Nuevo dossier sobre innovación
Cómo la ciencia y la tecnología están impulsando el desarrollo productivo
STARTUPS CIENTÍFICAS: UNA APUESTA AL FUTURO DEL DESARROLLO EN ARGENTINA
Existe un amplio consenso y evidencia de que el nivel de desarrollo de un país está estrechamente relacionado con su capacidad de innovación. Los países con economías más desarrolladas tienden a contar con un ecosistema de innovación sólido, caracterizado por una significativa inversión pública y privada en investigación y desarrollo (I+D), así como por vínculos estrechos entre las universidades y el sector productivo. En estos países, la innovación se convierte en un motor clave para el crecimiento económico y la competitividad.
Argentina se destaca por tener un sistema de ciencia y tecnología de prestigio internacional, con científicos de renombre en diversas disciplinas. Sin embargo, este potencial no se ha traducido en avances significativos en términos de innovación y competitividad en su aparato productivo. Una de las causas es la escasa inversión del sector privado en I+D (solo el 30% de la inversión en I+D proviene del sector privado, mientras que el 70% es de origen público), un problema compartido con otros países de la región. Además, esta situación está relacionada con la falta de herramientas adecuadas para fomentar la transferencia de conocimiento desde los laboratorios hacia la producción.
No obstante, en medio de un panorama económico adverso, ha surgido en el país un fenómeno prometedor: el crecimiento de las startups científicas o deep tech. Estas empresas se enfocan en desarrollar tecnologías disruptivas basadas en descubrimientos científicos. A diferencia de las tecnológicas tradicionales, que suelen centrarse en innovaciones de software o modelos de negocio, las deep tech abordan problemas complejos mediante el uso de biotecnología, nanotecnología, robótica y computación cuántica. Esto implica largos períodos de investigación y desarrollo, altos niveles de inversión y mayores riesgos asociados.
Un informe de BID Lab, publicado en 2023, sostiene que Argentina lidera la región en cantidad de startups deep tech, con un total de 103 empresas, lo que representa aproximadamente el 30% del total regional. Alrededor de dos tercios de estas startups están vinculadas a la biotecnología, el sector tecnológico con mayor desarrollo relativo. También hay empresas emergentes en áreas como el «new space» y la nanotecnología.
BIOTECNOLOGÍA EN TODOS LADOS
La biotecnología no es un sector productivo en sí mismo, sino una actividad transversal que se aplica en diversas industrias, lo que dificulta la medición precisa de su impacto. Aunque sus primeras aplicaciones, hace más de cuatro décadas, se concentraron en la medicina y la agricultura, los avances tecnológicos recientes han ampliado su alcance hacia áreas como la producción de alimentos, la generación de energía limpia y el desarrollo de materiales sostenibles, transformando múltiples sectores productivos.
En los paradigmas tecno-productivos previos —como la Revolución Industrial y el fordismo— muchos de los nuevos productos y procesos de producción se desarrollaron con poca influencia de los aparatos científicos, basándose en gran medida en la creatividad individual y la experimentación. En cambio, en la biotecnología, «lo científico» es la base del desarrollo productivo y de su posterior aplicación comercial exitosa (Anlló; Bisang y Stubrin, Cepal, 2011).
En Argentina, el desarrollo biotecnológico se basó en el perfil productivo del país, vinculado a los recursos naturales y al desarrollo previo de la industria farmacéutica y de semillas, así como a disciplinas científicas como la biología, la medicina y la química (tres premios Nobel en ciencias relacionadas con la salud y la biología). Desde los inicios de la biotecnología moderna, el país ha contado con empresas dedicadas a la producción de medicamentos y otros insumos para la salud humana y animal, así como a la producción de semillas y la micropropagación vegetal.
Según los resultados del Censo de Empresas Bio y Nano de 2022, el número de firmas biotecnológicas en Argentina casi se triplicó en los últimos 15 años, alcanzando las 340 empresas. Esto posiciona al país en el décimo lugar a nivel mundial en cantidad de empresas del sector, superando a países como Dinamarca, Noruega y Austria. De estas, el 43% (146 empresas) tiene menos de siete años de antigüedad. En 2022, la biotecnología argentina generó ventas por 1.323 millones de dólares, exportó 216 millones de dólares y empleó a 19.821 personas, de las cuales 2.072 se dedican exclusivamente a actividades de investigación y desarrollo (I+D).
CIENCIA CON IMPACTO
La mayor parte de las ideas y proyectos que dieron origen al boom de startups surgieron de las instituciones públicas de ciencia y tecnología, en especial del CONICET, donde el número de investigadores pasó de 3.800 en 2003 —diez años antes rondaba los 3.000— a 12.176 en 2023.
Sin embargo, enfrentamos un desafío en materia de patentamiento. Según datos recientes, Argentina ocupa el puesto 56 a nivel mundial en solicitudes de patentes, por detrás de países como Brasil, Colombia y Chile, y el número de solicitudes ha ido decreciendo con los años.
Este dilema es especialmente relevante en Argentina, que se encuentra rezagada en términos de patentamiento. Según actores del ecosistema científico local, uno de los principales obstáculos para avanzar en este ámbito es la no adhesión del país al Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT), un acuerdo internacional al que ya se han sumado 158 países.
El PCT, administrado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), facilita la solicitud de patentes en múltiples países. Adoptado en 1970, permite a los solicitantes presentar una única solicitud internacional de patente con efecto en los 158 países miembros, en lugar de tener que realizar presentaciones individuales en cada país donde se desee proteger la invención. Esto simplifica y reduce significativamente los costos del proceso. Sin embargo, la falta de adhesión de Argentina obliga a los investigadores locales a patentar directamente en el exterior, asumiendo costos mucho mayores y obteniendo menos información sobre el estado de patentes relacionadas con su innovación.
La reticencia a unirse al PCT se basa en el temor de que grandes corporaciones farmacéuticas extranjeras monopolicen el mercado de patentes en Argentina, perjudicando a la industria nacional. Este debate, que lleva varias décadas, cobra mayor relevancia a medida que crecen las startups científicas, ya que algunos fondos de inversión exigen el patentamiento como requisito para financiar nuevos emprendimientos.
LA APARICIÓN DE LAS COMPANY BUILDERS Y EL FINANCIAMIENTO A STARTUPS
Las company builders o aceleradoras, como GRIDX, CITES, Aceleradora Litoral y SF500, surgieron a partir de 2016 con apoyo estatal a través del FONDCE [1]. Estas entidades buscan proyectos científicos con potencial de impacto global, es decir, aquellos capaces de resolver problemas complejos a escala mundial.
Las company builders no solo financian los proyectos, sino que acompañan a los investigadores durante todo el proceso de transformación de la idea en una startup, ofreciendo programas de capacitación, búsqueda de socios estratégicos, instalaciones y otras herramientas de apoyo.
El modelo de financiamiento a través del capital de riesgo para startups tecnológicas y científicas sigue una estructura similar: los inversores aportan capital en rondas sucesivas (semilla, Serie A, B, etc.) a cambio de una participación accionaria. Sin embargo, existen diferencias importantes entre las startups tecnológicas y científicas en cuanto a plazos de desarrollo y niveles de riesgo. Las startups tecnológicas, como las que desarrollan software o plataformas digitales, suelen tener ciclos de desarrollo más cortos, permitiendo iteraciones rápidas y el lanzamiento al mercado en meses. En cambio, las startups científicas enfrentan largos periodos de investigación, ensayos clínicos y aprobaciones regulatorias, lo que extiende considerablemente el tiempo necesario para generar retornos de inversión o lograr un exit [2].
Estas diferencias impactan en las estrategias de inversión. Los inversores en startups científicas deben estar preparados para un horizonte de inversión más largo y aceptar mayores riesgos debido a la incertidumbre en la validación científica y regulatoria. En contraste, las startups tecnológicas presentan un riesgo más vinculado a la adopción por parte del mercado y la competencia, lo que permite un retorno potencial más rápido.
El modelo de negocio de los fondos de inversión en startups científicas se basa en que una compañía con crecimiento exponencial logre repagar la inversión realizada en el resto de las startups que no serán exitosas. A pesar del mayor riesgo asociado a estas empresas, su capacidad para abordar desafíos globales —como la lucha contra el cambio climático o el desarrollo de innovaciones médicas— atrae a inversores y actores del ecosistema a apostar por estos emprendimientos.
Un desafío pendiente en el país es el acceso a financiamiento en etapas avanzadas. Aunque las aceleradoras han logrado desarrollar significativamente el fondeo de startups en fases tempranas (hasta un millón de dólares), el financiamiento para etapas más avanzadas (por encima de un millón de dólares) sigue siendo escaso o inexistente. Esta brecha, conocida como el «valle de la muerte» de las startups, obliga a muchas empresas a buscar financiamiento externo rápidamente, con el riesgo de trasladar sus capacidades a otros países.
EN BÚSQUEDA DE LA FEDERALIZACIÓN
La innovación en Argentina presenta una marcada concentración en la región centro del país. Mientras la brecha del PBI per cápita entre las jurisdicciones de mayor y menor desarrollo económico oscila entre siete y ocho veces (García Díaz y Vega, en prensa), la distancia en términos de inversión per cápita en investigación y desarrollo (I+D) entre las provincias más y menos favorecidas es aún mayor: 24 veces, según datos de 2020. Esta disparidad también se refleja en los recursos humanos destinados a ciencia y tecnología (CyT), donde la diferencia per cápita es de 17 veces, y en la cantidad de investigadores y becarios del CONICET, que es 72 veces mayor en las jurisdicciones más desarrolladas [3].
Esta concentración impacta en la creación de startups y aceleradoras, también mayoritariamente ubicadas en la región centro: Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Esta distribución desigual limita el acceso a inversiones de capital de riesgo y el trabajo de aceleradoras en provincias fuera de esta área.
En respuesta a este desafío, desde el Consejo Federal de Inversiones (CFI) lanzamos Impulso Federal, una iniciativa destinada a federalizar la creación de startups en Argentina. Iniciado en 2023, este programa se lleva a cabo en colaboración con las provincias y tiene como objetivo conectar a las principales aceleradoras del país con los ecosistemas científicos provinciales.
El interés que ha despertado esta iniciativa, implementada en 7 provincias, con 3 más por sumarse en lo que resta del año, ha superado ampliamente las expectativas iniciales. Las convocatorias han recibido un número de proyectos significativamente mayor al previsto, lo que evidencia la necesidad latente y el potencial de desarrollo en regiones que hasta ahora no habían tenido acceso a estos recursos. Este entusiasmo refleja un fuerte compromiso local por integrarse a los ecosistemas de innovación y aprovechar las oportunidades que el programa está creando para descentralizar la creación de startups en Argentina.
En conclusión, el crecimiento de startups deep tech en Argentina marca un avance significativo en la conexión entre el sistema científico y el sistema productivo. Las company builders están desempeñando un papel crucial al servir de puente entre ambos. Sin embargo, este progreso sería inviable sin un sistema científico robusto, el cual hoy se encuentra fuertemente amenazado por la reducción del financiamiento estatal.
[1] El Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Capital Emprendedor (FONDCE) se estructuró en tres programas con financiamiento del Tesoro Nacional: el Fondo Semilla, el Fondo Aceleración y el Fondo Expansión. A través de estos fondos se apuntó a reforzar y completar la cadena de financiamiento mediante préstamos de honor (sin pedido de garantías) a emprendimientos con apoyo de incubadoras, esquemas de coinversión con aceleradoras y apoyo financiero para la concreción de administradores de fondos de inversión.(Gonzalo, M., et al., 2022a)
[2] El camino dentro de la industria de capital de riesgo, luego de la etapa de crecimiento y expansión, termina con la salida estratégica, el exit. El exit llega, idealmente, cuando la start-up alcanza un estado de operaciones y estructura financiera lo suficientemente desarrollada y establecida para que los fundadores y los inversores posteriores puedan obtener el mayor valor posible. (Alfie, 2024)
[3] Abeles y S. Villafañe (coords.), El sistema de ciencia, tecnología e innovación argentino en clave federal (LC/TS.2022/145-LC/BUE/TS.2022/15), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2022.