Diálogo productivo con Carlos Muia

Diálogo productivo con Carlos Muia
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Misión Productiva: Una parte importante del sector de indumentaria y calzado presenta diversos problemas de eficiencia y productividad pero su empresa aparece, en cierto sentido, como una isla, con muchas capacidades interesantes. Hoy Confecat es líder en indumentaria y calzado de seguridad y es uno de los principales empleadores de la provincia de Catamarca. ¿Cómo nace la empresa? ¿por qué decidieron producir así y en Catamarca?

Carlos Muia: Confecat nace al amparo de la Ley de Promoción Industrial en 1982. La ley, de alguna manera, abarcaba a La Rioja, Catamarca, San Juan y San Luis. Es importante destacar este tema porque éramos una empresa bonaerense y esta ley que incluía incentivos fiscales por 15 años hizo que tuviéramos una mirada hacia el interior. Sino, ¿por qué voy a ir a producir al interior si el mercado está en la pampa húmeda? Esto nos hizo mirar a Catamarca y desde 1982 empezamos a desarrollar nuestra empresa, fuimos creciendo y cerrando divisiones que teníamos en Buenos Aires y trasladándonos a Catamarca.

 MP: ¿Cuáles fueron las claves para el crecimiento y desarrollo de la empresa? Dado que es un sector tan complejo

CM: La promoción industrial es una hermosa herramienta para radicar industrias en el interior. Como todo, también fue denostada por ciertos sectores sociales o periodísticos. Aquellos que usamos como herramienta la promoción crecimos porque para una PyME, como éramos nosotros, la falta de crédito era un factor gravitante para las inversiones y de alguna manera la promoción industrial te daba un crédito barato que era la utilización del IVA de saldo, la diferencia entre compras y ventas.

Usamos esa herramienta de “crédito barato” para hacer sustentable nuestra estancia a 1200 kilómetros de distancia. Porque hubo muchos que usaron la promoción, terminaron el año 15, hicieron la valijas y volvieron a su lugar de origen. Nosotros tenemos una visión distinta, creemos que hay que desarrollar el interior, creemos en un país federal.

No abonamos la idea de mega metrópolis como Buenos Aires, que tienen tantos problemas. Esto incluso lo demostró la pandemia de COVID-19, en la que tuvimos que tratar de resolver desde la salud una situación de crisis para 18 millones de habitantes y cuyo tratamiento era absolutamente imposible.

Tenemos que tender a descentralizar. Hay que desarrollar el interior, hay que generar industrias que permitan afianzar y evitar la migración interna que produce hechos desagradables. Si vos no tenés una ciudad que tiene desarrollada carreras universitarias, empezás por irte a estudiar a Buenos Aires, La Plata o Córdoba y seguramente cuando te recibís difícilmente vuelvas a tu lugar de origen, porque estás viendo salidas laborales más importantes y en tu lugar de origen no tenés salida laboral. Hay que revertir esta situación porque esa migración destruye familias, destruye culturas y vacía el interior de un sentido lógico. Hay que tener otra visión federal, hay que invertir en carreteras, hay que invertir en incentivos que hagan que el interior sea deseable y que la ecuación económica sea posible.

A veces en nuestra empresa, que es el mayor dador de trabajo privado que tiene la provincia de Catamarca, recibimos políticos de distintas extracciones: oficialismos y oposiciones, depende el momento. Siempre les decimos que lo que no se invierte en el interior, terminan invirtiéndolo en los bolsones de pobreza que rodean el conurbano bonaerense. Si destináramos ese esfuerzo en generar incentivos fiscales que hagan que las empresas vean con interés el interior de nuestro país evitaríamos esto y desarrollaríamos en forma más armoniosa el norte y el sur.

MP: Teniendo en cuenta que para Confecat la tecnología es un rasgo bastante distintivo y que invierte en máquinas muy avanzadas, ¿cuáles son estas estas máquinas que hacen que tengan una de las fábricas más avanzadas del país en calzado?

CM: Es la más avanzada, la más dotada de la última tecnología. La visión es que la distancia se rompe con bajar los costos. Hay que minimizar el costo de localización. Es decir, los 1200 kilómetros son un hecho que en la balanza pesa pero si vos podés contrapesar los 1200 kilómetros con tecnología es más viable la estancia y la permanencia en el interior. Por eso nosotros crecemos. Tenemos la visión de apostar permanentemente a la tecnología, lo que también nos hace competitivos en el mundo.

Por ejemplo, en la parte de calzado de seguridad tenemos inyectoras de tecnología alemana. Hace 11 años trajimos la primera inyectora que era única en Sudamérica, hace cuatro o cinco años trajimos otra que por sus características sólo hay cinco en el mundo y una de esas la tenemos nosotros en Catamarca. Se caracteriza por inyectar caucho con caucho y también puede inyectar poliuretano con caucho.

Cuando hablamos de caucho estamos hablando de un calzado de seguridad que es específico para nuestras Fuerzas Armadas, para el sector minero y el petrolero. Insisto: de estas hay cinco que hay en el mundo, una la tenemos con mucho orgullo nosotros en Catamarca.

En la parte de indumentaria también tenemos muchísima actualización y sistemas autómatas y robóticos, lo que hace que si el tiempo estándar de un pantalón en el mundo es de 21 minutos nosotros gracias a la robótica que utilizamos podemos hacer ese mismo pantalón en 17 o 16 minutos. Eso nos hace muy competitivos.

La importancia de la competitividad no radica solamente en mitigar los costos de localización, sino también porque entendemos que en algún momento vamos a entrar en competencia con el mundo, entonces tenemos que desarrollar las mismas armas y tecnología que desarrolla el mundo.

MP: ¿Quiénes son hoy sus principales clientes y quiénes son sus principales competidores dentro del mercado local?

CM: Nuestros principales clientes son la gran industria nacional y las Fuerzas Armadas. Diariamente hacemos 5.000 unidades de calzado que pueden ser botines, borceguíes de seguridad, con punteras o sin punteras, de acero, zapatos de seguridad femeninos, entre otros.

Ubicar 15.000 unidades en total diarias no es fácil. Trabajamos con las principales empresas como Edesur, Telefónica, Metrovías, Technit, Renault, Mercedes Benz. Además, atendemos un segmento comercial que está desparramado a lo largo y ancho del país que atiende requisitos de PyMEs que nosotros no podemos atender. Incluso consumidores finales que usan nuestra indumentaria y calzado. Ese es nuestro universo de nuestros clientes.

Con respecto a la competencia, yo los llamaría colegas. No siento que estemos compitiendo con quienes hacen tareas similares. En indumentaria hay cinco, seis o siete colegas de menor escala que hacen productos similares y en calzado también hay cuatro o cinco que hacen productos similares, con tecnología distinta pero llegan a un producto similar al nuestro.

MP: Sabiendo que ustedes proveen a grandes industrias y que se dedican específicamente a, por ejemplo calzado de seguridad, ¿qué importancia tiene para la empresa cumplir con certificaciones y normas de calidad y seguridad?

CM: Certificamos normas ISO y lo hacemos porque entendemos que para adentro de la empresa ordena y nos fija objetivo de calidad. Nosotros tenemos una que nos permite una tolerancia de 6 defectos cada 100 unidades.

Hacemos mucho hincapié en la calidad, tenemos controles de revisión en la línea, en el final de la línea, la parte de embalaje y somos muy estrictos porque consideramos que la calidad es parte de nuestro propósito de producto y a través de eso también transmitimos garantía a quienes confían en nosotros.

Hay otra certificaciones que no comparto. Como país tenemos que bajar determinadas burocracias y si vos tenés certificada la empresa no corresponde que el IRAM exija un certificado por cada producto que hacemos. Hacemos 100 productos y tenemos que tener 100 certificaciones. Lo que habría que hacer es certificar a la empresa, certificar el proceso y no al producto, porque sino se agrega un costo adicional. Para ser competitivos como país tenemos que resolver un montón de situaciones de impuestos que suman a nuestros costos.

En muchos casos los empresarios dicen «yo soy ciento por ciento eficiente hasta la puerta de mi empresa, hasta ahí puedo competir con el mundo. Desde la puerta de mi empresa para adelante, tengo el costo argentino».

MP: ¿Qué desafíos implica para la empresa poder abrir mercados de exportación? ¿tienen proyectado abrir nuevos destinos a futuro?

MP: Somos un referente tecnológico en nuestro nicho de productos en Sudamérica. El mundo está globalizado, entonces, rápidamente se enteran cuando adquirimos tecnología. Viajamos a la ferias, a Milán, a Dusseldorf en Alemania. Entonces cuando compramos tecnología el mundo se entera porque en nuestro segmento es un pequeño mundo que está globalizado.

Lo cierto es que nos vienen a visitar de Dinamarca, Holanda u otros países, pero es muy difícil en este momento sostener una exportación porque tenemos que resolver nuestros problemas internos, problemas de inflación, nuestra moneda. Es decir, uno no puede pasar un precio de un producto al exterior y decir «esto cuesta 10 dólares” y a los dos meses decirle que le cuesta 11 y después, 12, en el exterior no entienden eso. Sí toleran que ajustes del cinco o seis por ciento en el año, pero las variables que manejamos son mucho mayores, entonces se pierden mercados, y conseguir mercados externos para nosotros es muy costoso y trabajoso. A veces preferimos esperar una mejor oportunidad. Sabemos que somos competitivos y que tendríamos posibilidades de poner nuestro producto en el exterior, pero también tenemos que trabajar en el costo país.

MP: El sector del calzado, en general, tiene muchos insumos importados o al menos la mayoría de las empresas se maneja de esa forma. Sabemos que no es el caso de Confecat, ¿qué parte de los insumos producen localmente y qué posibilidades de la sustitución de importaciones ves en el sector calzado?

CM: En nuestro caso no incide mucho el importado. Por ejemplo, cuando analizamos un calzado, una gran parte es de cuero, lo que nosotros llamamos capellada que es la parte superior. Tenemos el cuero argentino que tiene renombre por su calidad en el mundo. Hacemos gala de tener un muy buen producto. Nuestro proveedor más importante y a su vez nosotros somos su cliente más importantes es Sadesa, la curtiembre argentina que es una de las más grandes del mundo.

Además, tenemos un componente en la composición de la suela, que es poliuretano. En algunos casos estos productos son importados pero las químicas los nacionalizan, así que lo compramos en el mercado interno.

Hay muchos componentes que son nacionales, como la plantilla y otros que hacen al producto. Tenemos muy poca incidencia. De un calzado a lo mejor el 6 o el 7 por ciento son productos importados, quizás puede ser una puntera de acero que es la puntera de seguridad que viene de Brasil o puede ser un forro textil interior para el calzado que a veces no hay oferta suficiente.

En eso no hay mucha incidencia de lo importado. Claro que cuando no nos dejan o no nos aprueban la SIRA nos meten en un problemón porque vos podés tener el 1 por ciento del producto importado pero si ese 1 por ciento hace al producto final con que te falte eso ya es suficiente para que te paren las líneas de producción.

En cuanto a la indumentaria, somos parte del grupo Santista que es lo que era Grafa en Tucumán. Nuestro grupo empresario compró el 45 por ciento de las acciones de Santista. Somos el principal cliente de nuestro proveedor y a su vez somos el mayor comprador en el tejido del país.

En indumentaria diría que el 90 y pico por ciento es de origen nacional y siempre hay algún componente importado. Uno puede necesitar un cierre o una banda reflectiva o un abrojo. Hoy tenemos problemas, por ejemplo, con las agujas de las máquinas de coser, no se consiguen porque son importadas.

Para nosotros el componente importado es muy pequeño, si bien puede ser potencialmente peligroso no contar con eso, es muy pequeño.

MP: En Argentina en las últimas décadas hemos tenido una inflación creciente, pero en los últimos años hemos visto cómo el sector de indumentaria y calzado ha estado en el centro de la polémica porque el aumento de precios en muchas oportunidades subía por encima del promedio de la inflación. Como referente del sector, ¿qué interpretación tenés sobre esto? ¿pensás que es una dinámica que puede sostenerse o que puede llegar a revertirse en algún momento?

CM: Creo que a veces se buscan chivos expiatorios. Nosotros no somos culpables de la cadena de valor, formamos la cadena de valor pero cuando los funcionarios me preguntan les digo “nosotros como Santista, grupo al que pertenecemos, somos el mayor productor de jean de índigo que tiene el país, se producen más de 2.300.000 metros de telas planas al mes; parte es para la industria del jean, gabardinas o vestir y parte para ropa de trabajo”. Cobramos 600 pesos un metro de jean y un jean lleva un metro 10. Ustedes dirán: 660 pesos es el valor del costo de tela, ¿cómo llegas a 25 mil o 30 mil pesos? Que me lo expliquen porque es imposible.

Nosotros producimos un pantalón que lleva la marca Ombú, para ropa de trabajo que tiene cinco bolsillos -bolsillos relojero, triple costura- tiene mucho más trabajo que un jean y lo vendemos a 3000 pesos. Entonces, ¿dónde está la especulación o la ganancia desmedida?

Creo que hay que trabajar mucho en generar conciencia colectiva en la sociedad. En vez de generar planes de controles de precios habría que decir: este es el precio de referencia para un pantalón o una camisa, y para productos de otros sectores, y trabajar sobre la conciencia colectiva. Porque el mejor defensor de su propio bolsillo es es el ciudadano. Deberíamos tener una actitud inteligente para decir que tiene que haber márgenes razonables y decir “esto no lo compro porque es caro, esto no lo uso porque no está en el valor correcto”. Es la única solución, trabajar sobre la sociedad, destinar más recursos a la sociedad que proteja el consumo y no más controles que en definitiva no sirven. Si te resulta caro no lo compres.

MP: Volviendo al tema de los precios y al aumento por encima del índice general, ¿entonces estaría más focalizado no tanto en la producción sino en eslabones posteriores o en la comercialización, en márgenes?

CM: Por supuesto porque si decimos que el costo de la tela es aproximadamente 700 pesos, no entiendo por qué una prenda de un jean tiene que costar 20, 25 o 30 mil pesos. En nuestro país tenemos costumbres un poco extrañas, nos gusta comprar en los shoppings.

En realidad, las marcas que están en los shoppings pagan un 30 o un 40% del costo por estar ahí adentro. En el mundo los shopping están a 20 o 30 kilómetros de las ciudades importantes, de los urbanismos importantes porque las tierras son más baratas. Pero si vas a un shopping en el centro de Buenos Aires, con el valor del metro cuadrado claro que tiene una incidencia importante en el costo.

Además, te aseguro que en muchos casos en camisas o camperas o jeans, las mismas fábricas trabajan para cinco o seis etiquetas distintas, entonces hay una etiqueta de perfil bajo que sale 10.000 pesos; una etiqueta de perfil medio sale 20.000, una etiqueta que está segmentada en un consumo alto sale 35.000. Miramos más la etiqueta que el producto.

MP: ¿Qué perspectivas tiene la empresa para el mercado local para los próximos meses y años? ¿evalúan planes de ampliación?

CM: Siempre tenemos planes de crecimiento porque sino nos tendríamos que detener en el tiempo. Creo que como sociedad ya estamos vacunados contra la inflación. Como empresarios, quienes llevamos 40 años de empresa imaginen que pasamos por un montón de crisis en el 89, el 90, el 2001, el 2010, el 2011.

Tenemos que entender como sociedad que no podemos gastar más de lo que producimos. Ninguno puede en su casa gastar más de lo que le ingresa y acá nosotros gastamos más de lo que ingresa, total, alguien lo va a pagar, o tomamos crédito o le damos a la maquinita. Si no tenemos un comportamiento fiscal responsable, no vamos a resolver nunca el tema de la inflación. Es como que empezamos a acostumbrarnos a vivir con la inflación. Hay que desterrarlo.

Siempre vamos a tratar de tener crecimiento porque, tal como decía al principio, siempre tenés que estar alerta con la tecnología. Es lo que nos va a permitir ser competitivos el día que tengamos que abrir nuestros mercados, porque tarde o temprano la protección se termina.

Espero que nuestras autoridades sean inteligentes en el momento que se dé esa situación y no regalemos nuestros mercados o industrias. Porque todo el mundo protege mano de obra intensiva y en nuestro caso somos mano de obra muy intensiva. Entonces, abrir la importación, sí, pero si vos tenés una fábrica de bicicletas y el mercado es de mil bicicletas mensuales, deja que desde el exterior ingrese el 20%, es decir doscientas, con lo cual vas a ver la calidad de la bicicleta importada y su precio pero vas a dejar subsistir a la fábrica de bicicletas local. Si el mercado es de 1000 y traes 500 de afuera, va a sucumbir nuestra fábrica de bicicletas y nosotros tenemos que cuidar nuestra mano de obra.

MP: ¿Cómo se puede tener más empresas como la suya  y qué crees que puede hacer el Estado para contribuir a la sostenibilidad del sector?

CM: Los regímenes de promoción terminaron hace 25 años, es decir eso fue en los años 80, es decir que duraron hasta el 95 o 96. El decreto 814 que establecía un beneficio sobre cargas sociales que partía desde Buenos Aires hacia el interior. Si vos estabas en Buenos Aires pagabas el 100% de las cargas sociales, si estabas en Rosario pagabas el 75-80% de las cargas sociales, si estabas en Córdoba pagabas el 60 y a mayor distancia, por ejemplo en Catamarca, pagamos el 50%. A mayor distancia, mayor mayor quita de obligaciones fiscales. Esto era sobre el 931 con lo cual para gozar del beneficio tenías que tener nómina salarial, empleo registrado, es decir empleo en blanco. Para empresas de mucha mano de obra, mano de obra intensiva, eso es importante porque no es lo mismo pagar 10 millones de pesos de cargas sociales que pagar 5. Con lo cual, de alguna manera, estás amortiguando el costo de localización.

Creo que el Estado tiene que volver a esas políticas que generen una mirada hacia el interior, hay que repoblar nuestro interior. No hay industrias que tengan determinadas zonas de localización. ¿Por qué razón Córdoba concentra las grandes fábricas automotrices? No hay razón de ser, no es que Córdoba tiene un árbol cuyo fruto es el amortiguador. Fue una decisión política, lo mismo que fue una decisión política cuando Tucumán tuvo una iniciativa para llevar a grandes empresas entre ellas Santista, Scania y Alpargatas. Siempre hay una decisión política detrás, hay que tener una mirada de descentralizar.

El Estado juega un rol protagónico. Estas cosas no se pueden hacer sin que el Estado asuma esa visión federal. Por eso nosotros hace unos cuantos años integramos UNINOA que son las uniones industriales del Norte Grande, en el que participan 10 provincias. Cuando los gobernadores vieron que nosotros nos reuníamos periódicamente, generábamos partes de prensa e información, empezaron también a formar la Liga de Gobernadores del Norte Grande. Casualmente son diez gobernadores también y somos nosotros en las uniones industriales. Entonces, esa es una mesa para generar trabajo, proyectos y coincidir en la posibilidad de desarrollar el Norte Grande, generando puestos de trabajo e industrias.

Esto es central desde la visión del Estado, apoyando desde el punto de vista fiscal, desde el punto de vista de créditos para tecnología. No estamos hablando de que los créditos tienen que ser para comprar 4×4, puntualmente tiene que haber proyectos que justifiquen la tecnología.

Nuestro país supo ser un precursor porque tiene la materia gris para eso. Teníamos La Fábrica Militar de Aviones de Córdoba que era absolutamente competitiva y después por razones políticas se desmanteló o teníamos proyectos que no tienen por qué ser usados para la guerra sino que pueden ser usados para la tecnología y también se abandonaron. Tenemos mucha capacidad desde lo humano y el Estado tiene que apoyar todo lo que sea inversión tecnológica para ser competitivos.

Agregaría que además de tener la planta en Catamarca y Santista en Tucumán, también tenemos empresas en La Rioja. Tenemos tres puntos de desarrollo tecnológico de Industria en La Rioja, dos de ellos están en Famatima, que está a 30 km de Chilecito. Es el interior del Interior, un pueblito de 4000 habitantes. Tenemos 200 personas trabajando. Hay un antes y un después del desarrollo de esa comunidad y lo dicen sus propios habitantes. Porque vos tenés 200 personas que están gastando su salario en esa comunidad, empezaron a crecer servicios, supermercados y negocios. Hay un efecto multiplicador que genera la actividad al ser responsable y para nosotros es una enorme satisfacción generar puestos de trabajo. Y más en estos lugares porque también afianza la soberanía.

Por Nadia Schuffer (@nanuls) y Gonzalo Brizuela (@gonzabrizuela9)