Lluvia de inversiones | CENITAL – Un Software para mi país

Es uno de los sectores que aparece recurrentemente en los diarios, ya sea por su demanda de nuevos puestos como por la aparición de unicornios empresarios. Tiene buenos sueldos, logra exportar pese a la volatilidad económica y crece de forma continua desde hace dos décadas.

Lluvia de inversiones | CENITAL – Un Software para mi país

¡Buenas! ¿Cómo andás?

Gracias por abrir esta tercera entrega de Lluvia de Inversiones. Hoy vamos a hablar de la industria del software y servicios informáticos (SSI). Se dice constantemente que nuestro país tiene mucho para dar en este aspecto, pero pocas veces se dan las suficientes precisiones, así que vamos a tratar de descular de qué hablamos cuando hablamos de software en Argentina.

Probablemente te preguntes qué es la industria SSI. ¿Se trata de hacer programas de computadora? Sí, pero es mucho más. Incluye desde el desarrollo de software nuevo hasta la prestación de servicios vinculados a la informática, pasando por testeo de programas, mantenimiento, entre muchas otras actividades. Eso lo convierte en un sector muy heterogéneo, que tiene algunas complicaciones que te voy a contar más abajo.

Los datos del día

Según los datos del CEP XXI, en 2021 había 6000 empresas de SSI, casi el doble que las 3773 que había en 2007. El promedio de los salarios en el sector casi duplica la media nacional: en noviembre de 2022 fue de $376.909, contra $204.282 a nivel país. En total, el sector emplea -registrados en el sector privado- a 141.668 personas de forma directa.

La tasa de participación femenina se encuentra en torno al 33,5%, muy cercana al promedio nacional de 33,1%. Hasta 2018 venía cayendo hasta alcanzar el 30%.

Según informa el Plan Productivo 2030, en 2021 se exportaron 2.300 millones de dólares en concepto de SSI, lo que nos sitúa en un lugar menor dentro del comercio internacional de servicios informáticos, con un 0,2% de la participación total. El destino principal de las exportaciones es Estados Unidos.

No nos molesta el camino más largo

Como cualquier otra industria, la de SSI no nace de un repollo. Si bien desde 1960 pueden rastrearse algunas experiencias vinculadas a la electrónica y al mundo manufacturero, el despegue y lo que actualmente existe aparece con fuerza en los 2000.

En un escenario de creciente demanda de servicios informáticos a nivel mundial, la devaluación de 2002 y las políticas de incentivo a la industria a nivel local dinamizaron al sector, que creció a tasas chinas durante años. Pero, ¿de qué políticas hablamos exactamente?

En 2004 se sancionó la Ley de Promoción de Software (LPS) destinada a las empresas del sector, que consistió en una serie de beneficios fiscales y en los aportes previsionales. De todas maneras, no todas las firmas podían acceder, únicamente aquellas que contaran con determinadas certificaciones de calidad, realizaran exportaciones y gastos en investigación y desarrollo. Estos beneficios inicialmente se sancionaron por un período de 10 años, pero en 2014 se prorrogaron por cinco más -con algunos cambios menores-.

En 2019 se sancionó otra ley de promoción similar que amplió estos beneficios a todo el espectro de lo que se conoce como Economía del Conocimiento. No sabría decirte qué vino primero: la ley o el nombre. Porque no es una terminología muy usada en el mundo, pero el nuevo régimen se sancionó mediante la Ley de Economía del Conocimiento (LEC).

Al mismo tiempo, desde el Estado nacional se llevaron adelante distintos programas de capacitación para formar los recursos humanos necesarios para el crecimiento sostenible del sector. Los más importantes fueron el Plan 111 mil, del 2017, y Argentina Programa, que inició en 2021. Si bien en ninguno de los dos casos los resultados fueron los esperados y se les pueden hacer bastantes críticas, queda clara la intención por parte de los distintos gobiernos de impulsar al sector.

También se dispusieron diferentes fondos a los que pudo acceder el sector como el FONSOFT, Fondo Semilla, sistemas de Aportes No Reembolsables y créditos para facilitar la exportación.

El bueno, el malo y el feo

Todos los sectores productivos tienen sus claroscuros y el software no es la excepción, así que resumamos los aspectos positivos y negativos de su desarrollo actual.

Si bien las políticas de promoción tuvieron su influencia, su alcance fue más bien limitado, así que el crecimiento que te comentaba en la sección de datos se explica por otros motivos. ¿Cuáles?

Entre los aspectos positivos que tiene nuestro país y explican el fuerte avance de la industria del software en las últimas décadas se destaca, en primer lugar, el buen nivel de los profesionales, tanto directamente vinculados a la informática como a otras ciencias o ingenierías que pueden desempeñarse en el sector. Aunque, como te voy a decir más abajo, falta cantidad. En segundo lugar, Argentina se ubica entre los países que no pertenecen al primer mundo con mejor manejo de inglés, lo que permite vender servicios al exterior con mayor facilidad. En tercer lugar, tenemos un huso horario similar a Estados Unidos y no muy alejado de varios países de Europa, por lo que la venta de trabajo hacia esos polos informáticos es más sencilla acá que en otros países más alejados (como los asiáticos). Por último, la amplísima oferta académica pública. Según estimaciones realizadas por el Centro de Estudios para la Producción XXI, las localidades que tienen cerca un espacio de formación -ya sea terciario o universitario- cuentan con más empleo de software que las alejadas de los centros educativos.

Sin embargo, no todo es tan bueno. Hablé con Carlos Pallotti, ex presidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI) y ex subsecretario de Servicios Tecnológicos y Productivos de la Nación, sobre las problemáticas del sector a la hora de pensar un desarrollo aún mayor.

Me planteó que si bien hay una perspectiva de crecimiento para el sector, porque la demanda nacional e internacional va a seguir aumentando en los próximos años, la velocidad de crecimiento va a depender de cinco factores:

  • Capacitar más recursos humanos, tanto en la educación obligatoria técnica como en las carreras terciarias y superiores;
  • Resolver de alguna manera la brecha cambiaria actual porque desincentiva que los empresarios que pueden ingresen las divisas al país y los lleva a invertir en otros lados, así como también fomenta el trabajo freelance pagado desde el exterior;
  • Crear mecanismos crediticios para financiar al sector, ya que por la intangibilidad de los bienes se dificulta el acceso a las herramientas financieras actuales;
  • Mejorar el posicionamiento internacional de Argentina como prestador de servicios informáticos de buena calidad;
  • Trabajar en la generación de espacios de coordinación entre el sector público, privado y el sector científico para lograr una agenda de mayor impacto.

Uno de los problemas de las restricciones cambiarias es que tanto las empresas multinacionales como las nacionales que operan también con sucursales en el exterior prefieren traer al país los dólares necesarios para pagar los salarios -y otros costos de operación- y mantener el resto por fuera del sistema argentino. De esta manera, las sucursales locales se terminan convirtiendo en un “centro de costos”, donde se realizan las tareas más complicadas, pero el valor agregado que aporta el conocimiento local no es reinvertido localmente.

Por último, aproveché para consultarle sobre el efecto que podría tener en la industria el nuevo arancel a las notebooks. Me planteó que si bien el costo de capital en el sector del software es relativamente bajo -según datos de la CESSI, el 71% de los costos en 2020 fueron salarios- termina afectando a la industria. Por un lado, el costo de reposición de equipos se encareció más de lo que el arancel preveía. Por otro lado, también se complicó el acceso a computadoras por restricciones en las importaciones. Donde sí encuentra un impacto mayor es en la accesibilidad de quienes estudien programación, ya que las notebooks personales son costeadas por los propios trabajadores. Por lo que el impacto sobre la industria puede ser tangencial en la formación de la masa trabajadora.

Antes de pasar al último punto, me parece importante señalar que muchas veces se piensa a la industria como potencialmente federal -y en parte lo es-, sin embargo hoy en día el 57% de los establecimientos productivos del rubro se encuentran en el AMBA. Uno de los aspectos que puede influir en el desarrollo federal es la conectividad de las localidades. En este informe del CEP XXI se muestra que en parte la existencia de empresas de software en los centros urbanos depende del acceso a determinados niveles de velocidad de internet. Es decir que, en la medida que se desarrolle más la conectividad en el país, más fácil va a ser la federalización de la actividad informática.

A caballo regalado sí se le miran los dientes

Hay dos temas que me parecen claves para tratar hoy -probablemente haya muchos más, pero en la vida hay que elegir-: la ausencia de convenios colectivos de trabajo y la especialización productiva del sector.

Sobre lo primero hablé con Esteban Sargiotto, miembro de la Asociación Gremial de Computación (AGC) y director del Observatorio TI. Me contó que actualmente gran parte de quienes trabajan en el mundo informático se encuentran fuera de los convenios colectivos de trabajo o bien están en otros convenios que no pertenecen a su actividad -por ejemplo, Comercio-.

Si bien planteó que hubo avances con el otorgamiento de la personería gremial a la AGC, la inexistencia de convenios colectivos por actividad -hay algunos directamente con empresas- genera ciertas dificultades.

La más clara e importante es la falta de paritarias, por lo que cada empresa suele dar aumentos de forma descoordinada, generando una situación de suma heterogeneidad entre firmas. Hay quienes plantean que los aumentos del sector fueron superiores al resto de la economía, pero la ausencia de reglas claras es perjudicial para los trabajadores del rubro.

Pero además hay otras cuestiones a tratar. Por un lado, la definición de jerarquías claras hacia dentro de la actividad. Por ejemplo: qué se necesita para ser trainee y junior, así como las jerarquías más altas. Cuáles son las certificaciones necesarias para desarrollarse en cada uno de los puestos -clave teniendo en cuenta que hay muchas personas que estudian por su cuenta- y el manejo de idiomas.

Otros temas que planteó Esteban Sargiotto son la definición de los roles dentro de las empresas -de forma tal de incluir tanto al empleo de áreas de recursos humanos como las puramente informáticas-, y dejar claras las cuestiones vinculadas a las horas extras y las guardias de trabajo.

Desde el lado empresarial, Carlos Pallotti indicó que la discusión en torno al convenio es compleja por lo dinámico y variopinto del sector, por lo cual los escalafones y los requisitos son complicados de definir, y que sería conveniente buscar otros mecanismos de negociación. Otro empresario del sector sugirió que un convenio colectivo permitiría dejar claras algunas cuestiones e innovaciones en las condiciones de trabajo, por ejemplo la habilitación del trabajo “nómade”, que en la práctica a veces ocurre pero no está legislado.

El último punto que te quería mencionar hoy es la vinculación con el entramado productivo local. La industria del software es transversal a casi todas las actividades económicas. En todos lados se utilizan de alguna manera herramientas informáticas, pero hoy en día la vinculación entre el mundo SSI local y algunas actividades no está desarrollada. Por ejemplo, es escasa la venta de servicios informáticos a la industria, al agro y otras actividades extractivas que se desarrollan en Argentina.

Para comentarte algunos números, según el Plan Productivo 2030, los principales demandantes de SSI en Argentina fueron los sectores de información y comunicación (24,5%), las finanzas (22%), otros servicios (15,3%), el comercio (12,8%) y recién en quinto lugar la industria (11,2%). Es decir que el desarrollo de software local está muy ligado a los servicios y la vinculación con los sectores productores de bienes es baja.

Te preguntarás cuál es el problema de esto. En su trabajo ¿Hacia dónde se encamina la industria argentina de software?Nicolás Moncaut, Gabriel Baum y Verónica Robert -tres personas que investigan el sector- plantean que el esquema actual promueve una inserción en las cadenas globales de valor de forma periférica. Es decir que nos incorporamos en segmentos no tan redituables y que tienen poca capacidad de escalar y aumentar su potencia.

Pero no todo es malo, ni mucho menos. El sector informático actualmente tiene un tremendo desarrollo local y tiene una elevada vinculación con el mercado internacional, por lo que la discusión se tiene que dirigir hacia qué políticas se pueden fomentar para fortalecer la vinculación con el entramado productivo local y lograr que se desarrollen ecosistemas de software más sofisticados. De esta manera, la industria SSI podría crecer aún más y lograr aumentar sus capacidades.

En el artículo puntualmente proponen una serie de políticas para impulsar estas nuevas capacidades que va desde la creación de una empresa nacional de software, pasando por la formación de recursos humanos y la definición de convenios colectivos, hasta estimular la demanda por parte de la industria para la contratación de servicios locales.

Bonus track

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De paso, te recomiendo que chusmees esto que creo que te puede interesar:

  • El martes se publicaron los documentos del Plan Argentina Productiva 2030, que consiste en 11 misiones sectoriales que abordan muchísimos temas productivos. Si te gusta este newsletter, probablemente te interese. Es un tanto largo, así que en la medida que abordemos sectores que estén incluidos en esas misiones te lo iré comentando;
  • Me gustó mucho esta nota de Tomás Tenconi y Gonzalo Fernández sobre una de las tensiones claves para pensar el desarrollo de nuestro país: la financiera;
  • La entrega pasada te comenté sobre Vaca Muerta y el GNL, el martes Econojournal publicó una nota explicando los puntos de la ley que se planea enviar al Congreso para estimular la producción de Gas Natural Licuado.

Para cerrar, te recomiendo mucho Get out de Jordan Peele. Fue la primera película que vi de este director y me gustó mucho.

Te mando un abrazo grande,

Nicolás