Diálogo productivo con Sebastián Mario Civarello

Sebastián Mario Civallero es Secretario de Ciencia y Técnica. Ingeniero Industrial, con un Master en Economía y Desarrollo, y diversos estudios de posgrado en áreas de Transformación Digital, BI y Data Mining. A su vez, se desempeñó como docente en áreas de Management, Innovación, Marketing y Dirección Estratégica y consultor en empresas de tecnología. En esta entrevista nos cuenta sobre las acciones que se llevan a cabo desde la Secretaría para impulsar proyectos de investigación, ciencia e innovación, y vincularlos con el entramado productivo.

Diálogo productivo con Sebastián Mario Civarello

MISIÓN PRODUCTIVA: ¿Qué trabajo realizan desde la Secretaría de Ciencia y Técnica? 

SEBASTIÁN MARIO CIVALLERO: La Secretaría de Ciencia y Técnica es un organismo vinculado al Rectorado de la Universidad. Entre nuestras responsabilidades está la financiación de proyectos de investigación, el respaldo a los 72 institutos UBA, y la regulación de diversas actividades científicas en la institución. Es el órgano de producción científica en la mayor cantidad de disciplinas.

MP: ¿Aproximadamente con cuántos investigadores, becarios y profesionales trabajan? 

SMC: En la actualidad, gestionamos alrededor de 1.500 proyectos acreditados y otorgamos 1.000 becas directamente desde la Secretaría, junto con otras 2.000 provenientes de distintos organismos. Mantenemos sólidos convenios con todos los centros de tecnología relevantes, como INVAP, Instituto Balseiro, CONAE, CNEA, además de colaboraciones con la Agencia I+D+i y con los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT), entre otros. Hace más de 30 años creamos la Maestría en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología (MAECYT), y contribuimos así a formar recursos humanos especializados en gestión e investigación en políticas científico-tecnológicas.

Dado mi corto tiempo en la Secretaría y las complicaciones derivadas de la pandemia, es difícil identificar tendencias claras en la evolución de la cantidad de profesionales con los que trabajamos. En el contexto actual, enfrentamos desafíos salariales que nos colocan en una posición poco competitiva, lo que resulta en la pérdida constante de investigadores que buscan oportunidades en el sector privado. No contamos con una política agresiva para atraer talento, principalmente debido a restricciones presupuestarias. Sin embargo, estamos actualizando el sistema contractual para ofrecer modalidades de trabajo a tiempo parcial. También exploramos modelos híbridos de becas y estrategias para retener el capital humano.

MP: ¿Hay alguna iniciativa o política específica para fomentar la equidad de género en este campo?

SMC: Estamos llegando casi a la paridad de género, e incluso a una mayoría de mujeres. No heredamos una política explícita de género o diversidad, pero logramos poner en marcha una mesa de género y nos sumamos a las labores que ya estaban llevando a cabo las decanas y la vicedecana. Implementamos algunas modificaciones significativas, especialmente en relación con las licencias para personas gestantes y las extensiones de becas. 

MP: En julio articularon con SEPYME, en particular con su Programa Prócer, para la creación del Centro Universitario Pyme (CUP), ¿cómo fue esta experiencia y qué impacto tuvo en el vínculo con el entramado productivo? ¿Con qué otros espacios del sector público y privado se vinculan actualmente? 

SMC: El Centro Universitario Pyme de la UBA es un hito histórico para la comunidad. Brinda un espacio para que las pequeñas y medianas empresas se contacten con profesionales y especialistas que las pueden ayudar a mejorar su productos, procesos o servicios. Por lo general en el interior y en el Conurbano es más fácil delimitar el entramado pyme, pero en la Ciudad de Buenos Aires resulta más difícil. Las facultades generalmente mantienen vínculos con las empresas de forma dispar, y no había antecedentes desde el Rectorado de una convocatoria de este tipo. Empezamos a trabajar la idea del CUP cuando asumí, con la participación de las diferentes unidades académicas y sus decanos, y con financiación de un crédito BID del Programa de SEPYME. 

Actualmente, existe una clara visión de la importancia de la articulación con el entramado productivo y económico, y cada facultad lleva a cabo este trabajo de manera específica. Por ejemplo, la de Exactas establece vínculos con la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI), la de Farmacia colabora con la Asociación Argentina de Farmacia y Bioquímica Industrial (SAFYBI), mientras que Agronomía colabora con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME).

Con el lanzamiento del CUP, logramos convenios con Pan American Energy (PAE), YPF, Chevron, Laboratorio Cassará, Bioceres, y el Polo Tecnológico Bahía Blanca (PTBB), entre otros organismos. Además, hemos establecido colaboraciones con actores clave como INVAP, la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, el Banco Credicoop, Correo Argentino y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

MP: ¿Además del aporte de Nación, qué otro tipo de financiamiento han logrado obtener para impulsar proyectos?

SMC: La Secretaría de Relaciones Internacionales y la Secretaría de Ciencia y Técnica colaboran estrechamente para acceder a distintas fuentes de financiamiento. La Universidad de Buenos Aires ocupa actualmente el tercer lugar en la gestión de fondos de la Comunidad Europea, a través de programas como Erasmus. Asimismo, mantenemos colaboraciones con la Agencia de Inversiones de Francia, entidades de producción científica de Estados Unidos, CORFO en Chile, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y diversos organismos internacionales. Un ejemplo concreto es nuestra colaboración con el BID, para el análisis del estado actual y la prospectiva de la creación de empresas de base tecnológica (EBT). 

Este espacio se configura como una cocreación con el sector privado, que permite la cofinanciación de proyectos y acciones. Entre las acciones destacadas se encuentra la inversión de la Secretaría en más de mil becas de maestría y doctorado, junto con becarios estímulo, estudiantes que están culminando su carrera de grado y dando sus primeros pasos en el ámbito científico.

MP: ¿En tu experiencia, qué tipo de proyectos de extensión universitaria y vinculación tecnológica son más exitosos y por qué?

SMC: Existen numerosos proyectos de diversas líneas de trabajo que han demostrado ser exitosos. Por ejemplo, estudiantes de Ingeniería Civil y Agrimensura colaboraron con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y con empresas constructoras en el desarrollo de proyectos de autopistas. Además, se destacan los esfuerzos de estudiantes de Ingeniería en la mejora de la proactividad en empresas recuperadas de distintos sectores, como Farmacoop u Oci-Metalmecánica. También se han establecido contratos de I+D con empresas que van desde Changomas hasta Y-TEC.

En el ámbito de la investigación y transferencia con impacto social, se destaca el trabajo con diversas escuelas en la Villa 31 y en la 1-11-14, centrado en temas de salud mental en jóvenes y diversidades religiosas. Además, se ha abordado la alfabetización de jóvenes en barrios no urbanizados. En las facultades de Sociología, Filosofía y Derecho se llevan a cabo numerosos proyectos en esta misma línea, en colaboración con organismos públicos y privados.

No puedo dejar de mencionar el Congreso Internacional Una Salud (One Health), del que participó la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA y que ha producido informes impactantes sobre el desarrollo sostenible en aspectos relacionados con el agua y la salud, las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) y la resistencia a los agentes antimicrobianos en los animales de compañía.

MP: ¿Cómo funciona la articulación con el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual (INPI) y las capacitaciones en esa área? ¿Y en términos de patentes?

SMC: En 2023, por primera vez, la presidenta del INPI visitó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Actualmente mantenemos un vínculo estrecho: establecimos un convenio que ha permitido mejorar los plazos y actualizar la normativa en relación con la obtención de patentes. Según un informe especial sobre la actividad de patentamiento en el sistema universitario argentino, elaborado por la Universidad del Litoral, la UBA se encuentra en el segundo puesto, con casi 200 patentes.

MP: ¿Cuál es tu perspectiva sobre el papel de las EBT en el impulso de la innovación y el desarrollo tecnológico en el país? ¿Colaboraron en la fundación de alguna empresa de este tipo?

SMC: Es crucial reconocer el aporte de las empresas innovadoras que dinamizan diversos sectores, estableciendo conexiones tanto con la red de proveedores y clientes como con el ámbito académico. Estas empresas, generalmente surgidas de un conocimiento intensivo en la frontera de la información y con un sólido desarrollo tecnológico, a menudo están lideradas por docentes, investigadores, estudiantes y graduados.

Nuestra meta es potenciar la creación de más empresas surgidas de la investigación universitaria. Quiero compartir dos ejemplos inspiradores. En la Facultad de Agronomía, Woke AgTech, que mejora la fotosíntesis de plantas para a su vez mejorar la productividad de los cultivos y promover la resiliencia. Y en la Facultad de Ciencias Exactas, Beeflow se enfoca en la polinización de abejas para incentivar su movimiento y aumentar la producción agrícola.

Es inconcebible imaginar la creación de EBT sin interactuar, colaborar y dialogar con el entramado productivo. Históricamente, el sistema científico ha incentivado la publicación de papers en revistas internacionales, pero no siempre ha fomentado la generación de empresas. Por eso resulta crucial colaborar en la definición de las agendas de investigación y modificar los sistemas de evaluación para que no haya sanciones por la falta de publicaciones. Buscamos apoyar la agenda de innovación con financiamiento, respaldo político y reducción de la burocracia para facilitar este proceso.

MP: ¿Cuáles son los factores clave que contribuyen al éxito o fracaso de las EBT, y cómo pueden las instituciones académicas apoyar su crecimiento?

SMC: Por un lado, la ventaja distintiva al iniciar una empresa desde la universidad radica en su desarrollo respaldado por el background de numerosos investigadores y colaboradores. Por otro lado, las primeras inversiones (de riesgo o licencias) pueden dirigirse a la profundización de la investigación, y no se limitan únicamente a la adquisición o alquiler de un espacio físico. Existe un vasto potencial para contribuir al desarrollo del negocio, y la multidisciplinariedad de la UBA proporciona un valor agregado que, dependiendo de la evolución de la empresa, le permite identificar sus diferenciadores más destacados.

Otra ventaja es que la UBA sigue siendo una marca en el mundo académico y científico. En este sentido, se hizo la norma Hecho en UBA, que busca justamente promover y acompañar las acciones de emprendedurismo que surgen en la UBA.

MP: ¿En qué campos observás más avances y en cuáles considerás que es necesario un catch up?

SMC: Creo que las empresas con foco en lo global, como por ejemplo la industria del conocimiento (software, tecnología, industrias creativas, etc.), están bien posicionadas, con una red amplia de apoyo para su crecimiento. Existe un potencial significativo en el sector de la energía; aquí la UBA puede contribuir considerablemente a partir del desarrollo de tecnologías relacionadas con el hidrógeno verde. También se pueden intensificar los esfuerzos en mecatrónica, electrónica de precisión y robótica e industria 4.0. 

Además, veo un amplio terreno para avanzar en los campos de las ciencias sociales y humanas, como filosofía, comunicación, sociología, antropología, entre otros. Estos campos pueden abordar de manera efectiva las deficiencias de la inteligencia artificial y ofrecer valiosas perspectivas en este ámbito.

MP: ¿De qué manera la vinculación tecnológica puede favorecer el desarrollo de una fuerza laboral más especializada y adaptable a las cambiantes demandas del mercado?

SMC: Este es un reto para todos: gestores tecnológicos, investigadores, docentes y graduados por igual. Es esencial fomentar una retroalimentación positiva, ampliar la diversidad de conocimientos en los centros y proporcionar incentivos significativos para la actualización continua.

MP: Para concluir, ¿cuál es la agenda para los próximos años?

SMC: Nuestra meta es fortalecer la agenda de proyectos multidisciplinarios a nivel local y global. Representamos a una universidad pionera y líder en proyectos de investigación; esto, sumado a que somos un país joven con un sistema científico y tecnológico en desarrollo, nos incentiva a capitalizar el cambio de paradigma en el ámbito de la innovación. Esto implica mejorar el acceso al financiamiento y respaldar la formación de más profesionales en gestión para que sigamos sumando impulso en este campo.

Por Mercedes Menga