MISIÓN PRODUCTIVA: ¿Cuándo comenzó y cómo fue el desarrollo de Vista Larga?
MATÍAS LEBORAN: Vista Larga es un emprendimiento familiar. Yo tengo dos hermanos: uno más grande, que es programador, vive en Buenos Aires y no está dedicado a esto, es muy exitoso y está extremadamente cómodo con lo que hace; y un hermano más chico que se llama Manuel, que sí está involucrado en el proyecto. Manuel se encarga de la venta al consumidor final, de la distribución de los productos en la ciudad capital de La Rioja y de la atención al público en la finca los días que viene a trabajar con nosotros.
El proyecto empezó en 2015 con la confección de una sociedad anónima y con una plantación agrícola que comenzó mi papá, Alberto. Él decide implantar olivo, y después sumamos el cultivo de la vid y el nogal, que son los más representativos de La Rioja. La idea fue darle valor agregado, en el marco de una empresa familiar, a lo que empezó mi papá, a esa parte agrícola, y tratar de llegar al consumidor final de la forma más directa posible.
Yo soy ingeniero industrial y mi visión era tratar de darle la mayor cantidad de valor agregado a la producción dentro de la finca a través de procesos industriales, de la implantación de los distintos cultivos y del desarrollo de una marca, para poder llegar de forma directa al consumidor final. En 2020 empezamos con todos los procesos industriales en la finca. Pese a la pandemia, fue el primer año en que hicimos la vinificación en la finca y extrajimos aceite de oliva. Antes de 2020 la finca entregaba materia prima, producía uva y vendía uva a granel. En 2020 empezamos a industrializar parte de esa materia prima y a comercializar bajo una marca registrada, que es Vista Larga.
De esta manera fuimos evolucionando, con el tiempo y con la incorporación de la segunda generación: yo y posteriormente mi hermano menor con la parte de la comercialización. El desafío que empezamos a encarar este año, porque no teníamos experiencia en el manejo de empresas familiares, es encontrar la vuelta para hacer una empresa sin que se destruyan los vínculos familiares y preservando las relaciones humanas, buscando la mejor rentabilidad y la mayor eficiencia en todo lo que hacemos.
MP: Entendemos que tienen unas 70 hectáreas entre olivo, nogal y viñedo, ¿el olivo fue la última incorporación a la superficie implantada?
ML: Tenemos mucha más superficie de olivo, unas 55 hectáreas; de vid tenemos 10 hectáreas y de nogales 15 hectáreas. Lo primero que se plantó fue el olivo, después la vid y por último el nogal, con un espacio de unos dos años. Quien tomó la decisión fue mi papá.
Esta es una finca muy fría, pese a que estamos en La Rioja. Hacen 3 grados bajo cero a la mañana, que no es la mejor temperatura para cultivar olivos. Todos decían que por debajo de los cero grados el olivo sufre mucho e íbamos a tener una gran mortandad de plantas. Lo importante es lo que sucedió en la realidad, pese a lo que podamos creer: el olivo está acá, vivo, independientemente de lo que nosotros digamos. El cultivo del olivo prosperó, y es más: estamos muy contentos con los resultados; por ejemplo, este año tuvimos una muy buena cosecha.
Pero, con la idea de que era un clima muy frío, la primera tarea que encaramos fue hacer un mapa térmico de la zona: diagramamos la finca, tiramos rectas y paralelas, hicimos una cuadrícula, colocamos distintos sensores de temperatura. Así identificamos las zonas más cálidas para colocar el olivo, las zonas más frías para colocar el nogal –que es el clima que el nogal necesita– y la zona intermedia para el viñedo.
También delimitamos la pendiente de alrededor de 100 metros de desnivel desde el principio de la finca hasta el fondo. Esto fue importante, porque lo más conflictivo para el cultivo del olivo es la helada. La helada se comporta como un fluido, como un chorrito de agua que al tener una pendiente se va escurriendo, y se detiene donde se forman pozos naturales. Entonces en esos pozos naturales las plantas de olivo se queman; el sensor térmico indica la presencia de ese frío, y uno diría que hay que replantar continuamente. Nuestra idea es la contraria: si seguimos poniendo plantas ahí se van a seguir muriendo por la temperatura. Esa fue una de las conclusiones a las que llegamos con el mapa térmico.
Haciendo esas salvedades, estamos muy conformes con el cultivo y con la decisión que tomamos, que fue acertada. Estamos contentos con lo que es la parte agrícola, consideramos que está más o menos consolidada. Tenemos la oportunidad de duplicar la superficie implantada de vid, pero no queremos expandirnos mucho más allá de los cultivos, porque esos son recursos que nos faltarían para desarrollar el resto de los proyectos que estamos encarando.
MP: ¿Qué producción anual estiman para cada cultivo?
ML: Una cuenta rápida para hacer es: cada 10 toneladas, 10.000 kilos de producción por hectárea en olivo y en vid. Es una cuenta rápida, un promedio: pueden ser 8.000 kilos o 12.000 kilos. Y después se van dando distintos fenómenos. El olivo a veces da más, otras da menos. Este año, por ejemplo, perdimos un 66% de la producción de uva. Hubo una helada muy grande el 30 octubre que nos perjudicó, nos mató: de cada tres racimos perdimos dos. Así que este año en vez de tener 10.000 kilos por hectárea, estuvimos arañando los 3.000 kilos por hectárea de uva.
En el caso de los nogales hablamos de una producción mucho menor, porque el nogal es un cultivo difícil, es del que más nos costó agarrar la mano. Es como un auto de Fórmula 1: si vos le das todo –la mejor nafta, el mejor equipo mecánico, la mejor ruta, la mejor pista–, es un avión. Te va a andar a 300 kilómetros por hora y va a ser lo mejor que tenés. Pero nosotros no nos podemos manejar en esas condiciones porque no tenemos la estabilidad que tienen otras regiones, como Chile, u otros lugares más productores. Tenemos caminos de tierra, ciertas complicaciones. Este año, por ejemplo, perdimos absolutamente toda la producción de nogal por la helada. No tenemos casi nada de nueces. El año que viene esperamos tener una producción de un tercio de lo que deberíamos estar cosechando. A lo mejor dentro de tres o cuatro años más, llegaremos a un valor más acorde a lo que esperamos. Pero el nogal es más difícil de estimar que el resto.
MP: ¿En qué mercados colocan sus productos? ¿Venden a nivel nacional o exportan?
ML: Parte de la producción la vendemos a granel. Por ejemplo, el aceite de oliva a granel se vende a empresas un poquito más grandes y a brokers. Nosotros no exportamos de forma directa porque no estamos maduros como para sumarnos a ese tema, lo hacemos a través de un intermediario. Los brokers nos compran a nosotros y exportan. No hacen más que eso. Así como viene el camión a la planta, lo llevan y lo exportan a otros lugares. Por ejemplo, si la tonelada de aceite de oliva se paga USD 6.000, el broker a mí me la paga 5,5 y la exporta a 6,2. A él le sirve ese beneficio y él tiene una espalda financiera para afrontar todo. Además, evitamos que nos llamen de los países de destino para discutir el precio o la calidad del producto: no tenemos las herramientas financieras y legales para afrontar eso.
Por otro lado, la uva para vinificar se la vendemos a una bodega argentina de las más grandes que hay, que directamente exporta a todo el mundo, hasta a los países nórdicos. Como somos proveedores de estas empresas, tenemos que cumplir con su reglamentación. Entonces otra empresa elabora nuestra materia prima de buena calidad orgánica y certificada, la vinifica y después la exporta a todo el mundo. No tengo del todo claro qué hacen con nuestras líneas de vino, porque es información confidencial. Pero cuando vas a la bodega y conversás en confianza y te empiezan a contar las cosas que hacen, puede verse el potencial enorme que tenemos.
Nosotros todavía no logramos nuestra primera exportación bajo la marca Vista Larga, pero trabajamos en todo el territorio nacional. Llegamos al consumidor final de forma directa en todo el país. Cualquier persona que nos escribe por las redes sociales o por WhatsApp puede recibir nuestros productos. Y después trabajamos con las distintas metrópolis: La Rioja –por supuesto–, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Buenos Aires, algo en Salta, Santiago del Estero, Misiones. Ahí trabajamos con transportes, distribuidores, vinotecas, que sea de baja escala.
No nos metemos con supermercados ni grandes cadenas, no nos interesa ese circuito. Nuestra distribución es distinta. Es un concepto de producto boutique, orgánico, sustentable, chiquito, familiar, de bajo volumen, buena calidad. No nos interesa reventar la mercadería por volúmen, ese no es nuestro camino.
MP: Ustedes tienen certificación orgánica tanto en olivo como en vid. ¿Lo que venden se diferencia además por eso?
ML: Tenemos una certificación orgánica de todos los cultivos: olivo, vid y nogal. Eso dice que nuestra materia prima es orgánica. Después, para tener el sello de producto orgánico certificado, hay que certificar el proceso como orgánico: el producto es orgánico en sí, pero tenés que certificar que no añadiste nada. Este año logramos la certificación orgánica de la almazara* a partir de la redacción de un montón de procedimientos, de auditorías, de un montón de trámites y de un costo por botella que vendemos. Entonces, a partir de este año, el aceite de oliva de Vista Larga tiene el sello orgánico en la etiqueta. Y los vinos son orgánicos en sí, pero no tenemos aprobada la bodega como orgánica porque no hicimos el trámite: no nos daban los costos por los bajos volúmenes que tenemos. Sí lo queremos hacer el año viene, y probablemente sumemos también las nueces. Los brokers, por ejemplo, compran aceite de oliva orgánico. Y las bodegas grandes compran nuestra uva como orgánica certificada, compran Malbec orgánico.
MP: Recientemente sus olivos han sido premiados y pudieron posicionarse como uno de los mejores aceites de oliva del país. ¿Cómo es el proceso de participación en las competiciones?
ML: Es un proceso muy grande. Hay que hacer un montón de cosas y somos muy pocas personas. Como para mí es importante desarrollar la marca porque es lo que creo que nos va a dar un mayor flujo de fondos a futuro, insisto en que tenemos que participar en las competiciones. Tengo una planilla de Excel con una lista de las me interesan para el vino, por ejemplo, que son en noviembre. De aceite de oliva hay un par muy grandes a nivel país que están buenísimas porque son muy transparentes y a cata ciega: nuestro aceite de oliva sin etiqueta ni ningún tipo de distinción –le ponen solo un código – puede competir contra cualquiera.
Participamos de una exposición que se llama Argo Oliva, en San Juan, que nuclea a todos los productores del país. Había muestras también de Italia, Portugal, España, Chile y Uruguay. Hubo una cena de gala a la que fuimos con mi viejo. Estábamos comiendo y había un australiano que manejaba una de las fincas de olivo más grande del mundo, con sede en Australia y en Estados Unidos. Él era empleado pero la tenía clara: todo lo que yo quería saber, él ya lo había probado. Yo estaba extasiado escuchando lo que decía y, de repente, cuando anuncian los premios, dicen: “Y ahora una empresa de La Rioja”. Ahí levantamos la cabeza. Y cuando escuchamos “Vista Larga”, yo lo veo a mi viejo con un entusiasmo… Fue corriendo. Y así fue como quedamos entre los dos mejores aceites de oliva del país. Fue una locura, nos llevamos un recuerdo muy lindo.
Al resto de las competiciones llegamos por mi insistencia de preparar la muestra, hacer el corte, mandarlo a competir, llenar todos los papeles –que son bastantes–, precintar el tanque… Al ser concursos internacionales hay que tener un montón de cuidados y protocolos. Por ejemplo, hay que precintar el tanque del que se sacan las muestras con un escribano y lo tenés que mantener cerrado hasta que se termine el certamen y te corten el precinto. Hay que hacer un montón de trámites que a mi entender valen la pena, entonces soy la persona que los persigue. Todos los años en que participamos nos traemos premios. El año pasado fue la primera vez que nos trajimos un premio de un certamen internacional. Y es mucho trabajo, no tenemos un equipo de marketing, yo soy el que maneja esa parte. Es un trabajo enorme tratar de entender lo que uno quiere hacer y perseguirlo.
MP: Nos gustaría saber un poco más sobre el desarrollo de sus cultivos ecológicos, ¿qué los motivó a cultivar ecológicamente y conseguir la certificación orgánica? ¿Cómo fue ese proceso?
ML:Decidimos trabajar así porque hay una veta comercial muy interesante en la producción sustentable, pero lo más importante de todo es la sostenibilidad y la rentabilidad del proyecto a largo plazo. La forma que yo, como ingeniero industrial, conozco para lograr eso es hacer las cosas de forma sostenible. ¿Qué quiere decir? Estamos trabajando en un valle inexplorado, es la primera plantación extensiva ahí: antes no se cultivaban ni olivos, ni vid, ni nogales; y además es la única. Esto nos daba muchos beneficios: no había enfermedades preexistentes en el terreno, tenemos una sanidad vegetal muy grande y no tenemos contaminación cruzada de ningún vecino porque no hay plantaciones, y como somos la única finca del valle es difícil que venga una peste ajena. Todas estas son condiciones propicias para trabajar el cultivo de forma orgánica y sustentable. Y esta forma de trabajo es la mejor para preservar estas condiciones pensando en un cultivo familiar largoplacista con inversiones a futuro. Esta decisión se tomó a sabiendas de que es más laborioso mecánicamente, lleva más mano de obra, más inversión en maquinaria, más horas hombre: es mucho más fácil venir y tirar productos.
Consideramos que hay un diferencial muy grande en trabajar así, que comunicado de forma correcta te da un cierto margen de precio. Es una hipótesis que todavía no comprobamos, pero creemos que el consumidor está empezando a preferir y va a seguir prefiriendo productos orgánicos, sustentables, realizados de forma eficiente. Perseguimos entonces esta hipótesis de que la manera en que hacemos las cosas va a impactar en el precio y vamos a poder recomponer o beneficiarnos a futuro de todos estos esfuerzos.
Hoy recibí a un proveedor que venía de San Juan, que trabaja con una línea de corchos agroecológicos basados en caña de azúcar. Me dijo que me conocía, que me había visto en una entrevista, que le encanta lo que hacemos, que nos sigue por las redes. En 2020 los llamé para comprar su producto¿Y por qué quería comprar su producto? Porque es sustentable, no tiene ningún tipo de polímero basado en fósiles. El proveedor me quería vender algo que yo conocía perfectamente porque ya los había contactado.
Me decía que, independientemente del volumen que le pudiéramos comprar, lo que le interesaba era nuestro proyecto. Entonces le mostré el parque solar, cómo trabajamos la sustentabilidad, las certificaciones orgánicas y demás. Lo interesante de esto es que las visiones de las dos empresas están alineadas: la de la empresa que está haciendo un tapón, un corcho que es sustentable, y la nuestra, que estamos trabajando todo de forma agroecológica, orgánica, sustentable y eficiente.
MP: ¿Tuvieron el apoyo de alguna institución provincial, nacional o internacional para el desarrollo de la empresa?
ML: La certificación orgánica, por ejemplo, la hace una empresa nacional que tiene una certificadora internacional. Traen protocolos de Francia o de otros países para certificar.
Nosotros tenemos asesores en todo lo que es la parte agrícola y la finca está abierta a cualquiera que quiera hacer investigación y desarrollo. Por ejemplo, tenemos cerca el CRILAR [Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja], que es un instituto de investigación del CONICET en Anillaco. Ahí hay un grupo que, por ejemplo, hace investigación de olivo. Nosotros abrimos las puertas de la finca para que saquen las muestras y hagan los estudios que les parezca, y si necesitan ayuda con algo los ayudamos. Así hicimos estudios de agua, de suelo, de olivo, de absolutamente todo.
Todavía no hemos podido capitalizar de forma directa ninguno de estos estudios, quizás porque no tenemos la suficiente madurez como empresa. También ocurre que tenemos que esperar que se haga la divulgación científica para recién ahí ver cómo se capitaliza la información.
Pero la poquita información que tenemos nos sirve para entender por qué acá las cosas se dan de forma distinta y también por qué, por ejemplo, nuestro aceite de oliva tiene esta concentración de polifenoles o este tipo de concentración de ácidos grasos, por qué está distribuido de esta forma, por qué podemos extraer ese porcentaje de aceite de las aceitunas. Es todo información, pero todavía no somos lo suficientemente maduros para manejarla apuntando a un mejor resultado.
MP: ¿Cómo funciona el sistema de riego con el que cuentan? ¿Cómo lo alimentan?
ML: Para hablar de riego, primero tenemos que entender dónde estamos parados. Estamos en La Rioja, que es la provincia con menor caudal superficial de agua, una de las más secas del país. No hay ríos. Entonces, el agua que tomamos nosotros es de perforación. Imagínense lo que es hacer un aljibe, un pozo, como en la Edad Media, y el esfuerzo de levantar una cubeta y sacar de ahí adentro un balde de agua. Bueno, ahora imagínense que eso está a 120 metros de profundidad y que no sacan una cubeta, sino volúmenes de pileta de natación para regar. Ese es conceptualmente el esfuerzo que hacemos para regar los cultivos. Lo hace una electrobomba, pero gasta mucha energía y es carísimo.
La forma más eficiente para conducir gota por gota este recurso tan preciado que es el agua son los sistemas de riego por goteo. Hasta la última planta de la finca se maneja con riego presurizado y tiene su gotero. Es mejor opción que, por ejemplo, el riego por aspersión, con el cual el viento te puede tirar el agua a otro lado, o por acequias, que pueden conllevar una evaporación muy grande y se pierde mucha agua.
MP: Tenemos entendido que usan energía de los paneles solares para el riego. ¿Cuándo instalaron el parque solar? ¿Qué potencia tiene y qué porcentaje de autogeneración alcanzan?
ML: Como decía, el esfuerzo que significa regar es un costo energético muy grande. Entonces también en este tema, como en el resto, queremos ser eficientes. Uno nunca sabe cuánto van a valer las tarifas y realmente te pueden dejar afuera del mercado. Un ajuste muy grande en las tarifas energéticas puede hacer que se seque el olivo por no tener el dinero para irrigar. Entonces tomamos dos grandes baterías de medidas para compensar esta situación. La primera fue eficientizar lo que ya tenemos. Trajimos nueva tecnología: un motor de imán permanente para electrobomba, que reduce el consumo energético. Regás lo mismo y consumís menos energía. Y después trabajamos con un sistema de generación, que son células fotovoltaicas que generan energía durante el día. Cuando hay sol en un período de 8 horas, se comporta más o menos como una campana gaussiana. Entonces tenemos energía “barata”, que es la generada por los paneles durante el día, y tenemos un motor de imán permanente, una bomba muy grande para hacer la extracción, que te da una mayor eficiencia.
Lo que hacemos es irrigar durante todo el día, pero la extracción de agua, que va a una represa, la hacemos únicamente durante la generación de los paneles. Cuando tenemos energía generada por los paneles, utilizamos la bomba grande para llenar la represa, y después irrigamos con una bomba más chica, presurizamos el sistema, durante todo el día. Cuando tenemos los paneles funcionando, que tenemos más energía, utilizamos toda la potencia instalada en las bombas para regar, y cuando no, que es de noche, utilizamos únicamente las bombas chicas para presurizar el sistema y seguir regando.
En invierno vamos a tener energía que de cierta forma nos va a sobrar porque no va a hacer falta regar tanto. Y en verano, por ejemplo, nuestro nivel de autogeneración llega al orden del 60%, que es un poquito más de lo que esperábamos generar. Se puede ver en tiempo real la eficiencia de los paneles y lo que están generando, y esa información también es de público acceso. Sería muy interesante que se evalúe en La Rioja seguir haciendo parques solares porque los resultados son muy alentadores.
MP: En el marco de la apuesta de hacer un producto que tenga un nicho de exportación, para generar una diferenciación del tipo de producto, ¿tuvieron en cuenta que con los paneles pueden hacer una producción más limpia si el día de mañana tienen que exportar a mercados que requieran energías limpias? ¿O lo hicieron más bien para empezar a bajar los costos?
ML: El primer driver es no fundirse. No sabemos cómo va a modificarse la tarifa energética y somos muy susceptibles a eso. Vemos casos de plantaciones que se secan por no poder regar. Así que frente a esa vulnerabilidad tan grande y ante la amenaza de cambios continuos en la tarifa energética, contar con un sistema de generación te da una tranquilidad. Aunque también es una inversión grande para la que hace falta financiamiento, entre otras cosas, y es una apuesta largoplacista.
Además el parque solar es un diferencial a la hora de plantear un producto. Nuestros diferenciales son la unicidad del Valle de Huaco, la producción orgánica certificada, la producción agroecológica, y el concepto familiar boutique de pequeño volumen y realizado de forma sustentable y eficiente con el manejo de los recursos, tanto del energético como del hídrico, que es el más preciado.
Sin embargo, no nos es conveniente duplicar su capacidad para ser completamente autónomos. Nosotros tenemos un mayor consumo de energía en verano, así que si nuestra situación fuese siempre la del verano, sí valdría la pena. En invierno tenemos que regar menos y tenemos capacidad ociosa, y esa capacidad ociosa se devuelve al circuito pero no en las mismas condiciones. Entonces con el esquema tarifario actual no conviene hacer eso, si las condiciones cambian esto se volverá a evaluar.
MP:¿Cómo ven el desarrollo turístico de la provincia? ¿Apuestan al enoturismo en la finca?
ML: Soy abanderado, promotor y defensor del turismo de La Rioja. Creo que La Rioja tiene la posibilidad de desarrollarse como una provincia turístico-productiva, que tiene absolutamente todo, y no encuentro una sola persona que me justifique que no sea viable. La Rioja tiene un potencial turístico enorme, tiene toda la materia prima necesaria, todos los paisajes, todos los recursos naturales. Falta inversión y desarrollo, y gente que lo quiera hacer. No hay ninguna otra barrera.
La apuesta de Vista Larga al turismo es muy grande, estamos completamente abiertos al turismo. Las puertas de la finca están abiertas de lunes a sábados de 10 a 17 horas para recibir a cualquier turista espontáneo que ande por la ruta, y después hacemos visitas guiadas con degustación, que es un servicio pago durante los fines de semana y con reserva previa. Estamos haciendo una nueva edificación, refaccionamos la entrada, estamos armando un centro de interpretación para poder mostrar todo lo que hacemos al público que nos visita, y apostamos mucho a la publicidad y a la promoción de los establecimientos como bodega turística. Nuestra apertura al turismo es total y estoy convencido de que es el camino que tenemos que seguir.
Cualquiera que quiera saber un poquito más sobre nuestro proyecto nos puede encontrar en la web o en nuestras redes sociales (@fincavistalarga). La finca está abierta al turismo durante todo el año y cualquiera que quiera recibir nuestros productos en su casa nos puede escribir por WhatsApp y les enviamos todo lo que necesiten.
Por Nicolás Barcos y Paloma Varona