El desafío está en convertir actividades extractivas en plataformas productivas

Una parte significativa de la sociedad considera que actividades como la minería y la producción de hidrocarburos son extractivas y por lo tanto inconducentes para alcanzar el desarrollo. Creo que afortunadamente esa mirada ha venido cambiando y hoy se va afianzando otro enfoque por el cual se entiende que, si son conducidas con políticas públicas bien construidas y ejecutadas,  estas actividades pueden ser motores de desarrollo.

minería hidrocarburos

Una parte significativa de la sociedad considera que actividades como la minería y la producción de hidrocarburos son extractivas y por lo tanto inconducentes para alcanzar el desarrollo. Creo que afortunadamente esa mirada ha venido cambiando y hoy se va afianzando otro enfoque por el cual se entiende que, si son conducidas con políticas públicas bien construidas y ejecutadas,  estas actividades pueden ser motores de desarrollo.

Uno de los motivos por los cuales tiene sentido impulsar la producción de minería y energía en nuestro país, es la conocida restricción externa. Nuestro país sufre de escasez crónica de divisas. Una economía que crece demanda más divisas y si no encuentra la forma de generarlas vía exportaciones termina en un estrangulamiento de la economía, devaluación, o tomando deuda para patear el problema hacia adelante.

Más allá de la genuina fuente de divisas, fundamental para descomprimir la restricción externa, estabilizar la macro y allanar en parte el sinuoso camino hacia el desarrollo, creo que podemos ver a estos sectores como potenciales plataformas productivas sobre las cuales se generen enormes oportunidades de agregar valor.

En este sentido, resulta interesante ampliar el zoom y revisar otras experiencias. En el caso de la Minería, se destaca el caso de Australia, que en el 2020 ha exportado minerales por U$S 102.000 millones lo que equivale a un 40% del total de sus ventas externas y representa casi el doble del total exportado por Argentina en ese año.

Resulta interesante porque se trata de un país desarrollado, con un PIB per cápita de U$S 51 mil (2020) y coeficiente de Gini de 34,3 (lo que indica una muy buena distribución del ingreso). Este país ha sabido utilizar sus recursos naturales y desarrollar proveedores de bienes y servicios basados en la innovación, aportando soluciones y dando respuesta a las necesidades de las empresas mineras.

Es así que ha logrado posicionar un sector de proveedores de la minería compuesto por 1.500 empresas con gran capacidad, no solamente de abastecer al sector sino también de exportar. De esta forma, a la venta de minerales le suma los ingresos por bienes y servicios de gran valor agregado por otros U$S 15.000 millones. Las METS (Mining Equipment, Technology and Services) generan 300 mil empleos directos más otros 200 mil indirectos. El sector minero-METS combinado en Australia contribuye con aproximadamente el 15% del PIB, explica más de 1,1 millones de puestos de trabajo, casi el 10% de todo el empleo a tiempo completo, incluidas las comunidades regionales y remotas, logrando además que el ingreso sea más equitativo geográficamente.

En hidrocarburos, resulta interesante el camino trazado por Noruega. Los grandes descubrimientos de petróleo offshore, no resultaron en contaminación ni estuvieron remotamente cerca de la llamada “maldición de los recursos naturales”. La empresa clave que motorizó el desarrollo fue Equinor (ex Statoil), que cuenta con un 67% del capital accionario controlado por el Estado, siendo la compañía más grande de los 5 países nórdicos. Con un valor de mercado de U$S 120.000 millones.

Este país impulsó políticas de oferta para potenciar competencias que previamente ya existían en industrias relacionadas (transporte marítimo, industria naval, minería). Combinadas con políticas de demanda, orientando el consumo de la operadora estatal Equinor hacia proveedores locales bajo estrictas condiciones de calidad.

Es así que Noruega logró desarrollar un entramado muy denso de proveedores locales con eje en la empresa pública, que luego escalaron apuntando al mercado internacional, para crecer y superar los límites del mercado interno noruego. Contando con empresas en todos los eslabones de la cadena de valor de O&G, con mayor intensidad en el Upstream (exploración, perforación, extracción y producción). Las empresas noruegas se destacan en áreas de gran valor agregado como Servicios de Ingeniería; Construcción y mantenimiento de plataformas offshore; Equipos submarinos; Geología y sísmica.

Los hidrocarburos, cuyas exportaciones representan el 57% del total exportado por Noruega,  no han sido un impedimento para el desarrollo sino más bien todo lo contrario, logrando un PIB per cápita de U$S 67.300 y el índice de Desarrollo Humano más elevado del Mundo.

Los modelos de desarrollo de Australia y Noruega han podido materializarse porque estos países vieron en los recursos naturales una oportunidad. Definieron políticas y las implementaron con un horizonte de largo plazo. No solo supieron utilizar las posibilidades que les brindó la naturaleza para producir minerales de forma sustentable y en armonía con el medio ambiente, sino que además explotaron el potencial de agregado de valor, generando así más riqueza de la mano del desarrollo científico e industrial.

Si bien es difícil replicar modelos, porque cada país tiene sus particularidades y cada cual debe trazar su propio camino hacia el desarrollo, podemos ver que es posible compatibilizar desarrollo con minería e hidrocarburos. Generación de divisas, creación de empleo, mejora en la distribución del ingreso, desarrollo regional, pueden ir de la mano con una explotación inteligente de los recursos naturales.

Nuestro país, tiene además la ventaja de contar con un entramado productivo e industrial con capacidades probadas y un sistema científico tecnológico capaz de acercar respuestas en el estado del arte. Como vimos en los ejemplos precedentes, el Estado puede ser el vehículo para trazar el camino que permita impulsar el desarrollo. No es algo que sucede sin intervención pública ya que los resultados del libre mercado permiten optimizar los beneficios de las empresas, pero éstos no necesariamente conducen al desarrollo. Si los estímulos no son los adecuados, tampoco estarán los resultados esperados. Por eso, para lograr impacto en la cadena de valor, las políticas de desarrollo de proveedores deben tener un enfoque amplio, que involucre a los diferentes actores de la cadena. 

En particular, las políticas orientadas a la demanda deben asegurar la participación de las empresas ancla, con lo cual es condición necesaria que las mismas obtengan algún incentivo concreto, ya que es la única forma de lograr un compromiso real por parte de éstas.  En este sentido, resultan atractivas las políticas con incentivos de compre nacional, para que las operadoras incorporen a su cadena de abastecimiento a proveedores locales, transfieran especificaciones y know how, como requisito para acceder a beneficios impositivos. En políticas públicas, la experiencia muestra que una zanahoria puede más que un rebenque.

El diseño de política hacia la oferta debe considerar un paquete de abordaje integral, que pueda dar respuesta tanto a los desafíos técnicos como a los limitantes financieros, y así lograr que las empresas proveedoras puedan explotar su máximo potencial y acercar soluciones superadoras, de clase mundial. 

De esta forma, la explotación de un recurso natural da lugar a una plataforma productiva sobre la que se asientan empresas que van adquiriendo conocimientos específicos y complejizando sus respuestas productivas, para finalmente insertarse en las cadenas de valor global, exportando bienes y servicios de alto valor agregado.

Tenemos la posibilidad de generar divisas y potenciar estas actividades como plataformas productivas para generar más valor, empleo y desarrollo. Lo bueno es que depende de nosotros.