Diálogo Productivo con Antonieta Rodríguez de Olmos

En este nuevo diálogo productivo, Antonieta Rodríguez de Olmos, doctora en Ciencias Biológicas y cofundadora de Food4You, nos cuenta sobre el desarrollo de este emprendimiento que apunta a cambiar la forma de alimentarnos, con foco en la conciencia ambiental y la nutrición. El entramado biotecnológico en Salta, la importancia de los vínculos entre empresas e instituciones del ámbito público y privado, y el fomento a la inversión, entre otros temas.

Diálogo Productivo con Antonieta Rodríguez de Olmos

MISIÓN PRODUCTIVA: ¿Cómo surge Food4You? ¿Qué los llevó a emprender y cómo es el proceso de trabajo? 

ANTONIETA RODRÍGUEZ DE OLMOS: Food4You nace con la misión de cambiar la manera en que se alimentan las personas, con foco en la conciencia ambiental y sin perder de vista la nutrición, aprovechando al máximo la tecnología de la fermentación. Si bien esta tecnología se viene usando hace mucho tiempo, todavía se sigue investigando la posibilidad de llevarla al ámbito de los alimentos de base vegetal.

La idea surgió de mi tesis doctoral, durante la cual optimizamos esos procesos de fermentación. Usamos bacterias lácticas –que estuvieron relacionadas durante muchísimo tiempo a los productos lácteos–, y las llevamos a un sustrato vegetal, que es la soja, principalmente porque somos un país productor, pero no consumidor de soja. Nuestra propuesta es modificar esa matriz vegetal como base para desarrollar diferentes alimentos, pero mejorados en la parte del olor, del sabor, de su funcionalidad. Es decir, que el alimento no solo te pueda nutrir, sino que también te dé un adicional, como por ejemplo compuestos antioxidantes o alguna vitamina que se pueda incorporar por ese proceso de fermentación. 

Diálogo Productivo con Antonieta Rodríguez de Olmos


Nos presentamos en una convocatoria de Gridx, una
company builder; ahí conocí a mi socio, Francisco Gil Garbañol, y con él vimos que había una oportunidad de negocio en todo lo que es el mundo plant-based. Presentamos lo que hicimos en la tesis doctoral, en particular en CERELA [Centro de Referencia para Lactobacilos] y lo abrimos hacia otras matrices vegetales: propusimos utilizar los procesos de fermentación a partir de bacterias lácticas, pero para un abanico de posibilidades que abarque no solamente la soja, sino también la almendra, la castaña de cajú, el arroz, y combinaciones entre esas matrices vegetales con frutas. 


Nuestra idea es ser proveedores de
estas bacterias lácticas. Es similar a lo que se hace con el yogur o el queso, o cualquier producto fermentado, en cuyo proceso se necesitan esos microorganismos. Entonces así como a la leche se le ponen los starters de cultivo específicos para yogur y se obtiene así un alimento totalmente distinto, lo mismo en nuestro caso: es la misma tecnología, pero estos microorganismos tienen que estar adaptados a esa nueva matriz vegetal. 

Actualmente estamos llevando adelante actividades de investigación y desarrollo, búsqueda, selección y estudio de esas bacterias o combinación de bacterias para cada matriz vegetal. Además de ser proveedores de esas bacterias como starters de cultivo, nuestra idea es asociarnos con productores para desarrollar juntos nuevos alimentos con un nuevo concepto tanto desde lo nutricional como desde la conciencia ambiental. 

MP: ¿Cómo lograron acceder a estos primeros inversionistas y cómo fue ese proceso de inversión?

ARO: Gridx es una company builder que invierte en proyectos de biotecnología que se pueden transformar en negocios. Tienen convocatorias todos los años e invierten en 10 o 12 empresas por año. Yo me presenté como emprendedora desde el punto de vista científico y Francisco, mi socio, se presentó como emprendedor de negocio. Durante el proceso de Gridx, que dura aproximadamente entre dos y tres meses, equipos científicos se conocen con equipos de negocio. Después de ese proceso empezamos a pasar de la idea al análisis de los competidores: qué otras empresas hacen lo mismo y si realmente hay una demanda puntual de lo que nosotros estamos planteando. 

Aproximadamente después de un año de todo ese proceso, en agosto de 2021, vino la inversión de Gridx, que fue la primera que recibimos. Armamos la empresa y estamos operativos desde enero de 2022 en un laboratorio que alquilamos en Salta. Después recibimos algunos premios, también aplicamos a aportes no reembolsables y tenemos un aporte del FONDCE [Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Capital Emprendedor]. Eso hizo que estemos operativos en este momento y tengamos runway hasta por lo menos el año que viene. 

MP: Respecto de la localización en Salta, tenemos entendido que los principales proyectos de biotecnología están asentados generalmente en Buenos Aires, en Santa Fe o en Córdoba. El proyecto de ustedes es interesante porque está instalado en una provincia fuera de esa región. ¿Cómo funciona ese proceso?

ARO: La prueba de estas bacterias la hacemos en Salta y la parte administrativo-financiera, que la lleva Francisco, está en Buenos Aires. Es estratégico que sigamos en Buenos Aires porque Salta ofrece muy buena calidad de vida pero está alejada de donde pasan algunas cuestiones. También tenemos un proyecto iniciado con gente en Tucumán: yo hice el doctorado y toda mi carrera en Tucumán, y después me vine a Salta. Tucumán también es un polo tecnológico con formación de recursos humanos en biotecnología. 

Estar en Salta sin un ecosistema de biotecnología es difícil. Somos pioneros y eso requiere que tengamos que hacer que sucedan ciertas cosas, y al mismo tiempo es una hoja en blanco: podemos escribir y abrir caminos. También es necesario el sector gubernamental: hay permisos que se precisan, entonces vas y contás de qué se trata tu proyecto y aprendés junto con los funcionarios, es un ida y vuelta. En este sentido hay una cercanía que en otras provincias quizás no tenés. 

Hay que tener en cuenta que son conceptos nuevos, son ideas nuevas que hay que ir trayendo de a poquito, con mucho tacto, haciendo un trabajo colaborativo no solamente con las empresas, sino también con las universidades, con los centros. En particular, trabajamos bastante bien con el CCT [Centro Científico Tecnológico] Salta-Jujuy, donde radica la investigación del CONICET. Tenemos muy buena relación con las universidades y con el gobierno. Ser la primera empresa de biotecnología en Salta hace que sea más fácil acceder a esos contactos, tener una reunión con un ministro o con un secretario. Eso es lo bueno y lo ventajoso. 

Por otra parte, sí, estamos lejos. Al no haber ecosistema, al ser los únicos, es mucho más difícil acceder a espacios. Por ejemplo, lo que más nos costó fue encontrar un laboratorio donde empezar las actividades, que una universidad –en particular una universidad privada– pueda ser flexible en cuanto a sus acuerdos para que una empresa, un privado, entre a sus laboratorios para poder operar. Quizás en las universidades nacionales o en los centros de investigación y desarrollo que dependen de la nación es un poco más difícil porque no tienen la estructura legal armada para que suceda eso, aunque creo que eso está cambiando.

También fue difícil conseguir los recursos humanos: convencer a la gente de que vengan a trabajar a Salta y de que hay otras cosas además del turismo o el agro. Nosotros somos ahora ocho personas, casi todos de Salta pero que estaban en otro lugar y empezaron a trabajar con nosotros. Querían venirse a Salta porque esta ciudad tiene una calidad de vida que quizás no se puede encontrar en otro lugar, pero querían poder trabajar de lo que ellos estudiaron. Acá en Salta era complicado, dentro del ámbito privado, poder incorporarse en alguna empresa de biotecnología. 

Así que por eso hay una pata en Buenos Aires, que es importante para estar en los eventos, donde hay inversores que se pueden contactar con Gridx. Es importante no perder la comunicación y tampoco aislarse. Ojalá nos podamos seguir quedando acá, que las condiciones tanto provinciales como nacionales se den para que sigamos apostando por Salta.

MP: ¿En qué etapa del desarrollo se encuentran? ¿Están en una etapa comercializable? ¿Y qué clase de clientes tienen, solo del mercado local o también exportan?

ARO: Todavía no tenemos ventas de ningún tipo, estamos validando tanto el mercado como nuestra tecnología. Actualmente tenemos nuestro primer producto mínimo viable, o MVP, que es una combinación de bacterias en un formato en este momento congelado, y estamos tratando de desarrollar un producto seco para empresas de alimentos de base vegetal. Hay empresas que nacieron con el concepto plant-based, que hoy están desarrollando principalmente bebidas vegetales –mal llamadas leches vegetales– y hamburguesas, y están avanzando hacia fermentados como quesos untables y yogures. Esos son nuestros potenciales clientes. 

También estamos conversando con empresas lácteas que están viendo que hay un negocio por desarrollar: los alimentos análogos lácteos, que son vegetales. Algunas de estas empresas nos han llamado para poder empezar a hacer sus desarrollos. No son solamente empresas locales, nacionales, sino también globales. Hay dos mercados en particular que nos interesan: Estados Unidos, porque es un país bastante grande con una demanda puntual que está en la búsqueda de alimentos saludables, nutritivos, con un concepto distinto; y Europa, España en particular viene bastante bien en el desarrollo de los alimentos de base vegetal. 

En resumen, no estamos vendiendo todavía y, si todo sale bien en esta etapa de desarrollo, el año que viene quizás podamos tener nuestras primeras ventas. Hoy estamos en el momento de prototipar con estos potenciales clientes que ya nos han pedido las bacterias.

MP: Retomando esto de los principales mercados donde se está demandando este tipo de productos, ¿cómo ven el ecosistema plant-based a nivel mundial y específicamente a largo plazo? 

ARO: El sector tuvo un crecimiento exponencial, principalmente de 2019 a 2020-2021, un poco acelerado además por la pandemia: hubo un salto muy grande en la cantidad de personas que empezaron a elegir alimentos que no tengan orígenes o derivados animales. Los millennials y centennials hoy eligen de una manera distinta: no solamente porque el alimento les guste sino también porque tenga de fondo una conciencia ambiental, empatía con los animales y además nutrición; es un segmento cada vez más exigente. 

El año pasado hubo una baja de ese mercado por la adopción y la repetición de compras de los consumidores; es decir, se compró una vez pero no se repitió la compra. Entonces luego de la aceleración exponencial en 2019-2020-2021, desde el año pasado, 2022-2023, este mercado viene acomodándose, pero creemos que se va a mantener en los próximos años. Los alimentos de base vegetal llegaron para quedarse, no se trata de una moda. Es un mercado con muchísima oferta, pero todavía el consumidor no está del todo desarrollado. 

También hay mucho por desarrollar en cuanto a la tecnología: no se trata de mezclar cualquier cosa que no tiene derivados animales y olvidarse de la salud. Hay que empezar a balancear estos dos factores, y es ahí donde vemos que hay una oportunidad para crecer. Nuestra propuesta es dar alimentos que sean sustentables pero también cuiden la nutrición de las personas, llevar nuevos alimentos con fermentación para esta nueva segmentación de clientes que vienen con bastantes exigencias. 

Nosotros apuntamos también a otro segmento, los flexiterianos,* a quienes todavía hay que convencer de elegir este tipo de alimentos. Su principal motivación para su consumo es el gusto, que sea rico, independientemente del concepto plant-based, de la sustentabilidad, de la sostenibilidad y de la parte de nutrición. Hay que convencer a los consumidores –quizás no a los millennials y centennials, pero sí a quienes todavía no tienen esta preferencia– de elegir estos alimentos no solo por el gusto.

Además, vemos que este mercado en Estados Unidos y Europa ya está mucho más establecido, y en Argentina y América Latina recién está empezando, hay mucho por desarrollar todavía.

MP: Queríamos profundizar un poco tu percepción sobre el ecosistema emprendedor tanto a nivel general como en el NOA. ¿Han tenido o tienen vínculo con otras startups de la región? ¿Cuentan con el apoyo de instituciones tanto públicas como privadas de la región?

ARO: Una de las principales redes es Endeavor, pioneros en impulsar la articulación entre empresas de emprendedores. Pero dentro de lo que es el ecosistema emprendedor en Salta y en el norte, falta un poquito. No es que no hay nada, Endeavor es de los que más hace. Pero el tipo de emprendimientos de base tecnológica todavía está empezando, porque está relacionado con la economía del conocimiento. Recién desde hace dos años más o menos Salta viene trabajando en fomentar empresas basadas en conocimiento, y ahí entra la biotecnología.

Nosotros sí tenemos contacto con otras compañías, principalmente de Tucumán, donde están otras empresas del portfolio de Gridx, con las cuales compartimos información, articulamos, hablamos de equipamientos que están disponibles, porque estamos dentro de la red de la Cámara Argentina de Biotecnología. Eso es importante, si no estaríamos muchos más solos. Tenemos relación con algunas empresas de software, estamos en permanente contacto con empresas de la Cámara Argentina de Biotecnología. También estamos dentro de la Universidad Católica, que tiene un área específica de emprendedurismo, donde brindamos nuestro aporte y acompañamos, vamos a eventos, articulamos con algunas empresas.

MP: ¿Cómo es su relación con la universidad, con instituciones científicas, con el Estado? ¿Considerás que se puede hacer más para desarrollar esas relaciones, para generar esa sinergia? ¿Qué puede hacer el Estado provincial o nacional para que el sector mejore y se desarrolle? 

ARO: Las startups necesitan de las instituciones científico-tecnológicas, porque no tenemos ni los equipos ni los investigadores senior que existen ahí. Hay diferentes vehículos de vinculación tecnológica. Por ejemplo, nos hemos vinculado por medio de servicios, tanto del CONICET como del INTA, principalmente vía STAN, que son servicios tecnológicos de alto nivel. También tenemos activos convenios de investigación y desarrollo con el CERELA, en Tucumán, que también depende del CONICET. Hemos desarrollado un acuerdo de transferencia material con el INTA, por medio del cual nosotros estamos investigando microorganismos que ellos han estudiado para otra aplicación, apuntando a la aplicación que nosotros pensamos que tiene potencial. Con la Universidad Católica de Salta tenemos un contrato de locación; no hay coparticipación en propiedad intelectual, solamente alquilamos un espacio, pero al mismo tiempo fomentamos el ámbito del emprendedurismo de base científico-tecnológica, de biotecnología. La universidad está pensando en generar cursos o diplomaturas de negocios en biotecnología. El simple hecho de estar dentro de una universidad hace que, forzosamente, tengamos que contar lo que hacemos, para qué lo hacemos, y eso se va contagiando. Por ejemplo este año se va a incorporar otra empresa de biotecnología en la universidad. 

La vinculación es necesaria. Con los recursos que tenemos, nosotros no podríamos hacer todo lo que hacemos si no nos vinculamos. Las herramientas de vinculación en algunos casos están mucho más claras, son más rápidas; en otros casos pueden demorar. Entonces hay mucho por hacer en cuanto a estos tiempos, para que salgan las cosas un poco más rápido. El tiempo en una startup es fundamental. Si la respuesta para saber si se puede o no se puede hacer algo se demora seis meses, a nosotros no nos sirve, porque en seis meses un inversor quizás necesite generar un hito. 

También son importantes los incentivos fiscales, o algún tipo de incentivo por medio del cual las empresas más grandes puedan invertir en innovación, ya sea innovación abierta con las universidades, con centros de I+D, o con startups que tengan algún desarrollo para alguna empresa ya consolidada. Por ejemplo invertir en un proyecto de I+D de nuevas empresas que a la vez brinden alguna solución para esas grandes firmas. 

En cuanto al gobierno, creo que a nivel estatal en biotecnología todavía hay muchísimo por hacer. Salta en particular está arrancando en lo que es economía del conocimiento. Falta formar vinculadores tecnológicos que puedan entender los tiempos y los conceptos: qué significa tener una ciencia y una tecnología, cuándo la tengo que pasar al sector, qué necesita ese emprendedor. Que entiendan el lenguaje tecnológico-científico y puedan transmitirlo a la parte estatal; que conozcan, por ejemplo, los permisos que se necesitan con el sector de ambiente, la regulación, por dónde tengo que ir en Bromatología para pedir una reglamentación. La capacitación en el Estado es fundamental para que más empresas tengan un camino más allanado y el emprendedor pueda enfocarse en avanzar, en hacer crecer la compañía, en entrenar recursos humanos, en buscar inversión.

MP: Dentro de esas iniciativas de acompañamiento por parte del sector público están las misiones técnicas y comerciales. Recientemente participaron de la BIO International Convention en Boston, junto con el CFI y con startups de otras provincias. ¿Cómo fue esa experiencia?

ARO: Participar de la BIO fue una experiencia sumamente enriquecedora. Para empezar es el evento más grande de biotecnología a nivel mundial y, si bien está más enfocado en pharma, para nosotros significó una gran oportunidad para conocer y conectar con este ecosistema, a nivel tanto nacional como internacional. Como empresa naciente y radicada en Salta, tener la posibilidad de articular y compartir con empresas del rubro, y con otras startups que también se encuentran en el interior, fue invaluable. Articular, estar conectados y pertenecer a una red que busca innovar con biotecnología en territorio es clave para el desarrollo de las regiones. Agradecemos enormemente al CFI por habernos convocado para esta misión, y nos quedamos con el compromiso de seguir fomentando este tipo de actividades en nuestra provincia, trabajando articuladamente para que más startups de biotech surjan y se establezcan en nuestra región.

MP: Para cerrar, está la idea de que las empresas, particularmente las biotech, nacen globales: se van a los mercados más próximos, donde están las aceleradoras o los grandes inversores, los grandes equipamientos. Nos interesa saber por qué ustedes deciden investigar y desarrollar acá en el país, y también qué políticas creés que ayudarían a evitar esta deslocalización de las empresas.

ARO: Afuera las cosas quizás son más fáciles en el ecosistema: tenés hubs de innovación para investigar, mandás un mail haciendo un pedido de un reactivo y te llega al día siguiente, no tenés tantos problemas con la importación, hay una estabilidad económica que te permite proyectar. Por ejemplo, nosotros necesitábamos unos kits que vendían en Estados Unidos y nos demoraron muchísimo tiempo. También acá son complicadas las proyecciones financieras: hoy ajustamos los sueldos cada tres meses y vamos a tener que empezar a hacerlo mensualmente, porque los sueldos que nosotros pagamos dentro de las startups quizás no sean tan competitivos como los de una empresa multinacional. 

Además, en otros lugares tenés inversión y podés desarrollar más rápido para levantar una próxima ronda. La gente que invierte en rondas, en las series seed (semillas) o serie A, no están acá, los fondos son internacionales y por lo general no invierte uno solo, son un equipo o un grupo de inversores. Así que es estratégico también salir a buscar rondas más grandes afuera porque acá no existen. Recién ahora se está dando un surgimiento bastante importante de inversiones en las rondas, en las preseed, principalmente con algunos VC o company builders. Pero todavía no existe esa otra inversión, y tenemos que salir a buscarla. 

Muchas veces esos inversores que ponen USD 500.000 o USD 3 millones piden que tengas tu pata en, por ejemplo, Estados Unidos. Entonces para poder recibir la inversión es necesario que te registres ahí, porque no se invierte en empresas argentinas en el rubro en el que estamos nosotros. Afuera es distinto, porque el riesgo es menor, porque salís muchísimo antes con tus productos a la venta. El sector de biotecnología tiene la particularidad de que el que invierte no va a tener un recupero inmediato, más o menos lleva entre 7 y 10 años comercializar. Entonces esas inversiones de riesgo son a mediano plazo, y este tipo de inversor hay que formarlo y fomentarlo en Argentina. 

Por otro lado, uno de los valores más ricos que tenemos en Argentina son los recursos humanos en todo lo que es ciencia y tecnología, que son de altísimo nivel y están formados por lo general en instituciones nacionales. Ahí hay un valor enorme para elegir quedarnos acá. Nos encantaría tener siempre una pata en Salta y otra en otro lado que sea necesario para seguir creciendo. Yo en particular soy muy federal, me gusta que la ciencia y la tecnología vengan a las provincias para que empiecen a ser un lugar de elección de las personas que nos hemos formado en STEM. Me encantaría que Salta siga siendo mi provincia de elección –por más que tengamos que ir a buscar una ronda afuera– porque es donde nací. No me formé acá pero estamos trayendo formación y hablando de algo de lo que antes no se hablaba, eso hace que otros también se animen a desarrollar acá sus actividades de I+D. 

Por Tomás Gulias y Paloma Varona


(*) El flexitarianismo es la práctica de consumir alimentos principalmente de origen vegetal y un consumo ocasional de alimentos de origen animal.