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¿Cómo avanzar hacia un desarrollo productivo verde? Espacios para la innovación con triple impacto en el sector pesquero

pesca

En el debate actual sobre desarrollo productivo en Argentina se contraponen frecuentemente dos visiones que parecen, en principio, ser opuestas. Por un lado, se propone generar políticas que promuevan la producción de bienes y servicios en sectores ligados a recursos naturales, que permitan generar divisas, empleo y nuevas empresas en diversas provincias del país. Por el otro, un creciente sector de la población se cuestiona el impacto ambiental de tales propuestas y su efectiva capacidad para generar empleos de calidad, oportunidades de desarrollo tecnológico y, en definitiva, un impacto positivo en la región, no sólo en términos económicos sino también sociales. Incluso, una posición más extrema sostiene que lo apropiado es alejarse lo más posible de los recursos naturales al momento de pensar estrategias de desarrollo. 

El objetivo de está nota, en base al documento «Innovación con triple impacto: circularidad y tecnologías para la sustentabilidad en el sector pesquero», es exponer ejemplos de iniciativas con triple impacto (económico, social y ambiental) ligadas a un sector productivo tradicional e intensivo en recursos naturales: la pesca extractiva y su cadena de valor. La intención final es proporcionar evidencia que permita visualizar a la economía circular y a las tecnologías para la sustentabilidad como oportunidades de desarrollo tecnológico e industrial, creación de empleo, agregado de valor, desarrollo local e inserción internacional virtuosa. 

Las actividades se agrupan según el sector productivo que les es más afín: químico, alimentario, naval o de equipamiento naval. Para cada una se describen sus principales características y problemáticas, se detalla su escala actual (laboratorio – piloto – industrial) y experiencias a escala industrial en el resto del mundo. Además, se identifican las principales fortalezas, debilidades y limitaciones para el crecimiento de estas actividades y se esbozan algunos lineamientos que deberían ser tenidos en cuenta al momento de pensar acciones de política pública

Todas las iniciativas se relacionan con la bioeconomía azul y la mayoría de ellas también con la economía circular. El primer concepto traza un paralelismo con la idea de “economía verde” y refiere al conjunto de actividades económicas asociadas con el uso sostenible de la biomasa acuática para producir bienes. Por su parte, la economía circular es un modelo de producción y consumo que se opone al modelo lineal, basado en extraer recursos – fabricar productos – consumirlos – eliminar o generar residuos, para acercarse más a los procesos cíclicos de la naturaleza. Propone un uso sostenible de los ecosistemas sobre la base del ecodiseño, el uso de materiales renovables y de origen sostenible, la eficiencia energética, la reducción al mínimo de los residuos y del uso de recursos, y la recuperación, reutilización, reciclado o compostaje –según el caso– de los materiales y maquinarias al final de su ciclo de vida.

Desde la perspectiva de políticas públicas, los temas analizados se incluyen en la iniciativa interministerial Pampa Azul y en el Plan Argentina Innovadora 2020, y se relacionan con un gran número de programas específicos vigentes de carácter más general, vinculados con la bioeconomía y/o con la economía circular. En particular, el Plan de Desarrollo Productivo Verde, presentado en el mes de julio de 2021, reconoce la importancia de la triple sustentabilidad (macroeconómica, social y ambiental) y brinda una serie de instrumentos y acciones a corto plazo enmarcadas en cuatro ejes: a) industria nacional para la economía verde; b) transición hacia una economía circular; c) producción sostenible para más competitividad y d) industrialización sostenible de los recursos naturales.

Industria química

Los desarrollos identificados en esta industria se relacionan con el aprovechamiento de residuos de la pesca o lo que se conoce como up-cycling o suprarreciclaje. El up-cycling es el proceso por el cual se aprovechan productos, materiales de desecho o residuos para fabricar nuevos materiales o productos de mayor calidad, valor ecológico y valor económico que el del objeto original. Esto es muy relevante en la industria procesadora pesquera, ya que sus subproductos y residuos (recortes de músculo, piel, aletas, espinas, caparazones, cabezas, vísceras y escamas) pueden llegar a superar el 50% del peso total de la materia prima procesada. Estos residuos y descartes suelen ser eliminados en basurales a cielo abierto –lo cual genera numerosos desequilibrios ecológicos que afectan a diversas especies marinas y costeras– o utilizados en la elaboración de productos de bajo valor comercial, como harinas, aceites en bruto o ensilados de pescado. El aprovechamiento inteligente de los mismos permitiría no solo eliminar los problemas ambientales, sino también desarrollar industrias de base biotecnológica y revitalizar la economía de las comunidades pesqueras. 

Hoy en día la biodiversidad marina es considerada una fuente casi inagotable de compuestos y moléculas con alto valor comercial actual o potencial. Esto se debe a que los compuestos derivados de los organismos marinos –enzimas, antioxidantes, antimicrobianos, pigmentos– pueden tener comportamientos físico-químicos diferentes a aquellos provenientes del medio terrestre, con propiedades exclusivas que se derivan de su situación evolutiva particular. 

Factores que limitan y potencian estas iniciativas

En la investigación a escala laboratorio la limitación más importante es el costo de los estudios. En general, los organismos marinos se encuentran mucho menos estudiados debido al elevado costo de infraestructura y logística que implica acceder a las muestras y conservarlas apropiadamente. En Europa este tipo de estudios se han abordado de manera interdisciplinaria e interinstitucional, a través de consorcios de instituciones de distintos países que comparten un ambiente marino particular. Ante la consulta sobre la posibilidad de replicar una estrategia similar en el marco del Mercosur, los entrevistados la visualizan como interesante, pero posterior a una estrategia de acción conjunta entre diferentes universidades, institutos, centros tecnológicos y empresas argentinas, y bajo el paraguas de una estrategia nacional común basada en consolidar estas redes y en un consenso sobre las fortalezas e intereses de Argentina. Una acción inicial en este sentido es compilar y sistematizar la experiencia existente en los países del Mercosur a fin de capitalizarla en las investigaciones, evitar duplicaciones e identificar posibles complementariedades y sinergias. Las acciones llevadas adelante en el marco del Centro Argentino Brasileño de Biotecnología (CABBIO) y la iniciativa de cooperación entre la Unión Europea y el Mercosur Biotecsur pueden ser antecedentes relevantes. 

Por otro lado, el principal desafío identificado en la mayoría de los casos es pasar de la escala de laboratorio a una piloto, y de allí a la producción industrial. En primer lugar, para pasar a una escala piloto los investigadores requieren contar con empresas dispuestas a avanzar en este sentido y con el aval y apoyo financiero de los organismos públicos de ciencia y tecnología. Ambas cuestiones son fuente de limitaciones. Según los entrevistados, los integrantes del sistema científico tecnológico público suelen desconfiar de los intereses de las empresas y tanto la burocracia como las formas de resguardar el conocimiento creado (consideradas demasiado estrictas en algunos casos) pueden impedir que las colaboraciones efectivamente tengan lugar. Las empresas, por su parte, no comparten los mismos tiempos del sistema científico y tienden a subvalorar el aporte que en términos comerciales puede tener el trabajo conjunto. En síntesis, ambas partes sobreestiman el valor de su participación y ello impide el logro de acuerdos. Es necesario entonces promover un lenguaje común entre empresarios e investigadores, dar a conocer experiencias exitosas y sobre todo evaluar alternativas que promuevan los vínculos y disminuyan la incertidumbre de las partes, como convenios específicos o programas de apoyo a la creación de alianzas público-privadas. Otras alternativas identificadas son la creación de empresas públicas de base tecnológica, spin-offs financiadas parcialmente por créditos estatales, empresas cooperativas o polos tecnológicos para el desarrollo de start-ups en las universidades. 

En segundo lugar, para pasar de la escala de laboratorio a la producción industrial la decisión pasa por el análisis costo-beneficio de las alternativas. Con relación al costo, las empresas sopesan el costo de instalar una planta de recuperación de residuos (o el de acondicionar los residuos para un tercero los trate) con el costo de disposición final. En la actualidad, las empresas descartan sus residuos informalmente, utilizando camiones para su traslado a cielo abierto y más recientemente, en ocasiones, a landfarmings privados. Se calcula que el costo de disposición final es de alrededor de USD 40 por tonelada, lo cual representa un gasto promedio de USD 200.000 mensuales para una empresa pesquera de pequeña escala. Un control efectivo y riguroso por parte de las autoridades de aplicación locales podría aumentar este costo aún más e inclinar la ecuación de costo-beneficio en favor de recuperar los residuos para usos industriales. También resulta necesario homogeneizar los criterios y normativas entre provincias, ya que las empresas suelen transportar los residuos hacia la s regiones menos exigentes con relación a su tratamiento. De hecho, en relación con otras problemáticas ambientales como el tratamiento de efluentes, se han observado cambios importantes cuando las empresas se enfrentaron a requerimientos inmediatos por parte de la autoridad de aplicación. 

Con respecto al beneficio, las empresas pesqueras no suelen ver como un negocio rentable recuperar los residuos, teniendo en cuenta la elevada tasa de rentabilidad de su actividad principal. Esto genera la necesidad de contar con firmas que compren esos residuos y se dediquen a su recuperación. En este sentido, podrían ser de utilidad políticas que faciliten o incentiven impositivamente la compra del recurso, así como créditos subsidiados para la instalación de estas plantas, habida cuenta de los beneficios que pueden generar en términos ambientales. La coincidencia de intereses entre pesqueras y plantas que valoricen los residuos produciendo bienes de alto valor agregado también puede ser un diferencial para el acceso al mercado de las primeras. Esto es así porque los compradores internacionales están comenzando a requerir a sus proveedores un tratamiento apropiado de los residuos y se espera que esa tendencia se profundice en los próximos años, de la mano de mayores exigencias de los consumidores de los países desarrollados, como el etiquetado ecológico.

Otra dificultad es la disponibilidad de algunos residuos (en un contexto de disminución del procesamiento en tierra) y la restricción que implica elaborar productos a base de residuos provenientes de una actividad sujeta a eventos climáticos, alta estacionalidad y regulaciones en su extracción. Esto genera una disponibilidad variable del recurso natural, a lo cual se suma la competencia entre segmentos del mercado (alimentación humana, alimentación animal y acuicultura) y en especial con la producción de harina de pescado, una actividad que también tiene un impacto ambiental sustancial. Las fábricas harineras habitualmente adquieren los residuos gratis a cambio del lavado de los cajones, que son de su propiedad, lo cual inhabilita el acceso a los residuos por parte del resto de las actividades que podrían utilizarlos, incluso en productos de mayor valor. 

En tal sentido, y habida cuenta de la relevancia del upcycling en el sector pesquero, podría evaluarse la implementación de regulaciones o normativas que impulsen la reutilización compulsiva de los desechos marinos u otros incentivos, que fomenten la colaboración entre los agentes implicados en la valorización: pescadores, industrias pesqueras y procesadoras (químicas, farmacéuticas, biotecnológicas, alimentarias o cosméticas). Lo anterior también permitiría mejorar la calidad del residuo, lo cual es una importante restricción al crecimiento en algunos rubros, como el de los productos a base de aceites con alto contenido de omega-3.

Por último, es importante tener en cuenta la amenaza que podrían suponer las medidas de “descarte cero” incluidas en la nueva Política Pesquera Comunitaria de la Unión Europea. Las mismas prohíben el descarte a bordo y obligan a desembarcar todas las capturas. Sin embargo, el pescado de descarte no puede utilizarse para consumo humano, sino para alimento para animales, aditivos alimentarios, productos cosméticos o fármacos. Esto podría impulsar a los países europeos a desarrollar rápidamente estas industrias, que pueden constituirse en importantes competidoras de empresas argentinas en un futuro cercano.

En términos generales, las fortalezas de Argentina se relacionan con la abundante diversidad de especies en el Mar Argentino, la amplia gama de compuestos de interés comercial que es posible obtener, la imagen positiva de los productos de origen marino y el entramado científico-tecnológico del país. Asimismo, la provisión de bienes públicos por parte del Estado ha sido esencial para la estrategia de crecimiento de las empresas privadas de base tecnológica involucradas. Estos se vinculan con el financiamiento de la innovación (FONTAR, FONARSEC, EMPRETECNO) y con la provisión y generación conjunta de conocimiento entre el sector privado y el sistema científico-tecnológico a través de convenios o proyectos conjuntos. A pesar de las dificultades y limitaciones, estos incentivos han sido esenciales para desarrollar los proyectos en sus distintas escalas. 

Argentina también cuenta con un incipiente marco legal de fomento a la bioeconomía y a la economía del conocimiento, así como con algunos programas que podrían incentivar el desarrollo de las innovaciones descriptas. A modo de ejemplo, se pueden mencionar el Plan de Acción para el sector de Biomateriales y Bioproductos de la Comisión Nacional Asesora en Biomateriales (COBIOMAT) y el Programa de Fomento del Uso de Bioinsumos Agropecuarios (PROFOBIO) desarrollado en 2015 en la Comisión Argentina de Bioinsumos Agropecuarios. Adicionalmente, iniciativas privadas como la Cámara Argentina de Bioinsumos o la Red Argentina de Biolangostinos han sido valoradas positivamente por los entrevistados. Esta última fue fundada en 2018, con el objetivo de aprovechar en forma integral los residuos del langostino para generar productos con alto valor agregado. Otro elemento que ha favorecido el desarrollo de estos proyectos es la existencia de un departamento de responsabilidad social empresaria en las empresas, o de acciones en este sentido. Además, el involucramiento de la alta gerencia en estas iniciativas es clave para su desarrollo exitoso.

Sector alimentario

Dentro del sector alimentario existe la oportunidad para elaborar productos conformados de pescado, producidos en base a especies de bajo o nulo valor comercial o a restos del músculo derivados del fileteado, por ejemplo: porciones rebozadas prefritas, hamburguesas, nuggets, albóndigas, salchichas, croquetas, sopas, surimi, palitos de cangrejo o kanikama (Martínez Álvarez, 2011). La producción de este tipo de alimentos no solo permitiría incrementar el consumo de proteínas de pescado de la población en general, sino también elaborar alimentos funcionales que respondan a requerimientos nutricionales específicos (de niños, adultos mayores, celíacos, hipertensos, etcétera). Desde el punto de vista de la oferta, esta diversificación permitiría, además de desarrollar el mercado interno, ingresar a segmentos de alto crecimiento a nivel mundial, diversificar la industria pesquera, crear empleo y promover el desarrollo regional, dando valor a especies que suelen descartarse o no explotarse. 

Esto último podría contribuir a disminuir los descartes pesqueros, una práctica usual en la pesca extractiva, ya que aumentaría su valor en tierra. El desarrollo de una industria productos conformados sería entonces un incentivo, además de los controles pertinentes y otras medidas, para disminuir el descarte a bordo, dado que la calidad de los peces es buena y su descarte se produce a que no existe un mercado para ellos. Posiblemente esto pueda requerir, además, cambios en la legislación y en las cuotas otorgadas a cada empresa, permitiendo que estos ejemplares no formen parte de las mismas, tal como lo contempla la nueva normativa de descarte cero en la Unión Europea.

Esta línea de trabajo ha sido desarrollada por el Programa PROD y el Programa Tecnología, Valorización e Innovación de Productos Pesqueros del INIDEP. Las investigaciones a escala de laboratorio indican que es posible obtener productos conformados de pescado de alto valor nutricional a partir de especies acompañantes (por ejemplo, hamburguesas de chucho de mar con kale o conservas de surel) y que estos han sido valorados positivamente por grupos de consumidores en paneles sensoriales. Asimismo, el grupo de investigación GIPCAL de la Facultad de Ingeniería de la UNMdP ha elaborado a escala piloto prepizzas con pescado. 

Industria naval pesquera

En el ámbito internacional, la innovación con triple impacto se plantea como un objetivo central de la industria naval de los países desarrollados en un contexto en el cual se prevé una mayor competencia entre astilleros europeos y asiáticos en el mercado de buques de alta tecnología. A modo de ejemplo, el Plan Estratégico de I+D+i de los Medianos y Pequeños Astilleros españoles enmarca sus principales retos en el área ambiental, la digitalización y la aplicación de las tecnologías inteligentes, la seguridad marítima y la explotación sostenible de los recursos marinos.

En Argentina, específicamente en el segmento de buques pesqueros, estos temas no constituyen una prioridad ni para astilleros, ni para armadores. El principal desafío consiste en mejorar la seguridad marítima, especialmente mediante la renovación de la flota, que es una de las más antiguas del mundo (40 años en promedio). El impacto en la seguridad de la tripulación quedó de manifiesto con los numerosos hundimientos y decesos: entre 2000 y 2017 se han contabilizado 41 hundimientos de buques pesqueros y 86 muertes. 

Sin embargo, en los dos últimos años se observa una tendencia sostenida a la renovación de la flota pesquera por parte de la industria naval nacional. Esta tendencia se fundamenta, por un lado, en el Decreto de Necesidad y Urgencia de Modernización de la Flota Pesquera (DNU 145/19), que establece plazos para renovación de la flota y beneficios para la reparación en el país y, por otro, en las recientes medidas que limitan la importación de buques usados. Ambas acciones, junto con el Régimen de Promoción de la Industria Naval Argentina (ley 27.418/17), proporcionan un contexto más propicio que el de años anteriores para desarrollar e implementar innovaciones con triple impacto. De acuerdo al trabajo de campo, las principales innovaciones se orientan a: a) la construcción de buques pesqueros de doble cubierta; b) cambios en el mecanismo de propulsión de los buques; c) liberación estratégica de descartes. 

Limitaciones generales de estas iniciativas

Los entrevistados acuerdan en que reducir el impacto ambiental de la actividad no es prioridad para el sector pesquero. Por tal motivo, resulta relevante concientizar al empresariado, a los trabajadores y a la comunidad en general sobre estos temas, que hoy son prioritarios en los principales caladeros del mundo. Una mayor concientización sería clave además para promover el tratamiento de residuos a pie de muelle y la gestión de los residuos a bordo que, en la actualidad, constituyen un problema oculto.

Pero las innovaciones mencionadas no solo se adoptan por motivos ambientales, sino que implican o podrían implicar además un beneficio económico. Tal es el caso del cambio a sistemas de propulsión con menor consumo de combustible, el diseño de buques que aumenten la calidad del producto final, o incluso la adopción de artes de pesca selectivas que mejoren la productividad de la embarcación o faciliten el procesamiento a bordo en los barcos. Cabe preguntarse entonces, por qué motivo empresarios y trabajadores de la pesca no adoptan estas innovaciones aun cuando pueden representar un ahorro de tiempo y costos o una mayor productividad, calidad del producto y seguridad. 

Tal como sucede en las otras innovaciones mencionadas, las tradiciones y las prácticas culturales en el sector pesquero suelen ser sumamente relevantes al momento de adoptar innovaciones en general y aquellas con triple impacto en particular. Si bien los entrevistados apuestan a que el recambio generacional sea un motor del cambio, también resulta relevante difundir las ventajas de estas nuevas tecnologías entre armadores, capitanes y la tripulación. Asimismo, comprender los factores que limitan su adopción por parte de los armadores y trabajadores puede ser un factor clave para lograr un impacto significativo y lograr un mayor cumplimiento de las normativas. Un abordaje transdisciplinario de esta problemática, en el que intervengan profesionales de diversas ciencias sociales, podría ser un aporte relevante en el corto plazo. 

Por último, se destaca la necesidad de contar con lineamientos de política industrial a largo plazo para el sector naval, con eje en la innovación o la industria naval 4.0. Se considera esencial, por un lado, el desarrollo planificado de las capacidades del sector y, por otro, el establecimiento de mesas de diálogo amplias donde se discutan de manera interdisciplinaria e intersectorial las problemáticas de esta industria. Tal como sucede en países europeos, la innovación con triple impacto y la economía circular podrían ser un pilar fundamental de esta estrategia. Por último, incluir las medidas de limitación a la importación de buques, especialmente de gran antigüedad y con cubierta a la intemperie, junto con los beneficios otorgados por el DNU 145/19 en posteriores leyes de fomento al sector, permitiría cristalizar estos beneficios en un marco legal que brinde mayor estabilidad y certidumbre. 

Equipamiento electrónico para la industria naval 

Dentro de este rubro se encuentran el instrumental de detección y medición, el equipamiento para comunicaciones, los equipos de ayuda a la navegación, el monitoreo electrónico y el reconocimiento inteligente. Muchos de estos elementos están incluidos en los desarrollos tecnológicos que promueve la iniciativa Pampa Azul. Sin embargo, sus objetivos se encuentran circunscriptos a la investigación científica, más que a actividades productivas, ya sea pesquera o de otro tipo.

 Oportunidades y limitaciones para la producción y adopción de tecnologías para la sustentabilidad en Argentina

Tal como se reconoce en la iniciativa Pampa Azul, la producción nacional de este equipamiento permitiría generar aplicaciones adaptadas a los intereses y particularidades del país, así como adquirir capacidades para producir bienes y servicios relacionados o para mantener los equipos. Además, los desarrollos tecnológicos podrían transferirse fácilmente a otras actividades relacionadas con la economía azul (explotación de petróleo off shore, energías no convencionales o maricultura).

El equipamiento descripto, con excepción de algunos elementos que se consideran electrónica de consumo (radios, computadoras o placas), tiene un elevado grado de desarrollo tecnológico y valor agregado. Las fortalezas de Argentina para producir este tipo de bienes están en la calidad de sus recursos humanos, su reducido salario medido en dólares, la competitividad de la actividad pesquera vinculada a ellos y la calidad del sistema científico tecnológico. Del trabajo de campo se desprende que el mercado de este tipo de productos es de nicho y apropiado para ser desarrollado por empresas PyME, ya que no requiere grandes escalas o un elevado grado de automatización, sino recursos humanos especializados. Además, la existencia de satélites de desarrollo nacional puede facilitar a las empresas argentinas la venta de algunos servicios de comunicaciones.

Una de las principales limitaciones se relaciona con la incertidumbre macroeconómica que enfrenta Argentina, así como la falta de crédito. La desconexión entre el sistema productivo y el científico tecnológico es nuevamente una debilidad. En particular, se identifican posibilidades de articulación relacionadas con el intercambio de conocimientos, el desarrollo de pruebas conjuntas y la utilización de embarcaciones y equipos entre el INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), las universidades y las empresas de electrónica naval ubicadas en la ciudad de Mar del Plata. En las entrevistas se menciona como referencia la estrecha relación que ha establecido la empresa noruega líder en equipamiento naval SIMRAD (perteneciente al grupo Kongsberg) con el prestigioso Instituto de Investigaciones Marinas de Noruega (IMR), localizado en la misma ciudad.

Los cambios en la normativa que obliguen o incentiven la incorporación de este equipamiento en la flota pesquera podrían ser de utilidad, pero es necesario reconocer que el dictado de las normas no necesariamente lleva a su cumplimiento, y cumplirlas tampoco garantiza alcanzar los objetivos deseados. Resultan imprescindibles entonces, en un marco de participación de los actores involucrados, las tareas de sensibilización en temas ambientales, la difusión del beneficio económico del equipamiento y la realización de acciones para disminuir la resistencia al cambio tecnológico de los armadores y los capitanes. En palabras de los entrevistados: “Las tecnologías se contagian”. También es necesario brindar incentivos apropiados, por ejemplo, condiciones financieras favorables o mayores cuotas temporarias al menos para los pioneros en las diferentes flotas, así como también explorar alternativas de financiación conjunta.

Reflexiones finales

La sostenibilidad ambiental, económica y social debe ser incluida como una dimensión clave en las políticas productivas del país. La evidencia presentada en este artículo permite visualizar a la economía circular y a las tecnologías para la sustentabilidad como oportunidades de desarrollo tecnológico e industrial, agregado de valor e inserción internacional virtuosa a partir de un sector tradicional intensivo en recursos naturales. 

Si bien las numerosas oportunidades y las capacidades del país permiten pensar que es posible una política industrial basada en sectores “verdes”, las condiciones siguen siendo más propicias para el desarrollo de actividades bajo el paradigma de economía lineal y en sectores “marrones”. En particular, las principales limitaciones identificadas para desarrollar las iniciativas analizadas son: a) la existencia de un contexto sectorial complejo que no ubica la problemática ambiental como prioridad del sector, b) los motivos económicos, sociales y culturales que obstaculizan la adopción de estas nuevas tecnologías, c) la necesidad de interdisciplina y vínculos público-privados para pasar de la escala de laboratorio a la piloto, y de allí a la industrial, d) las dificultades para comercializar bienes y servicios innovadores con triple impacto.

Resulta necesario entonces promover los vínculos entre los diferentes actores del sistema nacional y regional de innovación, optimizar las relaciones existentes y crear nuevas, articular acciones y promover la demanda de productos sustentables en diferentes sectores. Asimismo, los incentivos para realizar y adoptar innovaciones con triple impacto no debieran apuntar solo a factores técnicos o económicos, sino también a los motivos sociales y culturales que obstaculizan la adopción de nuevas tecnologías. Por último, cabe reforzar la importancia de abordar esta problemática de forma integral, haciendo foco en las tradiciones y prácticas culturales del sector pesquero, incluyendo y combinando diferentes tipos de medidas e incorporando la visión de los actores locales en los procesos de decisión.