Los 24 aviones y el debate de la defensa nacional

La compra de los 24 aviones F-16 Fighting Falcon anunciada el 16 de abril por el gobierno argentino puso en el centro de la discusión a las FF.AA y sus capacidades. A su vez generó incógnitas de todo tipo: ¿Es una buena compra o son aviones usados y viejos? ¿Es el mejor momento para realizar un gasto de este tipo? ¿Existe algún beneficio para la industria nacional de defensa?

Los 24 aviones y el debate de la defensa nacional

Los aviones

Los F-16 daneses son cazas multi-rol de probadas capacidades en todo el mundo, diseñados en la década de los 70’ pero actualizados con sistemas modernos comparables con los mismos modelos utilizados por EE.UU en la actualidad. Se trata de aviones de combate que tienen la capacidad de realizar múltiples tareas: combate aire-aire (contra otros aviones), aire-tierra (contra objetivos terrestres), reconocimiento y tareas marítimas, entre otras. Es el caza más fabricado y vendido en el planeta, lo que facilita la obtención de repuestos y genera alternativas logísticas.

Los 24 aviones y el debate de la defensa nacional

Como fue mencionado en diversos medios, estos son aviones usados, lo cual no impacta su funcionalidad si no sus años de vida: se calcula que aún tiene unos 20 años de vuelo disponible. La adquisición sucedió porque Dinamarca se encuentra en un proceso de modernización de sus capacidades aéreas; en este contexto el gobierno del país europeo decidió donar 19 de estos aviones a Ucrania y vender 24 a Argentina.

Es importante recordar que la gesta de esta adquisición se realizó en gran parte durante la gestión anterior, que también la consideró prioritaria a pesar de no poder concretarla. Las negociaciones que llevaron a la venta por parte de Dinamarca y a la autorización de EE.UU se tramitaron mayormente durante los años 2022 y 2023. De las pocas continuidades que encontraremos entre el gobierno actual y el previo.

El Timing

Una de las mayores problemáticas de la compra es el momento coyuntural que la atraviesa. La gestión comandada por Javier Milei se jacta de que no hay plata, principalmente cuando se trata de temáticas de impacto directo en la población. Por mencionar algunos ejemplos, la obra pública -virtualmente paralizada-, el envío de alimentos a comedores -frenado hasta nuevo aviso- y el recorte brutal en el presupuesto universitario no generan el contexto social más apropiado para un gasto que totalizará 650 millones de dólares en armas de guerra.

Sin embargo, vista en una perspectiva de largo plazo, la adquisición parece tomar otro color. El retiro de los últimos Mirage “gauchos” en el año 2015 -los cazas de combate más importantes de la Fuerza Aérea Argentina- significaron una pérdida de capacidades muy importante para nuestro país, especialmente en materia de control de espacio aéreo.

Aparece la pregunta de para qué serán utilizados estas máquinas, dado que no nos encontramos actualmente envueltos en ningún conflicto armado. La palabra clave aquí es disuasión: se busca evitar ataques extranjeros aumentando la capacidad nacional de infringir daños en caso de que lo hagan. En términos simples la idea es aumentar el costo que signifique agredir militarmente a nuestro país.

Argentina, con la enorme extensión territorial que la caracteriza, con recursos naturales codiciados en todo el mundo y con potencias extranjeras disputando su territorio marítimo, no se encuentra en condiciones de ignorar la defensa nacional y debe establecer claras políticas de Estado en consecuencia.

El impacto en la industria nacional de defensa

Otra cuestión a analizar es el impacto que puede tener semejante compra en la industria nacional de defensa. ¿Genera algún encadenamiento positivo en industrias argentinas? ¿Puede fomentar empleo o la demanda en empresas ya existentes en nuestro país? 

Consultamos sobre esto con el especialista en temáticas de Defensa, Martin Novella, que comentó:

“Yo creo que sí impacta, porque habrá que desarrollar una capacidad de mantenimiento, y eso invariablemente genera la participación de empresas locales. El mejor ejemplo lo tenés en REDIMEC, que es una empresa de tecnología de defensa, radicada en Tandil donde estarán alojados los aviones en la VI Brigada Aerea, que hoy interviene en la mayoría de las modernizaciones de aviónica de las FFAA, y que tuvo su impulso inicial a partir del mantenimiento de la aviónica de los Mirage, alrededor de los inicios de los 2000. Además, hoy son representantes de Loockeed Martin en Argentina, el fabricante del avión. De la mano de la adquisición de los sistemas, subsistemas como radares, sistemas de comunicación, navegación, etc, y también de los misiles, que requieren de equipos de prueba e instalaciones de mantenimiento, seguramente será necesario y conveniente que intervengan empresas locales. No sólo por una cuestión de soberanía sino también porque será más económico, rápido y práctico que tercerizar al exterior todas esas intervenciones.”

Con respecto a la integración de los aviones a los sistemas existentes de control en espacio aéreo argentino agregó:

“La integración en la operación de estos aviones con el sistema de control y defensa del espacio aéreo también representa un desafío para el cual tenemos empresas con capacidad de dar una solución, como puede ser INVAP. Ya que deberán integrar la señal de los radares de alerta temprana, los futuros radares antiaéreos, y las comunicaciones entre las aeronaves y los puestos de mando y centros de comando y control. INVAP, que desarrolla y fabrica estos radares y provee soporte a la operación del sistema de vigilancia y control del espacio, puede y debe intervenir en esa integración.”

Conclusiones

La compra resulta necesaria y resuelve una problemática pendiente durante 9 años que no estaba pudiendo solucionarse. Por su parte, el material adquirido es útil y se encuentra en altos estándares de calidad a nivel internacional.

Se trata de la culminación de una gestión que fue abordada por varios gobiernos (principalmente la gestión 2019-2023) de distinto color político, lo cual denota la importancia de su resolución. A su vez, la gesta puede generar encadenamientos positivos en la industria local de defensa, a través de operaciones de prueba y mantenimiento.

Ahora bien, son atendibles las críticas de los sectores que resaltan la incoherencia de un gasto de éste tamaño con el ajuste generalizado que sufren la mayoría de los sectores de la economía. Con fuertes recortes en prácticamente todas las áreas del Estado, autorizar desembolsos para la defensa nacional por sobre la salud y la educación generan lógicos interrogantes sobre las prioridades de la gestión actual.

Sin embargo, esto no quita que la adquisición sea una que fortalece las capacidades de nuestro país para ejercer soberanía y recupera importantes capacidades perdidas durante los últimos años. Significa un salto tecnológico y una actualización significativa acorde a los tiempos que corren. En un contexto mundial de multipolaridad, creciente inestabilidad y conflictividad, las estrategias y políticas de defensa deberán convertirse en un asunto de Estado a largo plazo, en pos de fortalecer la posición de Argentina en el escenario global.