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Diálogo productivo con Sebastián Ceria

Diálogo productivo con Sebastián Ceria

En una nueva edición de Diálogos Productivos nos dimos el gusto de conocer y mostrar la historia de Sebastian Ceria, empresario y matemático argentino graduado en la Universidad de Buenos Aires, quien en el 2021 fue consagrado como egresado destacado de la UBA, lugar donde incorporó su pasión por la ciencia y el conocimiento.

A fines de 2019 Sebastian creó e impulsó Fundar, un think tank de políticas públicas para el desarrollo justo, sustentable e inclusivo de la Argentina con el fin de aportar a la discusión nacional. Como él mismo dice «Fundar es una organización que combina recursos y conocimientos con una pasión bien argentina: la solidaridad”. 

Misión Productiva: Hace dos años pusieron en marcha la Fundación y está logrando ocupar un espacio en el debate público. ¿Cuál fue el motivo que te llevó a poner en marcha Fundar y qué balance haces?

Sebastián Ceria: Quizás empezaría por el tema obvio y es que a pesar de haberme ido de Argentina, hace 30 años o más, nunca perdí la conexión con el país ni el interés de que le vaya bien. Tampoco perdí la noción de agradecimiento a Argentina por haberme brindado lo que creo son las herramientas fundamentales que me permitieron triunfar en mis actividades tanto académicas como empresariales.

Personalmente me interesa un proyecto de país que esté basado en un conjunto de principios. Entre ellos está la idea de que en Argentina, para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes, lo que se necesita es tener un desarrollo productivo. Es tan simple como eso. Ese desarrollo va a permitir agrandar los ingresos del país y que las discusiones sobre distribución no sean solo sobre distribuir lo que hay, que es claramente insuficiente, sino sobre cómo distribuir lo que vamos a lograr generar entre todos. Creo que esta es una parte muy importante.

Fundar es un ámbito donde se pueden pensar y discutir esas políticas de desarrollo productivo y empezar a trabajar con los actores, ya sea en el mundo empresario, el Estado, que creo debe tener un rol fundamental en el concepto de la construcción de un plan de país, y todos los actores de la sociedad civil para tratar de convertir esa idea en algo concreto. Y hacer todo esto desde un punto de vista positivo. Cuando leo los diarios, muchas de las cosas que se dicen de Argentina se plantean desde un ángulo negativo y confrontativo. Se habla de dureza, de conflictos de odio y no se habla de una manera sana de ver las cosas positivas. Creo que esto es muy importante y que Fundar intenta aportar a la construcción de ese espacio.

MP: Recién hablabas sobre el vínculo con el sector empresario y el gubernamental. ¿Cuál fue la recepción de estos actores frente al trabajo que hace Fundar y sus propuestas? ¿Se puede influir en la toma de decisiones de algún sector del gobierno?

SC: Empiezo por el tema empresario y después pasamos al tema de gobierno que es un poco más complejo. Tengo una ventaja y es que estoy hablando de la importancia del Estado en el desarrollo de las políticas públicas pero vengo del mundo empresario. Me da una cierta credibilidad con los empresarios sobre la necesidad de tener un Estado fuerte e inteligente que pueda ser un partícipe activo en estas discusiones. El mundo empresario en general tiene una cierta resistencia hacia las iniciativas que vienen de parte del Estado o que promueven un rol importante para el Estado.

Ustedes en Misión Productiva hablan mucho de Mariana Mazzucato y sus ideas sobre las “misiones”. En el mundo, sobre todo en Argentina, se ignora muchísimo el rol que puede jugar el Estado como gran multiplicador. Es importante. Estados Unidos es un lugar donde viví durante muchísimo tiempo, les puedo dar muchos ejemplos de cómo participa el Estado activamente de las grandes decisiones del desarrollo tecnológico del país y eso le da credibilidad. Es importante porque tener credibilidad con los distintos actores es un paso esencial para avanzar. Es tan simple como eso.

Con respecto a la pregunta sobre la receptividad dentro del Estado, hemos tenido muy buena receptividad para las cosas que hemos escrito. Por ejemplo, la radiografía sobre inversión social  que publicamos junto con CIAS fue muy leída dentro del Estado y muy comentada por todos los partícipes del mundo político. Cada uno lo interpretó como quiso, pero desde nuestro punto de vista eso no es un problema porque lleva a las discusiones que hay que tener. Lo que se está mostrando son los datos, no hay juicios de valor sino que se menciona, antes que nada, cuáles son las realidades de los datos.

Hace poco hicimos un reporte sobre Vaca Muerta, sobre energía, junto a Nicolás Arceo.  Para nosotros, Vaca Muerta es un buen ejemplo de una política de Estado, es decir, no es una política de un gobierno específico. El informe ha tenido también muy buena receptividad, esos números han sido mencionados por varios actores y creemos que poco a poco Fundar va a lograr ser una voz escuchada por todos. Esperamos que de los dos lados de los pasillos, como se dice en Estados Unidos, de los dos lados del mostrador. Ese es nuestro rol: tratar temas que son importantes para el desarrollo del país, dar nuestra visión, basarla en evidencia y ponernos a disposición de los actores para poder discutir y profundizar más allá de lo que es el reporte. Creo que eso está funcionando y también tenemos que tener en cuenta que somos una entidad joven, recién tenemos dos años de vida y creemos que con el tiempo nuestra influencia va a incrementarse. Pero tenemos que establecer nuestra credibilidad y es lo que estamos haciendo. También es interesante que algunos reportes, como el de energía y el de inversión social, los hayamos podido hacer junto con otras entidades. Esa también es una modalidad de trabajo en la que creemos y queremos impulsar con firmeza, la idea es colaborar con otros.

MP: En relación a la organización de Fundar, ¿cómo la definen, cuáles son las líneas estratégicas y los proyectos que tienen de acá en adelante? ¿Cuáles son y cómo definen sus prioridades?

SC: Es una muy buena pregunta porque para muchas organizaciones del tercer sector la tendencia es adeterminar las prioridades por lo que pasa en el momento, de la misma manera que el Estado. Es importante no ignorar las urgencias pero, al mismo tiempo, una organización del tercer sector tiene que tener una agenda más largoplacista.

Fundar, al igual que este medio, toma la propuesta de Mazzucato de pensar a la política en clave de misiones. Es por eso que organizamos el trabajo a partir de tres grandes objetivos: generar riqueza, promover el bienestar y fortalecer capacidades estatales. Todas nuestras agendas están atravesadas por estas misiones, buscamos fortalecer la interdisciplinariedad y poder abordar los fenómenos desde una perspectiva compleja.

A su vez, lo que tratamos de hacer es un poco distinto, no tenemos todas las áreas que creemos que son pilares para el desarrollo porque hay otras instituciones que son mucho mejores haciendo eso que lo que haríamos nosotros. Por ejemplo, no trabajamos asuntos de derechos humanos, que son sin dudas un pilar esencial para un desarrollo sustentable, pero no creemos que nosotros tengamos el expertise y existen en cambio organizaciones que ya lo hacen muy bien.

Ustedes hablan mucho de la importancia de las políticas macroeconómicas en Argentina y este país ha sufrido mucho la falta de políticas macroeconómicas consistentes. Por eso tenemos un área que se ocupa de este tema. Como mencioné recién, también tenemos un área de datos que trata la problemática del manejo y administración de datos dentro del gobierno, pero también ayuda a proveer servicios a las otras áreas, así cuando hacen sus investigaciones pueden trabajar con datos precisos y con metodologías acordes a lo último que se hace en tema de datos. Tenemos un área de géneros que se ocupa de las cuestiones de igualdad y representación de género en todos los sectores de la economía argentina y que también actúa de manera transversal al interior de Fundar.  Tenemos una buena variedad de proyectos especiales. Trabajamos sobre la estructura del sistema de salud. También hay proyectos sobre energía y el potencial de desarrollo de hidrocarburos, fundamentalmente en Vaca Muerta. Y proyectos vinculados a las políticas sociales que analizan y proponen formas de mejorar la situación de las personas en situación de pobreza e indigencia. Además, estamos pensando en qué otras áreas vamos a realizar aportes. Nuestra idea es no limitarnos, pero al mismo tiempo tratar de respetar el principio de que si hay alguien que ya hace bien lo que podríamos hacer nosotros, no repetir. Venimos a articular, no a reinventar la rueda.

MP: En relación a tu trayectoria, sos un emprendedor que tuvo éxito en su carrera empresarial. Hay muchas discusiones en torno al emprendedurismo, a veces hay una visión romántica del emprendedor que empieza en un garaje y logra fundar una empresa exitosa a pesar del Estado. El Estado no aparece en esa historia, sólo aparece, tal vez, como una traba y claramente vos tenés otra visión. ¿Qué mirada tenés sobre esta lógica del emprendedurismo? ¿Cuáles son las políticas públicas que podrían ayudar a que haya más emprendedores exitosos en el país?

SC: Empecemos por una cuestión importante. Primero, me definiría como académico o al menos como ex académico. Es importante, no hay que olvidar eso porque influyó en mucho sentido en cómo terminó siendo mi carrera de emprendedor. Lo quería mencionar porque después voy a hablar de distintos tipos de emprendedores y emprendedurismos, sobre todo, y es importante distinguir estas distintas clases. El emprendedurismo es clave para el desarrollo de un país porque es sinónimo de dinamismo, de rapidez, de tomar riesgos, de creatividad. Para que una economía sea dinámica y crezca, para que se adapte y sea competitiva, necesita de los emprendedores, de esta gente especial que toma este tipo de riesgos. Quiero ser muy claro en esto que me parece un gran error pensar en emprendedurismo solamente como el de base tecnológica o de las ciencias del conocimiento. También es un emprendedor el que abre un kiosco, el que pone un restaurante, el que abre una tintorería, una frutería o una verdulería. Todas esas personas son también emprendedores y a veces tenemos este romanticismo de que cuando hablamos de emprendedurismo inmediatamente nos viene a la cabeza Facebook o empresas así, mega empresas y esta idea de una persona empezando en un garaje y que llegó a ser un gigante multinacional. Es importante esa distinción porque no hacemos justicia al emprendedurismo si no nos ocupamos de todos los emprendedores.

En Argentina se habla mucho de las pymes, de la pequeña y mediana empresa, que fueron empezadas por emprendedores. Fomentar las pymes es tan o más importante que fomentar estos grandes unicornios. Se le da muchísima importancia a los unicornios, pero mucha menos a todo el resto. No es justo y restringe demasiado la definición de emprendedor, creo que no es para nada saludable. Hagamos que la familia de emprendedores sea lo más grande posible.

Volviendo un poco a mi caso, mi empresa empezó, de alguna manera, en un garage que no era un garage pero fue en una oficina en New Jersey, en un lugar bastante remoto con muebles de Ikea y computadoras armadas a mano. Es decir, empezó con muy pero muy poco. Yo tenía algo de capital mínimo que puse en la compañía y empezamos desde cero con un socio trabajando en tratar de convertir muchas de las cosas que yo había hecho en la academia en un negocio. Volvemos al tema académico, soy un emprendedor. Hay distintos tipos de emprendedores, yo soy uno que era un experto en lo que emprendí. A veces hay muchos emprendedores que tienen una idea y la terminan convirtiendo en algo muy valioso, pero no necesariamente saben mucho de esa idea, se les ocurre algo y después la desarrollan. En mi caso, soy un emprendedor de algo que conocía muy bien que son los modelos matemáticos para tomar decisiones. La conversión de ese expertise académico me hace una clase un poco especial de emprendedor y no digo que sea ni mejor ni peor pero es un poco especial porque significa que siempre hice algo que conocía muy bien. No soy un emprendedor serial ni lo voy a ser. No voy a emprender otra empresa una vez que esté terminada ésta. No soy un emprendedor por profesión. Hay emprendedores que sí lo son, gente que empieza negocios nuevos todos los días. No es mi caso. Soy un emprendedor experto en una cosa, nada más. Eso no me hace un buen emprendedor en otras cosas.

MP:  Recién comentabas que te considerás un ex académico y en ese sentido queremos hacer una pregunta que tiene que ver con un diagnóstico que hacemos desde Misión Productiva, que es también fruto del intercambio con científicos y  el mundo empresarial. Argentina, si bien tiene un sistema científico tecnológico de alto nivel, tiene un problema: el sistema está fuertemente desligado de las necesidades de los sectores productivos, por lo menos en términos generales. Uno de los motivos es que los incentivos están orientados más hacia las publicaciones científicas que a la transferencia tecnológica y la vinculación con las empresas y con el sector privado. Al mismo tiempo, también pareciera que hay un aire de un discurso que ve mal esa colaboración con el sector privado, como si fuera una especie de mercantilización de la educación pública, ¿qué pensás al respecto y cómo crees que se puede mejorar ese vínculo entre la educación y el sistema de CyT y el ámbito de la producción?

SC: Excelente pregunta. Voy a usar la palabra ideológico. Creo que usaron una palabra un poco más suave que ésta. Me parece muy simple: la educación pública, el sistema de investigación científico tecnológico argentino que está financiado por el Estado, lo pagamos todos, lo pagan todos los ciudadanos del país, desde el colectivero hasta el mozo del restaurante y el empresario exitoso. Todos los que pagan impuestos, todos los que contribuyen y colaboran con la sociedad argentina son los que financian este sistema. Es importante para los participantes de este sistema preguntarse qué es lo que ellos aportan al país más allá de lo que aportan a la ciencia y de lo que aportan a sus carreras personales.

Llamar comercialización o mercantilismo a la transformación de esa sabiduría en valor para el país me parece totalmente equivocado y hasta un poco egoísta. Eso no quiere decir que uno no pueda ser científico y dedicarse por el resto de su vida a las matemáticas puras o a estudiar cuestiones que no necesariamente tengan una aplicación concreta en la vida diaria. Pero criticar a los que lo hacen como menos científicos o menos valiosos me parece un error. Hay distintos tipos de científicos, a algunos les interesan las aplicaciones concretas y a otros no. Un sistema científico sano debería tener de los dos. Argentina tiene mucho más de uno que del otro y creo que en parte tiene que ver con los incentivos y, un poco, con una cuestión ideológica. No creo que sea una discusión constructiva decir si uno es mejor que el otro, creo que los dos son necesarios, pero debe haber un equilibrio. Los científicos tenemos una responsabilidad: pensar qué es lo que hacemos para devolver o para agradecer a la sociedad el hecho de que nos hayan permitido nuestra formación y poder dedicarnos en gran parte a lo que nos gusta y que nos paguen para eso.

MP: En este sentido, otro tema que dispara preguntas es sobre la “fuga de cerebros”. ¿Ves una preocupación en el hecho de que los recursos humanos forjados por una educación gratuita y de calidad puedan finalmente ser “importados” por otros países? ¿Cómo ves que esto pueda trabajarse de otra manera, cómo ves que Argentina pueda verse retribuida por esa inversión que hace el Estado?

SC: Me parece excelente la pregunta, el tema de la exportación de talento es muy relevante. Considero que es un activo desaprovechado de Argentina. No me gusta para nada cuando se habla de la fuga de cerebros. Lo tomo un poco de manera insultante. Primero, por ejemplo, si tomás mi caso, si es que realmente todavía me queda algo de cerebro, diría que no me fugué. Me fui de Argentina porque pensé que podía prepararme mejor para mi carrera académica estudiando en el exterior, porque la disciplina que quería estudiar no estaba particularmente desarrollada en Argentina. Lo que es importante para el país no es pensar si me fui o me fugué, sino pensar qué es lo que puede hacer Argentina para aprovechar mi preparación, mi éxito, mi desarrollo y mis investigaciones en el exterior para uso o para desarrollo de gente en el país. Es decir, pensaría en los científicos argentinos que se fueron como una diáspora. Tenemos que pensar cuál es la mejor manera de que esa diáspora de argentinos y argentinas genere valor para Argentina. Para mí tiene que ver con facilitar, por ejemplo, el intercambio de información, de gente que venga y vaya, de gente que se fue al exterior y participe de la universidad o el laboratorio donde esa persona esté. Traer al país argentinos que se fueron y que se quedaron en el exterior para que colaboren en la formación de talento, que den conferencias y hagan proyectos conjuntos.

Este tipo de cosas no lo hacemos tan bien como podríamos. Ahí hay una gran oportunidad perdida. El programa Raíces, que se creó a principios de 2000, tenía como objetivo principal repatriar científicos argentinos, que es muy valioso. Ha evolucionado en una idea de no repatriar porque quizás muchos de los que se fueron hoy no quieren volver, entonces no sólo pensar en la idea de repatriación como única manera de colaboración sino también en cómo solidificar esta colaboración a través de la diáspora. En parte tiene que ver con nuestra falta de inteligencia de cómo aprovechar recursos que tenemos y tratar de sacarles el mayor provecho posible.

MP: Sos matemático de formación y, como mencionamos, Fundar tiene un área de Datos. ¿Qué opinas del sistema estadístico y de datos argentino actual y cuáles te parecen que son las principales fortalezas y falencias o cuestiones a mejorar?

SC: La ciencia de datos es una disciplina que está en pleno auge en el mundo porque la tecnología permite la gran generación y, de alguna manera, la recopilación de datos. Permite también, con herramientas modernas, el análisis eficiente de esos datos en grandes cantidades. Lo que está pasando en el mundo es que la gente entiende que los datos en el fondo tienen información que puede ser explotada para tomar mejores decisiones.

Todas las empresas o una gran cantidad de ellas en el mundo están tratando de utilizar los datos que generan o que pueden comprar para tratar de tomar mejores decisiones. Es un principio universal: los datos son una fuente de sabiduría, están disponibles, son fácilmente recolectables y analizables, utilicémoslos para tomar mejores decisiones. Dentro del Estado existe lo mismo, es decir las entidades estatales recopilan datos, tienen muchísimos datos de las personas y pueden utilizarlos para tomar mejores decisiones. Pero hay dos grandes diferencias. Una es que el Estado es una serie de entidades independientes que recopila datos de manera independiente.

Hay un tema: qué es lo que se puede hacer para compartir esos datos a través de las distintas divisiones del Gobierno donde creo que hay una gran oportunidad porque no es fácil compartir datos. Está el tema de gobernanza pero también está el tema de que los organismos recopilan datos de manera diferente, los analizan de manera diferente, sería bueno tener una cierta capacidad que pueda ser utilizada en forma transversal por todo el gobierno. Así, cuando uno recopila y agrega todos esos datos que vienen de distintas fuentes puede sacar conclusiones que sirvan para todos. El otro tema muy importante es la gobernanza de datos y dentro de un gobierno es especialmente delicado. Es decir: cuáles son los datos que el gobierno puede utilizar, cuáles son los que debe compartir y qué precauciones tiene que tomar para poder administrar esos datos de manera segura y no invadir la privacidad de las personas. En el fondo un Estado tiene información de sus ciudadanos, que es mucho mayor que cualquier otra entidad privada. En ese sentido, hay una disciplina muy importante y es la gobernanza de esos datos. El desarrollo de esas dos capacidades dentro del Estado me parecen esenciales y en Fundar tratamos de ayudar en este sentido. Estudiamos estos dos problemas: cómo compartir datos y cómo gobernarlos, más allá de tener prácticas de análisis que sean consistentes, modernas y que utilicen las últimas herramientas que están disponibles.

MP: Desde Misión nos abocamos a analizar los sectores productivos tanto los que ya tienen trayectoria como aquellos que son emergentes o tienen un potencial para crecer. En particular, tenemos una fuerte vocación por discutir políticas concretas que ayuden a potenciar a estos sectores. ¿Cuáles creés que son hoy los sectores con un potencial de cambio estructural en la Argentina y qué políticas públicas creés que hacen falta para potenciarlos?

SC: Argentina, como todos sabemos, tiene un grave problema que es la restricción externa. Necesita generar divisas que deben ser utilizadas para muchas cosas pero más que nada para potenciar las importaciones que son necesarias para desarrollar la matriz productiva que después puede llevar a esa ventaja competitiva de la que hablaban. Volviendo a Vaca Muerta, no me parece que la dirección estratégica de Argentina a súper largo plazo sea la de construir al país como una potencia petrolífera en el mundo. Primero, porque creo que los combustibles fósiles tienen una vida que no va a ser demasiado larga porque sabemos las consecuencias del cambio climático. Segundo, las potencias petrolíferas mundiales no necesariamente han construido un país que, para mí, sea un modelo que deberíamos imitar.

Por Daniel Schteingart, Martín Alfie y Sol Gonzalez de Cap