Diálogo Productivo con Catalina Lonac

Catalina Lonac es directora de Compañía Azucarera Los Balcanes S.A., on tres grandes ingenios en Tucumán- Además comprende dos empresas: Bioenergética La Florida, productora de bioetanol; y Covemat S.R.L., dedicada a la logística de alcoholes, combustibles y vinaza. También es fundadora de la Universidad de San Pablo-Tucumán y del Instituto República de Croacia, y miembro del Honorable Directorio IDEP, entre otras instituciones en las que participa activamente. Conversamos con ella sobre el impacto del grupo de empresas que dirige en el sector productivo de la provincia y en el medio ambiente, entre otros temas.

Diálogo Productivo con Catalina Lonac

MISIÓN PRODUCTIVA: La transformación digital está cambiando el método de producción de muchas industrias, entre ellas la azucarera, más que nada mediante los llamados ingenios 4.0. ¿Qué pasos está dando el grupo de empresas a tu cargo para introducir este conjunto de tecnologías? 

CATALINA LONAC: Nuestra compañía es la primera productora de etanol y azúcar de la República Argentina. Nuestros tres ingenios se han modernizado muchísimo, estamos llegando al concepto de ingenios 4.0, sobre todo en La Florida, que es el más grande. Estamos avanzando muchísimo en la robotización de la fábrica, trabajando con los brasileños, gente sumamente generosa. Tenemos una conexión permanente con ellos en forma remota: ellos monitorean nuestro ingenio desde Brasil y vienen de vez en cuando a Tucumán a poner a punto algunas cosas. Así hemos llegado casi a la robotización de la fábrica. La automatización es el camino, y hacia eso vamos.

MP: Otra transformación que está atravesando la industria en su conjunto es hacia la eficiencia energética y el cuidado del ambiente. Recién mencionaste el etanol, que vendría a contribuir en este sentido, pero entendemos que el grupo también tiene proyectos de forestación y producción de energías renovables. ¿Podés comentarnos sobre esto? ¿Tienen alguna medición sobre cómo contribuyen a la reducción de su huella de carbono? 

CL: Argentina va hacia un cambio de matriz energética pero, a pesar de la propaganda, ese cambio no va a ser a través de la electromovilidad. El etanol es una energía limpia que ya tenemos y otros países, como Brasil, la están utilizando con muchísimo éxito. Hay mucha mala propaganda respecto de lo que puede causarles a los autos: no les causa absolutamente nada, los autos están preparados; de hecho, en Argentina están cargando etanol al 12% desde hace mucho tiempo y en Brasil se carga nafta mezclada con el 25%.

En nuestra universidad, la Universidad de San Pablo-Tucumán –la única privada y laica del norte argentino–, a través del Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA), estamos trabajando en la caña transgénica, resistente al glifosato y a la sequía. Ya tenemos validación en campo y lo que nos está faltando para la comercialización es el último tramo, que es la firma del secretario de Bioeconomía de la Nación, el ingeniero Fernando Vilella. La idea es que puedan ponerse destilerías en lugares inhóspitos de la Argentina, como Chaco o Santiago del Estero, que tienen tierras secas y un gran problema social. Entonces además de tener una gran importancia tecnológica –cambiar la matriz energética de forma fácil, segura y económicamente viable–, también podemos solucionar problemas sociales. En Argentina eso no es un tema menor.

En cuanto a nuestro impacto en el medio ambiente, nosotros generamos nuestra propia energía eléctrica. La caña es básicamente fibra y agua; quemamos la fibra en nuestras calderas y generamos energía, entonces no utilizamos en las fábricas energía de la red. Y, como nos sobra, estamos trabajando en un proyecto para cogenerar energía para la red. En La Florida ya se han hecho todas las obras, solamente falta un tramo de tres kilómetros para poder llegar a donde pasa la electricidad. Nuestro propósito es abastecer a 60.000 hogares. 

Lo que hacemos con el agua de la fibra es un proceso de evaporación forzada con el que solucionamos un gran problema que teníamos, que era la vinaza. Con el proceso de producción anterior se generaban 12 litros de vinaza por cada litro de alcohol. Con la evaporación forzada la vinaza queda como un mazacote, eso lo mezclamos con otra fibra y se hace un alimento muy bueno para el engorde del ganado. Así que hoy no generamos vinaza en el ingenio La Florida.

En cuanto a nuestra medición del impacto en el ambiente, es una materia pendiente, pero creo que cuando la podamos hacer esos resultados van a ser una gran sorpresa. 

MP: ¿Considerás que las nuevas tendencias en alimentación, que buscan reducir el consumo de azúcar, pueden tener un impacto negativo en la demanda del sector? Esto se ha encontrado en Argentina su correlato legal, por ejemplo en la ley de etiquetado frontal. En tal caso, ¿qué lugar puede ocupar el bioetanol en su compensación?

CL: La ley de etiquetado frontal no ha tenido ningún impacto en el consumo de azúcar, al contrario: este ha aumentado. 

Hay una gran campaña en contra del consumo de azúcar por parte de los edulcorantes y celebro que la Organización Mundial de la Salud por fin se haya manifestado al respecto y haya dicho que el aspartamo, por ejemplo, tiene efectos cancerígenos. Cuando consumís edulcorante, no sabés lo que estás metiendo en tu organismo. El azúcar en cambio es absolutamente natural, viene del suelo. Estamos en la época verde, del consumo natural, de hecho hay azúcar orgánica. Entonces no tengo temor con respecto a eso. 

MP: El Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP) es reconocido por su trayectoria en el aporte al desarrollo de cadenas de valor tucumanas. ¿Cómo es la gobernanza de esta institución? ¿Cómo creés que influye en su éxito el hecho de que su directorio esté mayormente conformado por representantes de empresas? 

CL: El IDEP es el amor de mis amores. Yo he ayudado al entonces gobernador Alperovich a escribir la ley de su creación, y me siguen renovando el mandato como miembro del directorio. El Instituto es un ejemplo para todo el país que están tratando de replicar otras provincias, porque tenemos que dejar de ver a lo público y a lo privado como enemigos. 

Somos 12 directores, 8 del sector privado y 4 del público. Entre los primeros ocho están prácticamente todas las producciones importantes de la provincia. Ahora hemos incorporado el clúster de software, porque nos parecía fundamental. El directorio se reúne una vez al mes y tratamos todas las cuestiones estratégicas de la provincia. El actual gobernador, Osvaldo Jaldo, nos ha dado bastante importancia, y vamos a tener voz y voto en lo que atañe a la producción de la provincia. El IDEP está generando cosas permanentemente, inclusive de comercio exterior. La provincia se sirve mucho del IDEP, porque tenemos un grupo de personas muy capacitadas, que pueden hacer estudios prospectivos de cualquier actividad.

MP: Como fundadora de la Universidad de San Pablo-Tucumán y del Instituto República de Croacia, ¿qué espacio de vacancia observaste que haya motivado su creación? ¿Qué impronta buscan darles a estas instituciones?

CL: La impronta es crear una nueva forma de enseñar. Hay una grave falencia en la educación en Argentina. Creo que enseñar lo mismo de hace 100 años y de la misma forma que hace 100 años es una estafa, porque esos chicos o esos profesionales no salen preparados para el mundo actual, que es tan disruptivo, tan rápido. Creo que la educación no debería ser más enciclopedista, por eso nosotros abordamos una educación completamente pragmática y distinta.

Nuestra universidad ha cumplido 16 años y hemos tenido un crecimiento impresionante: empezó con cuatro carreras y hoy tenemos más de 40, además de posgrados y diplomaturas. Nuestro lema es: “la San Pablo-T es distinta, como vos”, entonces no queremos nada viejo. 

El Instituto República de Croacia es una escuela primaria en la que estudian gratis los hijos de obreros y empleados. Hoy tenemos aproximadamente 500 chicos. Como dependemos de Nación, no estamos encorsetados con las reglas de la provincia, eso nos da mucha movilidad en cuanto a la currícula. Ahí se estudian tres idiomas: inglés, portugués y chino. Los chicos empiezan con una clase de mindfulness y tienen deportes como equitación, rugby, fútbol, pueden elegir lo que quieran. Además se les enseña que el fracaso no es malo, sino necesario: apoyamos al aplazado y lo instamos a seguir estudiando y a aprender de ese aplazo. 

Los dos mejores promedios del Instituto siguen becados para estudiar en el Instituto Preuniversitario San Pablo-T, que también tiene una educación sumamente disruptiva. La idea es que sea nuestro semillero, porque notamos que los chicos que se inscriben en la Universidad San Pablo-T, que vienen de todos los colegios de Tucumán, de los más remotos y de los considerados mejores, no están preparados para una educación de excelencia. Entonces decidimos crear una secundaria acorde a la San Pablo-T. Todavía no te puedo contestar si va a dar resultado porque entramos recién al quinto año y no hay egresados, pero creo que va a ser una gran sorpresa positiva.

MP: Sabemos que en la Universidad San Pablo-T presentan una fuerte especialización en caña de azúcar y desde el CIBA están trabajando con biotecnología para el sector. ¿Cuáles son las principales áreas de trabajo? ¿Hubo demanda por parte del sector privado? ¿En qué se diferencian de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres?

CL: Yo fui directora de la Estación Experimental durante cuatro años, me fui porque no he podido lograr las cosas que yo quería; quizás eran demasiado disruptivas para una institución que tiene más de 100 años, que me parece importante para la provincia pero considero que tiene que hacer muchos cambios. Por eso creamos el CIBA, que es nuestro propio I+D y un faro en el Norte del país. No tengo dudas de que va a tomar mucha importancia a nivel nacional, por lo que te comentaba sobre el cambio de la matriz energética.

Desde el CIBA estamos prestando servicios a ingenios azucareros tanto de Tucumán como de Salta y Jujuy. La caña de azúcar tiene una duración de entre cinco y siete años, después hay que renovarla y en el medio hay que poner otra cosa para mejorar el suelo. En el CIBA, además de investigación en transgenia, hacemos vitroplantas en las que creamos el día perfecto: calor, luz y humedad para la caña de azúcar. Este es un aporte que hizo una de nuestras startups en el Centro de Tecnologías Disruptivas. Es todo un proceso que empieza con un meristemo, una célula a partir de la cual se crean plantas nuevas que van a un pequeño recipiente, que a su vez va a invernadero el tiempo necesario para que esa planta tenga calor, luz y humedad, el día perfecto. Esa vitroplanta que vendemos a los otros ingenios es una planta segura y además les damos una garantía de cuatro meses una vez plantada. 

MP: ¿Qué rol tiene la Universidad San Pablo-T en el desarrollo del ecosistema emprendedor biotecnológico local? 

CL: En la San Pablo-T se está creando un microclima científico y emprendedor, así que se están acercando muchísimos científicos. Acá tienen un lugar donde intercambiar ideas o equipos. No hay egoísmo entre ellos, esto es sumamente admirable y va a promover un crecimiento natural. 

Nosotros les damos en comodato los lugares y las startups consiguen su dinero normalmente en el exterior para poder remodelar según sus necesidades. Lo que quiero hacer es el Silicon San Pablo-T, eso es lo que está en mi idea fundacional. La universidad fue pensada como una institución muy disruptiva porque era privada y laica, algo que el Norte argentino no tiene, y queríamos ser distintos al punto de crear carreras que no existían en el país, como la Licenciatura en Gestión de Empresas Agroindustriales (GEA). No queríamos hacer cosas que las otras universidades ya hacen bien: por ejemplo, la Universidad Nacional de Tucumán tiene una gran carrera de Agronomía, pero no enseñan a ganar dinero con eso y a administrar todo ese conocimiento adquirido, que es solamente científico. Todos los que se reciben en GEA tienen trabajo, me lo quitan de las manos; la inserción laboral inmediata es lo mejor. 

MP: Para terminar, ¿cómo es liderar una de las principales compañías del sector azucarero, fuertemente masculinizado, siendo mujer?

CL: Estoy en el sector desde que me recibí de abogada, a los 22 años. Mis primeros clientes fueron cañeros pequeños; para fortalecerlos y para que los ingenios azucareros no los trataran mal, tuve la idea de hacerles cooperativas. Así fui entrando y especializándome en lo que era la industria azucarera y alcoholera. 

Debo decir que yo no he sufrido problemas de género, quizá por mi temperamento: sé defenderme y muchas veces he estado a los codazos, pero también hasta me he sentido protegida. No he sufrido problemas de género siendo directora de la Estación Experimental. Desde su fundación ha habido una sola mujer antes de mí, que duró cuatro meses y se fue. Después vine yo, que tenía otro temperamento, y aguanté cuatro años. Pero no era para mí ni yo era para ellos, por eso me fui, porque no pude cambiar nada y porque creo que una institución con científicos tan excelentes tiene que modernizarse. 

 

Por Sol Gonzalez de Cap y Gonzalo Brizuela