país, que permita aprovechar los recursos forestales y aumentar las exportaciones. La inversión, que se estima en alrededor de US$1.000 millones, daría un fuerte impulso a la producción forestal y generaría una salida exportadora de gran parte de las plantaciones, en torno a los US$ 1.000 anuales. Asimismo, generaría un fuerte impulso a nuevas plantaciones.

En materia de empleo, el sector calcula que podría pasar de los casi 100.000 actuales a 200.000, la mayoría de ellos creados en Misiones, Corrientes y Chaco. Eso implicaría un fuerte impulso a una región con mayores necesidades en materia de empleo privado.

Si bien aún es un interrogante, hay varios indicios de que el hidrógeno verde será otro sector generador de divisas en las próximas décadas. Su potencial exportador es aún incierto, dado que es un mercado aún inexistente, pero las  proyecciones apuntan a varios miles de millones de dólares.

Cuando uno analiza el mapa de radiación solar y de vientos, que son la condición necesaria básica para los proyectos de hidrógeno verde, se ve que las mayores oportunidades de radicación de inversiones se encuentran en el NOA y en la Patagonia, respectivamente. De hecho, Río Negro y Tierra del Fuego son las provincias que han anunciado inversiones vinculados a este vector energético, que aprovecharían los denominados “mejores vientos del mundo”. Así, el hidrógeno verde será también otro sector que podrá ayudar a descentralizar el país.

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Los servicios basados en conocimiento son un complejo exportador consolidado. Su aporte en materia federal, en cambio, es negativo: el 70% del empleo se concentra en el AMBA. Sin embargo, el fuerte crecimiento del trabajo remoto otorga enormes posibilidades para la descentralización y oportunidades para todas las provincias. Numerosos gobiernos provinciales, como el caso de La Rioja, Catamarca, o Chaco, vienen desplegando políticas activas para capacitar recursos humanos e incentivar la radicación de empresas de software en sus provincias. A esto se le suman empresas de renombre, como Ualá o Globant, que tienen una estrategia activa de apertura de oficinas o puestos de trabajo en todo el país. Por lo tanto, este sector puede ser un generador de empleos de calidad y bien pagos en todo el país, como se discutió en el Primer Foro Abierto Federal del Plan Argentina Productiva 2030. El principal limitante a su crecimiento es, sin dudas, la falta de recursos humanos en cantidad y calidad suficientes.

Por último, la acuicultura es un sector con enorme crecimiento a nivel global y muy subexplotado en el país, que puede aportar divisas en torno a los US$ 1.000 anuales. Pero, sobre todo, puede generar empleo en el NEA y la Patagonia. De hecho, se han desarrollado recientemente inversiones que crearán cientos de puestos de trabajo en la zona de Río Negro y Neuquén, que ya muestran salida exportadora.

En síntesis, Argentina tiene numerosas oportunidades para solucionar dos de sus problemas más urgentes en materia de desarrollo. Los sectores con mayor potencial exportador son, asimismo, sectores con amplia vocación federal. Apostar al crecimiento de estos sectores ayudaría a tener un país más justo en materia territorial y con mayor estabilidad macroeconómica. Es por eso que el desarrollo productivo argentino será federal o no será.

Por Martín Alfie y Sol González de Cap, integrantes de Misión Productiva.