Oportunidades para el desarrollo de la Bioeconomía en Argentina

La bioeconomía, noción siempre dinámica, es la utilización de los recursos biológicos –incluidas la ciencia, la tecnología y la innovación– para proporcionar soluciones sostenibles a todos los sectores económicos. Desde la intensificación de la producción agropesquera hasta el valor agregado y la consideración de la territorialidad, esta nota explora el papel fundamental de la bioeconomía para abordar los desafíos que enfrentan el sector agropesquero argentino y las industrias asociadas.

Oportunidades para el desarrollo de la Bioeconomía en Argentina

Argentina se encuentra entre los principales productores agropecuarios y exportadores de alimentos a nivel mundial. El sector agropesquero actualmente enfrenta desafíos que pueden canalizarse a través del desarrollo de la bioeconomía: condiciones agroecológicas adversas derivadas del cambio climático (con eventos de estrés hídrico, temperaturas altas e inundaciones), pérdida de productividad debido al uso intensivo de los suelos agrícolas, crecientes desafíos fitosanitarios relacionados con la resistencia a las soluciones agroquímicas, y mayores exigencias de calidad y sanidad de los alimentos en los mercados internacionales. 

Como respuesta a los desafíos ambientales y a la necesidad de modelos de desarrollo alternativos (con reducción de la huella de carbono), el concepto de bioeconomía ha ido ganando espacio en las agendas académicas, productivas y políticas. A su vez, propone superar la dualidad campo-industria movilizando diversos sectores económicos. 

Por otro lado, nuestro país cuenta con múltiples oportunidades para el desarrollo de la agro-bioeconomía: un gran potencial exportador, un entramado empresarial en crecimiento, un ecosistema científico-tecnológico con capacidades de investigación y desarrollo (I+D), y un entorno que ofrece un amplio abanico de recursos genéticos y biomásicos para el desarrollo de soluciones e insumos. 

En contraste con el ingreso tardío en la era industrial, el paradigma bioeconómico permitiría reformular el perfil productivo de la Argentina sobre la base de sus recursos y potencialidades, y acceder en forma temprana a la economía que se perfila en el futuro. Su fuerte anclaje territorial abre una gran oportunidad para superar desequilibrios sociales, por ejemplo, favoreciendo la inserción laboral de los trabajadores golondrina o migrantes, la participación de productores pequeños y medianos en las cadenas de valor, y el acceso a la economía de las comunidades marginadas.

Además, la bioeconomía replantea la localización de la actividad productiva cerca de la fuente de origen de la biomasa, debido al alto costo de su traslado. Por el vasto despliegue de biodiversidad y las capacidades científico-tecnológicas y empresariales, las oportunidades para el desarrollo de la agro-bioeconomía en nuestro país se enmarcan en una agenda de carácter federal. 

Principales oportunidades para el desarrollo de la agro-bioeconomía en Argentina

En primer lugar, nuestro país cuenta con un gran potencial exportador en el sector agropesquero. Los complejos cárnicos tendrían el principal aporte a las exportaciones futuras: podrían incrementar los saldos con ventas externas por USD 6.900 millones a 2030, con base en el crecimiento de la producción. Las exportaciones de proteínas a base de pescado también tienen un importante potencial que deberá ser materializado a través de la acuicultura (hoy marginal en Argentina), más que por el aumento de las capturas de la pesca tradicional –recurso biológico limitado–. La acuicultura representa un importante potencial exportador a mercados de altos ingresos en especies como la trucha y los mejillones (que ya cuentan con proyectos e inversiones en curso). En relación con los complejos frutihortícolas, se destaca la producción vitivinícola, de limones, peras y manzanas, y de productos de papa, que en conjunto podría incrementar sus exportaciones en USD 909 millones a 2030. 

En segundo lugar, Argentina es uno de los países con mayor número de ecorregiones del mundo. Esto brinda múltiples oportunidades para la producción de diversas formas de biomasa y servicios ecosistémicos. Como ya se mencionó, la biodiversidad lleva a que, por los altos costos de transporte de la biomasa, su procesamiento deba realizarse cerca de su lugar de origen. Esto motoriza el desarrollo local, algo destacable en un país con un extenso territorio, desigualmente poblado y con una localización industrial desbalanceada. 

Figura 1: Biorregiones de Argentina

Oportunidades para el desarrollo de la Bioeconomía en Argentina

Fuente: Lengyel y Zanazzi, CIECTI (2020).

En materia de talento científico, Argentina cuenta con 28.015 investigadores que producen publicaciones o desarrollos vinculados a disciplinas bio. Además, existen en el país más de 150 centros de I+D focalizados en biotecnología, y en los últimos años el ecosistema empresario biotecnológico ha experimentado un crecimiento acelerado debido fundamentalmente a la incorporación masiva de startups al entramado productivo

En este escenario, la bioeconomía argentina ya ha logrado una magnitud significativa, a partir de la existencia de empresas medianas y grandes que realizan apuestas a largo plazo en diversas disciplinas biotecnológicas.

Otra ventana de oportunidad son las nuevas tendencias del mercado internacional de bioproductos. A partir del siglo XXI, la demanda y el comercio mundial de alimentos y biocombustibles muestra un renovado dinamismo, vinculado al crecimiento económico de los países emergentes, el cambio climático, las restricciones en la oferta global asociadas a las regulaciones para la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad, y el inicio del fin de la era del petróleo. 

Este escenario implica una gran oportunidad para la producción y las exportaciones de todos los bienes de origen biológico, y en especial de los nuevos productos, que tienen mayor valor agregado. 

Principales desafíos: un análisis de los espacios de acción

En un país tan extenso y diverso como Argentina, el diseño de un plan nacional de desarrollo bioeconómico debe apoyarse en las iniciativas y proyectos surgidos en el territorio y potenciarse con las acciones impulsadas desde distintas áreas del Estado. Un entramado de coordinación efectivo entre la nación y las provincias fortalecerá la integración federal y permitirá avanzar hacia un desarrollo socioeconómico más equitativo.

Además, será fundamental acompañar la modernización tecnológica y el aumento de escala, así como conformar grupos asociativos en I+D. Entre las barreras encontradas para la adopción de las nuevas tecnologías de la agro-bioeconomía, se destacan la falta de perfiles profesionales capacitados, de institucionalización de los espacios de validación de tecnologías, de incentivos para superar el alto costo de aprendizaje, y de infraestructura y modernización tecnológica en algunos sectores adoptantes. 

En el ámbito de la investigación, desarrollo y transferencia, algunas de las limitantes encontradas son la escasez de investigaciones y desarrollos de productos con alto potencial para la sustitución de importaciones, el trabajo aislado y descoordinado de los centros que trabajan en los mismos campos, la escasez de personal técnico, la dificultad para retener personal calificado, los retrasos en infraestructura, y la falta de incentivos para el desarrollo de investigaciones aplicadas, transferencia de tecnología y/o spin off.

Sobre este último punto también se identificó la necesidad de fomentar herramientas sanitarias para la prevención de enfermedades. Tanto la ganadería como la acuicultura argentina gozan de un excelente estatus sanitario. Sin embargo, el déficit de vacunas para gran parte de las enfermedades comunes en estos sectores impacta en la tasa de preñez, y ocasiona mayor mortalidad, y pérdidas gestacionales y de ganancia diaria a lo largo del ciclo productivo.

En el ámbito de la producción y comercialización, es necesario incrementar la diversificación y el valor agregado de las exportaciones, sin dejar de lado las correspondientes al sector primario, que seguirán jugando un rol fundamental para equilibrar la balanza comercial en el corto y mediano plazo. La creación de una Marca País destinada a identificar y comunicar al mundo la sostenibilidad ambiental y la calidad local generará un diferencial en los productos agro pesqueros, lo que pondrá en valor las economías regionales. 

Para acompañar el avance tecnológico es necesario un marco regulatorio basado en la funcionalidad, flexible, capaz de adaptarse rápidamente a los cambios y de estar abierto a reformas normativas desde sus cimientos. Hoy, la falta de actualización de normativas excluye a distintos grupos de productos innovadores, y la falta de instrumentación de normativas vigentes –sobre todo en niveles provinciales– impide el avance de nuevos desarrollos. A esto se suma la carencia de guías claras para registrar ciertos tipos de productos innovadores. En relación con esto, aún existen provincias que no tienen formalizados sus esquemas para la aplicación del Protocolo de Nagoya y que no cuentan con los planteles profesionales adecuados para instrumentarlo.

Sumado a estas complejidades, los ensayos para registro con validez internacional deben realizarse en el exterior por falta de capacidades locales; también se observan atrasos en la infraestructura de los laboratorios oficiales y falta de estructura en áreas de los organismos regulatorios. Se requieren normativas para disminuir riesgos, que adopten tecnologías más apropiadas y mejores prácticas productivas. La cuantificación precisa de las huellas ambientales es un requisito ineludible para dimensionar la incidencia de estos factores y diseñar medidas de prevención y control. 

En conclusión, la bioeconomía se erige como un catalizador esencial para el futuro agropesquero argentino, enfrentando los desafíos climáticos y productivos con innovación y sostenibilidad. Es una vía para la diversificación y el desarrollo sostenible, y también un puente hacia la equidad social y la integración efectiva en la economía del siglo XXI.

Por Jesica Monzón, Sol Gonzalez de Cap, Fernando Zornada y Paloma Varona