Diálogo Productivo con Rubén Altman

Antom es un fondo de inversión para proyectos que trabajan desde la tecnología para la transición hacia una economía regenerativa. Es una de las firmas fundadoras de Climatech Argentina, que agrupa a empresas y organizaciones que apuntan a este mismo objetivo. Conversamos con Rubén Altman, cofundador de Antom, sobre la importancia de una transición rápida y del trabajo conjunto entre empresas, inversores y el sector climatech para reducir la huella de carbono hacia 2030.

Diálogo Productivo con Rubén Altman

MISIÓN PRODUCTIVA: Las inversiones en tecnologías de mitigación de gases de efecto invernadero y cambio climático crecieron muy fuertemente en los últimos años a nivel global. ¿Podés contarnos cuál es la importancia de movernos rápidamente hacia una sociedad con una forma de vida regenerativa?

RUBÉN ALTMAN: La comunidad científica concuerda en que tenemos que reducir y mitigar drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero para lograr el objetivo que se acordó en el Acuerdo de París. Para conseguir este objetivo acordamos reducir en un 42% las emisiones para el año 2030. Este sería uno de los hitos intermedios para llegar a la meta de ser carbono neutrales o carbono negativos, y así tener la posibilidad de lograr este objetivo de un grado y medio. Ya estamos bastante cerca de 2030 y hay un montón por hacer. Por eso es tan importante la inversión y moverse con rapidez: no podemos esperar, tenemos que tener una reducción sostenida. 

Otro tema en el que la comunidad científica está de acuerdo y está cada vez más difundido es que la crisis climática es solamente uno de los aspectos ambientales que transgredimos y que está afectando nuestra calidad de vida, en realidad, los sistemas terrestres son mucho más complejos. Aunque se pone el foco en la crisis climática, se está hablando cada vez más de la transición a una economía regenerativa y del sector climatech desde una comprensión que abarca más que el efecto invernadero, y desde todas las tecnologías que ayudan a solucionar estos problemas del agua, la contaminación, la biodiversidad, que son crisis tanto o más importantes que la climática. Por eso tenemos que transicionar rápido.

MP: ¿Qué importancia le dan desde Climatech Argentina a la construcción de narrativas y espacios de encuentro para alcanzar ese objetivo de transición?

RA: Los espacios de encuentro, tender puentes entre los diferentes mundos que trabajan para soluciones ambientales, nos parecen claves. Es un problema sistémico tan complejo que hay que resolverlo en conjunto entre todas las partes. Yo vengo de un background de emprendedurismo tecnológico, me empecé a meter mucho más de lleno en lo ambiental en 2020, y veía que en Argentina era necesario tender puentes entre el sector del ambientalismo y el tecnológico, porque a ambos mundos les faltaba cierta comprensión de cómo se podían ayudar entre ellos en pos del mismo objetivo. 

Lo mismo ocurre por ejemplo con los inversores: conectar a los inversores con los proyectos que usan la tecnología para mitigar las diferentes crisis ambientales y con el sector científico. La comunidad científica viene trabajando hace un montón en el tema de la crisis climática, tiene un montón de soluciones propuestas. El mundo emprendedor y tecnológico debería ver cómo llevar estas ideas a la práctica de la mano de gente que viene trabajando en el sector ambiental, de inversores que aporten el capital, quizás también del Estado apoyando estas iniciativas. La confluencia de todos esos actores va a hacer que podamos encontrar soluciones ambientales. 

Hasta acá hablamos de mitigar y solucionar, pero también hay otra parte importante que es adaptar, porque hay efectos de la crisis climática que ya son una realidad y van a ser cada vez más profundos. En Argentina vimos la sequía fuerte del año pasado, que es probablemente una muestra gratis de lo que nos va a ir sucediendo en los próximos años. Cada vez van a ser más frecuentes, entonces tenemos que aprender a convivir con eso. Vamos a tener que convivir con el calor en las ciudades. Es necesario pensar cómo vamos a ir adaptando nuestras ciudades y nuestra forma de vida a las nuevas condiciones. 

En este escenario, cuantos más seamos los que comprendemos los problemas y trabajemos en soluciones, mejor. Y no lo va a hacer un solo sector: ni los VC ni los inversores van a encontrar la solución, ni van a resolver el tema un emprendedor o los científicos diagnosticando y proponiendo soluciones. Creo que es fundamental generar espacios de encuentro y tender puentes para llegar a soluciones reales y eficaces. 

MP: ¿Cuáles te parece que son los sectores o tecnologías con mayores oportunidades para startups o inversiones en Argentina? ¿Existe alguna fortaleza tecnológica, productiva o de capacidad de capital humano local para este tipo de proyectos?

RA: Yo veo un montón de oportunidades. Una es el sector agrifoodtech, de tecnologías de producción de alimentos. El sector agrícola en Argentina es tradicionalmente innovador: a nivel mundial introdujo cambios enormes también relacionados con la sustentabilidad, como por ejemplo la siembra directa, y varias de las empresas de tecnología agrícola más importantes son argentinas. Este es un camino enorme que hay que seguir profundizando y en el que hay un montón de oportunidades, porque es un sector del que ya somos líderes y al que podemos ayudar con la transición que hace falta.

Por otro lado, las transiciones a nivel global van a cambiar la demanda de nuestros productos, y vamos a tener que adaptarnos a ese cambio. Esto es tanto una posibilidad como una necesidad: existe la posibilidad de liderar esa transformación y también la de no entender lo que se viene y quedarse en el pasado. Tenemos que entender que la biodiversidad es un aliado en la productividad, y pensar cómo hacer para aumentar la producción más de su mano que de la mano de los insumos –que además en nuestro país son particularmente caros y complicados, y entonces la rentabilidad de la producción va bajando–. 

Además, somos muy innovadores en tecnologías digitales y también fuimos líderes en muchos sectores, como por ejemplo blockchain: la comunidad cripto en Argentina es muy potente a nivel mundial, entonces se pueden desarrollar empresas que usan blockchain para la economía regenerativa, desde varios aspectos. Por ejemplo, desde la tokenización de servicios ecosistémicos, que es usar blockchain para representar bonos de carbono y de biodiversidad, agua, desplastificación y otros aspectos que hacen a la crisis climática. 

Hay todo otro aspecto que todavía falta explotar mucho más, que es el uso de la inteligencia artificial para la regeneración ambiental. Tenemos científicos y gente de la informática que pueden hacer desarrollos geniales. Lo que hace falta es justamente tender puentes y ver cómo esas ideas pueden convertirse en productos vendibles y que apoyen esta transición. La inteligencia artificial podría detectar especies exóticas; monitorear espacios ecológicos, el funcionamiento de la irrigación de agua, los incendios forestales, el uso del venting en hidrocarburos; detectar especies por el sonido; hay infinidad de cosas que se pueden hacer. 

También desde la biotecnología hay mucho por hacer y Argentina es líder a nivel regional de la mano de fondos como el S&P500 y Gridx, que impulsaron el desarrollo biotecnológico nacional y la creación de empresas. El reemplazo de insumos químicos por bioinsumos en el agro, por ejemplo, es uno de los aspectos necesarios para la transición hasta que dejemos de depender de los insumos. 

Por último, otra oportunidad para Argentina es la adopción de tecnologías que ya existen afuera. Hay mucho de paneles solares o energía eólica, por ejemplo, que ya se desarrolló en Estados Unidos, Europa, Israel. Más allá de generar tecnologías nuevas, me parece que traer al país esto que ya se desarrolló afuera, y adaptarlo a las necesidades locales, es una oportunidad de negocios enorme. 

MP: Hace poco ustedes organizaron la Conferencia Climatech Argentina. ¿Cuál fue el contexto local bajo el cual se lanzó esta conferencia? ¿Y qué evaluación hacen o cuáles fueron los resultados?

RA: Tuvimos 500 inscriptos, lo que superó un montón nuestras expectativas, y hubo 250 participantes que circularon todo el día. Así que nuestro balance es sumamente positivo, estamos muy contentos de que se haya llevado a cabo.

La Conferencia se co-organizó entre Antom, ARCAP [Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla] y Climatech Argentina. Y sirvió para tender puentes: se encontraron inversores con emprendedores, con curiosos, con gente que venía de estudiar Ciencias Ambientales, con algunos actores del Estado. Uno de los objetivos de la conferencia era mostrar como una oportunidad de negocio la inversión en empresas que ayuden a la transición climática, no solamente a gente que esté metida en el sector climático, sino también a inversores en general. Más allá de que yo en particular creo que es algo que hay que hacer porque atañe nuestro futuro, porque afecta a nuestros hijos, al resto de las formas de vida en nuestro planeta y porque quiero ayudar a construir el mundo en el cual quiero vivir y quiero que vivan mis hijos de acá a 20 años, además eso converge con oportunidades de negocios enormes. 

Creo que la conferencia tuvo éxito porque cada vez somos más los que entendemos lo mismo: que no existe la posibilidad de patear esto para más adelante y dejar que lo resuelva otro, porque los efectos ya los estamos viviendo en carne propia. Y esto de sentirlo en carne propia nos ayuda ver que no es sólo algo escrito en los libros o en algún paper, sino que es una realidad. A la vez, los sectores de emprendedurismo e inversión entendemos que además es una oportunidad de negocio. 

En el mundo hay tres fuerzas que están convergiendo para que el objetivo de transición sea una oportunidad de negocios para las empresas climatech. Por un lado, los gobiernos y los Estados invierten cada vez más en la crisis climática. Estados Unidos sacó, por ejemplo, la Inflation Reduction Act [Ley de Reducción de la Inflación de 2022] que, además de que apunta a reducir la inflación, invierte USD 370.000 millones en transición energética, en regeneración de ambientes y en absorción de carbono. Europa hizo el nuevo Pacto Verde y está sacando un montón de leyes que también destinan fondos a soluciones climáticas que en este caso afectan directamente a Argentina, por ejemplo, con las regulaciones para la trazabilidad de productos. Estas leyes abren oportunidades locales porque van a ser exigencias también para nuestra exportación. En algunos países, incluso latinoamericanos, ya hay algunas leyes de responsabilidad extendida a los productores, que los obligan a hacerse cargo de todo el ciclo de vida de sus productos, evitando por ejemplo los envases descartables. Todo esto favorece al sector climatech.

Y quedan más compromisos que aún no se están cumpliendo. Hay que ver qué pasa ahora en la COP28 [conferencia anual del clima de las Naciones Unidas] y si hay alguna novedad sobre los fondos destinados a los países del sur global. Desde 2015 los países del norte deberían transferir USD 100.000 millones por año a los del sur para la transición, y no lo están haciendo.

La segunda fuerza son las empresas que también, ya sea por regulaciones estatales o por voluntad propia y marketing, asumen compromisos de descarbonización y de trabajo más sustentable. Muchas firmas decidieron descarbonizarse sin tener idea de qué implicaba eso. Cuando empezaron a profundizar se dieron cuenta de que era necesario cambiar un montón de cosas de su forma de trabajo y también en la de todas sus cadenas de valor. Entonces empiezan a necesitar tanto de profesionales expertos como de otras empresas en su cadena de valor que ayuden con la transición. Ahí surge otro montón de oportunidades de negocios, también para  nosotros: hasta tanto estas empresas consigan reducir sus emisiones a cero, pueden compensar las que todavía necesitan para seguir operando. Esa compensación muchas veces se hace con bonos de carbono o bonos de servicios ecosistémicos, que pueden provenir de Argentina por la calidad de los ecosistemas que tenemos y que podemos regenerar. 

Y la tercera fuerza es el consumidor, que viene exigiendo y valorando cada vez más el compromiso de sustentabilidad con el ambiente. Esto se ve en distintos estudios de marcas y en ciertos hábitos como el aumento de la cantidad de gente que tiende al vegetarianismo, a mirar en las marcas si usan cosas descartables, químicos o contaminantes. 

MP: ¿Qué nivel de permeabilidad encontraron en sectores económicos como el agropecuario u otros más tradicionales? ¿Y qué nivel de conciencia ves en relación con las nuevas legislaciones a nivel internacional? ¿Te parece que es necesario un trabajo de concientización sobre este tema?

RA: El nivel de concientización del productor agro es variado. Falta mucho camino, todavía estamos en etapas iniciales. Hay voluntad de hacer las cosas bien, sobre todo en el caso del que es propietario y ve cómo bajaron su rentabilidad y su productividad. En el caso de la rentabilidad, por una mayor necesidad de insumos y aumentos de precios. En el de la productividad, por la calidad del suelo y por cómo los afectaron las nuevas condiciones climáticas. En contraposición, hay otro tipo de productores que trabajaron de manera más amigable con el ambiente y gracias a eso fueron dependiendo menos de los insumos externos y a la vez pudieron ser más resilientes frente a condiciones climáticas adversas como las sequías. 

Este escenario brinda las condiciones para que el productor esté interesado en explorar estos temas y transicionar. Y para hacerlo bien hace falta mucho conocimiento técnico. Hay empresas que están ayudando a transicionar de diferentes modos. Nosotros trabajamos con varios emprendimientos que tienen mucho interés en la transición, aunque todavía falta llegar a la escala. Uno de ellos es Ruuts, una empresa que ayuda a los productores ganaderos a transicionar hacia la ganadería regenerativa a través de la comercialización del carbono que se empieza a absorber en los suelos a partir de estas nuevas prácticas. Otro es Agro Design, que ayuda al productor agropecuario a transicionar hacia paisajes multifuncionales, que aprovechan cada metro cuadrado del terreno para decidir cuál es la producción óptima.

Mi sensación es que todavía estamos bastante atrás en cuanto a la comprensión de cómo van a afectar los cambios en el clima y los cambios en tendencias en los próximos 10 o 20 años. Pero todo lo que falta recorrer es una oportunidad: hay cosas que van a tener que pasar cuanto antes y el que lidere ese cambio va a ganar a nivel negocio.

MP: ¿Qué rol ocupa Antom en el ecosistema climatech?

RA: Cuando Antom nació formalmente, en 2021, arrancamos con la idea de ser una germinadora, de ayudar a emprendimientos que trabajen en soluciones climáticas a acceder y desarrollarse, con el financiamiento como uno de los aspectos principales. Con el tiempo, cuando empezamos a operar, pasamos a mencionarnos como fondo de inversión, porque una de las principales ayudas que dábamos era financiamiento. Pero nuestra misión siempre fue acelerar la transición hacia una economía regenerativa. 

Pensábamos que éramos de los fondos pioneros en Argentina y que todavía estaba poco desarrollado este espacio en el país y en Latinoamérica, frente al desarrollo emprendedor que veíamos en Europa y Estados Unidos. Veíamos una gran oportunidad en el hecho de estar en etapas tempranas. Con el correr de los meses notamos que las etapas eran muchísimo más tempranas de lo que nos imaginábamos, entonces tuvimos que dar unos pasos para atrás y no solo invertir en financiamiento, sino también ayudar a generar este ecosistema de empresas e inversores que trabajaran en torno a soluciones climáticas.

Organizamos una primera cena en Buenos Aires a la que invitamos a 15 o 20 emprendimientos y les comentamos la idea de ir generando comunidad. Esa fue quizás una de las semillas de las que germinaron los encuentros en Córdoba, Bariloche, Uruguay. De estos encuentros surgió la idea de hacer un retiro para emprendedores climáticos, que fue en un lugar llamado Quinta Esencia, en Mar Chiquita, en abril del año pasado. En este retiro surgió la idea de ampliar muchísimo más la comunidad y se retomó algo que habíamos mencionado en esa primera cena en Buenos Aires, que era organizar una conferencia climática. Entonces aunamos fuerzas para armar esta conferencia y llegar a un público mucho más masivo. Otra de las ideas que surgió en el retiro fue la de crear una cámara de startups del sector climatech. Ahí surgió Climatech Argentina, esta agrupación de emprendedores climáticos que trabajamos desde la tecnología y la ciencia en soluciones ambientales.

Antom tuvo un rol bastante central en la generación de la comunidad. Entendemos que, más allá de nuestra performance como inversores, nuestro objetivo es acelerar la transición a la economía regenerativa. Para lograrlo necesitamos ser muchos, que surja un ecosistema importante alrededor de la idea de climatech.

MP: ¿En qué verticales opera Antom? ¿A qué etapas llegan con el financiamiento y cómo se impulsa la salida de las startups? ¿Tienen algún ejemplo de éxito?

RA: En Antom empezamos a invertir con una perspectiva de un fondo de inversión de riesgo tradicional, en etapas preseed y seed, con tickets de entre USD 25.000 y 100.000 a cambio de equity, en los sectores de agro, alimentación y uso del suelo, cuyo gran impacto ambiental en Argentina y Latinoamérica convergía con una gran oportunidad de negocio. Pero no invertimos sólo en emprendimientos tecnológicos, sino también en nature-based solutions, o solución de producto. Entonces, buscamos formas alternativas de inversión.

El año pasado empezamos a probar con un modelo de revenue share: en vez de invertir a cambio de un porcentaje de la empresa, lo hacemos a cambio de parte del flujo de fondos de la empresa por los próximos años hasta llegar a un máximo. Entre las empresas en las que invertimos están Ruuts; Kigüi, una app que reduce el desperdicio de alimentos pagando cashback a los consumidores que compran productos próximos a vencer; Satellites on Fire, una plataforma que usa imágenes satelitales y tecnologías de inteligencia artificial para la prevención de incendios forestales; Kilimo, que hace recomendaciones de riego y comercializa bonos de carbono. También invertimos en Chile, en un proyecto que hace regeneración oceánica a través del cultivo de algas con comunidades locales. Y estamos próximos a invertir en Circle, un proyecto de software de análisis de datos para trazabilidad y reutilización de envases. Después hay dos proyectos en los que estamos trabajando como advisors, que están todavía en etapas tempranas y en los que esperamos poder invertir en el futuro. Uno es Neiru, una plataforma de análisis de polinizadores en terrenos productivos y también en los que no se usan para producción, que permite por un lado optimizar el uso de polinizadores para aumentar la productividad y por el otro medir el estado ecológico del terreno. El otro es Agrojusto, una plataforma que conecta a los consumidores con productores sustentables, orgánicos, biodinámicos y que trabajan con prácticas amigables para el ambiente. Ese es nuestro porfolio. 

Todavía no tenemos experiencia en exits de startups porque somos un fondo relativamente nuevo. Por ahora, todos los proyectos vienen muy bien, en cuanto a métricas de uso, de facturación, de impacto ambiental. Una cifra que se me viene a la mente es la de Satellites on Fire, proyecto que arrancó por unos chicos de 19 años, que ya está monitoreando 500 millones de hectáreas, un montón de lugares en los que se están previendo tempranamente los incendios. 

MP: ¿Con qué países está trabajando Antom en Latinoamérica y cómo ves a la región posicionada con respecto a estos temas? 

RA: Desde Antom tenemos la perspectiva de trabajar en toda Latinoamérica. Hasta ahora la gran mayoría de las inversiones fueron en Argentina, porque la mayoría del deal-flow vino desde el país y porque acá fue donde encontramos proyectos invertibles. Pero vemos que se están desarrollando otros muy interesantes en otros lugares de Latinoamérica, sobre todo en México, donde hay un ecosistema muy pujante. En Colombia y Perú también hay una movida interesante. Nuestro objetivo el año que viene es tener mayor porcentaje de inversión en emprendimientos de afuera y subir el porcentaje de emprendimientos de Argentina en nuestro portfolio.

MP: ¿Tienen vinculaciones con el sector público? ¿De qué tipo son? 

RA: Hasta ahora hemos interactuado poco con el sector público. Tuvimos mucha relación con la Agencia de Córdoba, que ha co-invertido en alguno de nuestros proyectos. También con InvestBA, que ha apoyado la Conferencia, y con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de la Usina del Arte. Hemos interactuado con el CFI [Consejo Federal de Inversiones] y estamos explorando formas de colaboración. Nuestra idea es interactuar mucho más.

También estamos explorando, por ejemplo, los FONTAR y otros ANR de apoyo a emprendimientos tecnológicos. Queremos interactuar más porque entendemos que hay mucha posibilidad de potenciar desde el sector público esos emprendimientos. Yo veo dos áreas importantes de potenciación. Una es el financiamiento a productores para la incorporación de tecnologías. La otra abarca regulaciones que fuercen a las empresas a pagar por sus externalidades negativas y a adoptar prácticas sustentables. Esto no solo haría un bien al ambiente, sino que ayudaría a desarrollar mucho el sector. 

Por último, quisiera invitar a quienes vayan a leer la nota, a quienes tengan startups que trabajen en climatech, a sumarse a la comunidad de emprendedores climáticos, a Climatech Argentina. Me parece que cuantos más seamos impulsando el sector, mucho mejor, vamos a tener más fuerza para seguir creciendo.

Por Tomás Gulias y Gonzalo Brizuela